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Chávez tiene que estar vivo el 10 de enero

En la imagen, el líder norcoreano, Kim Jong-Un, mantiene una rueda de prensa informal en la sede de la base de lanzamiento de cohetes de Cholsan
En la imagen, el líder norcoreano, Kim Jong-Un, mantiene una rueda de prensa informal en la sede de la base de lanzamiento de cohetes de Cholsanlarazon

Hoy, los venezolanos eligen gobernadores y diputados provinciales en los 23 estados del país, aunque lo principal del duelo se riñe en sólo dos: Miranda y Zulia, que son los más industrializados y los gobierna la oposición que, aunque desalentada por su reciente y muy dolorosa derrota, llama a los suyos a un último esfuerzo porque, para nadie es ya un secreto, lo de Chávez tiene muy mala pinta y se avecinan tiempos de fronda.

Ya se sabe que cuando fluye el dinero, lo mismo montas una tiranía religiosa que un nuevo socialismo bolivariano y, hasta ahora, Venezuela nadaba en oro negro, con lo que el Gobierno se podía pagar una de las redes clientelares más tupidas de las que haya habido noticia. Algunas cifras pueden ilustrar el asunto. Por ejemplo, cuando, en 1999, Hugo Chávez llegó al poder, la compañía petrolera nacional tenía 32.000 trabajadores, exportaba 3,5 millones de barriles de crudo al día y el precio del petróleo estaba en 14 dólares. Hoy, en la petrolera trabajan 105.000 personas que producen 2,4 millones de barriles diarios y el precio internacional del crudo está en 103 dólares. El incremento de la nómina pública ha seguido el mismo camino en el resto de la Administración, que ha pasado de un millón de funcionarios a dos millones y medio. Y para cerrar el círculo de los despropósitos, el propio Gobierno, en el empeño virtuoso de acabar con la pobreza, ha desarticulado el sistema productivo local, con lo que el país importa ahora casi toda la comida que consume. A base de precios indexados, controles cambiarios, limitaciones a la salida de divisas y una fiscalidad rayana en la confiscación, no ha dejado en pie más industria que los destilados de ron, que, por cierto, son excelentes. Sin exagerar, la mitad de las empresas del país han cerrado o han sido expropiadas. En consecuencia, la inflación supera el 27 por ciento anual, el déficit se ha disparado al 20 por ciento del PIB, florece el mercado negro de divisas, hay escasez de gasolina, los cortes de electricidad son continuos y las empresas que quedan no pueden competir con el diluvio de importaciones subvencionadas por el Gobierno. Oficialmente, se ha reducido el paro, lo que no es decir mucho si se tiene en cuenta que el 50 por ciento de los trabajadores se mueve en la economía sumergida, «informal», que dicen ellos. También oficialmente, han descendido los índices de pobreza, un hecho que, de ser cierto, amenaza con derrumbar los pilares de la sociología moderna, pues nadie se explica cómo a una mejora general del nivel de vida le sucede un estallido brutal de la delincuencia común, que sólo en la capital, Caracas, se ha cobrado la vida de 3.500 personas en 2011. Si contamos el resto del país, que no llega a 30 millones de habitantes, la lacra supera los 20.000 homicidios anuales.

Desde la ortodoxia socialista, la salida a la crisis parece imposible. Todo lo más, poner parches. Así, se prepara una nueva devaluación del bolívar, lo que intensificará la presión sobre el coste de las importaciones, y la retirada de los subsidios a la gasolina, con el incremento de los precios y de la inflación. Y, además, está el lío sucesorio. Chávez ha designado a su vicepresidente, Nicolás Maduro, como delfín. Maduro pertenece al «ala civil» del chavismo, que domina la industria del petróleo. Pero también juega en las quinielas el presidente del Parlamento, Diosdado Cabello, referente del «ala militar», que detenta apetitosas canonjías desde el punto de vista económico: administran el control de cambios, los puertos y aeropuertos y, tachín, la recaudación de impuestos.

Si Hugo Chávez, recién reelegido, no toma posesión de su cargo el próximo 10 de enero, la Constitución vigente dice que es el presidente del Parlamento, Diosdado, quien se pone a la cabeza del país mientras se convocan elecciones. Si Chávez consigue jurar el puesto, sería Maduro el sucesor. De La Habana llegan pocas noticias. Que casi se queda en la mesa de operaciones, pero que está algo mejor.

Encuentro informal con periodistas en corea del norte

En la imagen, el líder norcoreano, Kim Jong-Un, mantiene una rueda de prensa informal en la sede de la base de lanzamiento de cohetes de Cholsan. Aplicados, los periodistas toman nota de lo que dice el preclaro líder, bajo la atenta mirada de los científicos que han diseñado el último proyectil del arsenal: el Kwangmyongsong-3, K-3 para los amigos, capaz de alcanzar las costas de California, aunque parece que van de farol. Como la agencia oficial norcoreana no ha facilitado dato alguno sobre lo expresado por el líder, hay que suponer que estaba feliz y relajado. Los reporteros que no llevan gorra es porque no escriben para el periódico militar del Partido. Los otros, pues sí.