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Hong Kong redobla el órdago a China

Dos millones de manifestantes tomaron ayer las principales avenidas de Hong Kong al concluir la manifestación iniciada en demanda de la retirada definitiva del proyecto de ley de extradición.

Protestantes demandan en Hong Kong la retirada de la ley de extradicción
Protestantes demandan en Hong Kong la retirada de la ley de extradicciónlarazon

Dos millones de manifestantes tomaron ayer las principales avenidas de Hong Kong al concluir la manifestación iniciada en demanda de la retirada definitiva del proyecto de ley de extradición.

Hong Kong ha vuelto a demostrarle al mundo que sí se puede. Ayer, esta ciudad china volvió a plantarle cara a la jefa del Ejecutivo, Carrie Lam. Antes de que terminara la manifestación que congregó a unos dos millones de personas (338.000, según la Policía) y tiñó de negro durante horas las calles del centro de la ciudad, Lam pidió disculpas a sus ciudadanos por la actuación de su Gobierno la semana pasada. Con ese gesto, la mandataria daba un inesperado y nuevo paso atrás, después de que el día anterior paralizara indefinidamente el proyecto de ley de extradición que ha dividido a la sociedad hongkonesa.

Jóvenes, mayores, adolescentes y familias enteras con niños de todas las edades salieron a las 2:30 hora local desde el parque Victoria en el barrio de Causeway Bay para exigir la dimisión de Lam, una disculpa por el excesivo uso de la fuerza policial el pasado miércoles y la cancelación de una ley que permitiría extraditar a China a los detenidos en este territorio. Seis horas más tarde, el flujo de manifestantes era constante y continuaban saliendo ciudadanos desde el punto de partida. Allí, junto a una fuente, Vicky y sus amigas hacían lirios de papel siguiendo las instrucciones de una página web. «Las hacemos en memoria del chico que ayer murió cuando protestaba en lo alto de un edificio con un cartel en contra de la ley y el uso policial», relató a este diario esta joven de 29 años. Al parecer, el hombre falleció tras caer del andamio en el que había puesto una pancarta. Accidente o suicidio, como otros apuntan, muchos lo han comenzado a tratar como el mártir de la causa y para honrar su memoria, durante toda la marcha se llevaron a cabo ofrendas, le escribieron mensajes y montaron altares donde las flores y los cánticos emocionaban a los que por allí pasaban.

Temor a la extradición

«Ese chico hizo lo que pudo para que quitaran la ley», apuntaba esta administrativa que no quiso dar su apellido por el temor a que «cualquier pequeña acción pueda influir en nuestro futuro de aprobarse la ley». Su amiga y ex compañera de universidad Tammy asentía ante sus palabras. «Estamos desesperados. Esta es la última baza que tenemos, si aprueban la ley podrán detenernos y entonces es probable que el miedo nos haga estar callados», afirmó.

Sus temores son compartidos por buena parte de la sociedad. El objetivo de la protesta, por encima de todos, era la retirada de una norma que, a su juicio, oculta detrás la mano de Pekín. «No es una ley buena para nosotros como nos quieren hacer creer. Carrie Lam no pensó en sus ciudadanos, sino que lo hizo por China», se quejaba Angel. Esta madre de dos niñas relató que fue muy difícil explicarle a sus hijas la violencia que el miércoles vieron por televisión. «Nos decían: si vamos a salir, ¿nos pegarán?», relataba. Junto a sus amigas y sus hijos coincidían en que este no era el Hong Kong que querían para sus descendientes. «Queremos que nuestros hijos crezcan en un entorno libre y que vean que salimos a las calles para luchar por nuestros derechos».

Lo cierto es que la tajante respuesta de Hong Kong debe preocupar algo en Pekín, ya que fue precisamente tras una reunión de altos cargos chinos cuando el sábado se decidió paralizar la ley. «No se puede hacer algo así sin consultar a los ciudadanos, la idea fue del Gobierno chino», se quejaba Roland, ingeniero de 56 años. Para él y su mujer, la razón dada por Lam para promover la medida –todo empezó supuestamente para extraditar a Taiwán a un hongkonés que había matado a su novia allí y luego había volado hasta Hong Kong–, era una farsa y no les podían tomar así el pelo.

Como ellos, abogados, profesores, estudiantes, periodistas o amas de casa se han volcado para defender sus derechos y las libertades de las que gozan gracias al principio de «un país, dos sistemas» que rige en esta región administrativa especial. Y en eso seguirán. Ayer a última hora, las calles aledañas al Parlamento –icono de las protestas vividas en 2014 con la Revolución de los Paraguas– volvieron a ser ocupadas. Muchos de los que iban y venían haciendo acopio de provisiones para pasar allí la noche, seguían en sus trece. El objetivo principal de la protesta es cancelar la ley y, hasta que eso no suceda, no se moverán.