Sahel
Un convoy de tropas rusas y malienses se dirige a Tinzauatene para cobrarse una esperada venganza
La primera batalla de Tinzauatene, en julio de 2023, concluyó con la mayor derrota de Rusia desde que comenzó su andadura en el Sahel
El pasado mes de julio tuvo lugar la primera batalla de Tinzauatene. Fueron dos días de intensos combates que enfrentaron a los independentistas de Azawad integrados en el Cuadro Estratégico Permanente (CSP) contra fuerzas combinadas del ejército maliense (FAMA) y operativos rusos del Grupo Wagner. Fue un infierno en la arena a las puertas de la localidad de Tinzauatene, ubicada a escasos metros de la frontera argelina. El resultado de la primera batalla de Tinzauatene, que quedará atrancado en los libros de Historia de Mali, fue demoledor para las tropas gubernamentales y sus aliados: alrededor de 80 operativos rusos fueron asesinados y más de un centenar de militares malienses siguieron la misma suerte. Los pocos supervivientes que no fueron tomados como prisioneros sufrieron en su regreso a Kidal una violenta emboscada por parte de la filial de Al Qaeda en la región, conocida como JNIM, y murieron igualmente.
La primera batalla de Tinzauatene fue una de las mayores catástrofes que ha sufrido el gobierno de Assimi Goita desde que accedió al poder tras un golpe de Estado ejecutado en 2021. Una debacle que hacía recordar a lo sucedido durante la rebelión tuareg de 2012. La primera respuesta del gobierno de Bamako consistió en bombardear con ayuda de los drones burkineses la localidad de Tinzauatene, en un pequeño crimen de guerra que concluyó con la muerte de 24 civiles (12 de ellos niños, según fuentes sobre el terreno). Entre las víctimas se encontraban además cadáveres y heridos de otras nacionalidades africanas. Pero el bombardeo casi inmediato a la catástrofe de Tinzauatene no podía ser el final de la historia. No era suficiente para restablecer el orgullo herido de la junta militar de Bamako y desde luego que no era suficiente para ganar una guerra.
Este lunes se supo que un convoy compuesto por fuerzas gubernamentales iniciaba una nueva ofensiva contra el famoso pueblo, dando comienzo a la segunda batalla de Tinzauatene y que nadie duda que será un combate de tintes decisivos en la guerra que enfrenta a Bamako y Azawad desde el verano de 2023. Las primeras informaciones indican que el convoy encargado de la deseada revancha está compuesto por 45 vehículos blindados, un número indeterminado de transportes de tropas y dos helicópteros y dos drones que darán cobertura aérea a la expedición terrestre. Participa un grueso de militares malienses, pero también efectivos del Grupo Wagner asociados con operativos de Africa Corps (que estuvieron concentrándose en Kidal durante las últimas semanas) y miembros de los grupos armados norteños conocidos como el Movimiento de la Salvación de Azawad (MSA) y GATIA.
Estos dos últimos grupos son de gran interés. Ambos fueron creados tras la revuelta de 2012 como respuesta de las poblaciones locales que no desean la independencia de Azawad y, lo que es más importante, que desean combatir la proliferación del yihadismo armado en la región. Su cooperación con el ejército maliense subió un nuevo escalón cuando el gobierno de Goita inició en 2022 un programa de integración de efectivos norteños en las fuerzas armadas del país. Si la capacidad operativa de ambos grupos es relativa (entre los dos suman menos de 5.000 combatientes), traen consigo un añadido comunicativo en extremo útil: que no todas las poblaciones del norte de Mali desean la independencia de Azawad. Que un futuro común es posible.
La segunda batalla de Tinzauatene lo tiene todo: diferentes compañías rusas, militares malienses, milicianos tuareg, drones adjudicados en Turquía y vehículos blindados chinos ansiosos por entrar en acción. Los canales de información de la junta militar maliense informaban así que el convoy se dirige a derrotar a “los terroristas” del norte de Mali, en un uso del lenguaje que debe aclararse para evitar confusiones. Por un lado, en Bamako califican como “terrorista” a todos aquellos que combatan contra su concepción de Estado, sean terroristas islámicos propiamente dichos o independentistas de Azawad. Por el otro, que el JNIM rematase a las tropas gubernamentales durante su retirada tras la primera batalla de Tinzauatene, añadido a rumores habituales que aseguran una asociación entre los independentistas y la yihad armada, han permitido a la junta militar anunciar la ofensiva de Tinzauatene como una operación que pretende atacar a ambas facciones armadas.
El resultado de la batalla que se avecina es crucial para la continuidad de los militares que sostienen el poder en Bamako. Una segunda humillación pasaría una dura factura a un gobierno que este lunes anunció igualmente que el curso escolar no comenzará hasta noviembre, como consecuencia del estado de catástrofe nacional que se declaró en el país hace escasos meses. Si Goita accedió al poder con la promesa de terminar con el neocolonialismo francés (objetivo que ha cumplido con creces) y con los diferentes agentes armados que desestabilizan Mali, la nación se encuentra actualmente en un punto crítico en lo que se refiere a su situación de seguridad. Los ataques y las víctimas se han multiplicado desde 2021, provocando, entre otras calamidades, nuevas oleadas migratorias en dirección a Europa.
El resultado que viene tampoco deja de ser importante para el lado rebelde. La victoria obtenida en la primera batalla de Tinzauatene supuso un importante empujón propagandístico de su causa, igual que su asociación con Ucrania y la masacre de operativos rusos ubicó el movimiento independentista en el mapa de la geopolítica internacional a niveles que no se veían desde 2012. Visibilidad es la palabra clave a considerar en Azawad tras la primera batalla de Tinzauatene. Una derrota en el segundo acto tendría efectos nocivos en este punto. Además, la toma de Kidal (la ciudad más importante del norte de Mali) por parte de la coalición gubernamental en noviembre de 2023 supuso un duro golpe en la moral de los independentistas, que se vieron obligados retirarse de su capital para iniciar un conflicto marcado por las emboscadas, los asesinatos y la inseguridad extendida en el desierto.
Tinzauatene está situada al borde de la frontera de Mali con Argelia. Argelia ha sido acusada en reiteradas ocasiones por el gobierno de Bamako de ofrecer cobijo en su territorio a los independentistas de Azawad. Mediante un sencillo silogismo puede entenderse que perder Tinzauatene supondría para los independentistas perder su principal puerta de acceso a Argelia. La nación magrebí ya desplegó tropas en su lado de la frontera durante el marco del primer enfrentamiento en Tinzauatene, supuestamente con el objetivo de evitar que los combates se traspasaran a su territorio; aunque se desconoce por el momento si vuelve a ser así, se presupone que desde Argel se hará un seguimiento exhaustivo de los combates.
Desde Argel, desde Bamako, desde París, desde Moscú y desde Kidal. Hay mucho en juego (el orgullo de una nación, pasos fronterizos, la valía de los rusos en el Sahel, la supervivencia del ideal de Azawad como nación) en una localidad de menos de 3.000 habitantes y cuyo nombre suena a trabalenguas para los extranjeros. Pero ya sabemos que el destino suele decidirse en los lugares menos sospechados.
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