Sahel
"¡Rusia, no! ¡Azawad, sí!": Rusia sufre su peor derrota desde el comienzo de su andadura en Mali
Decenas de tropas rusas y malienses han sido masacradas en el norte de Mali por independentistas de Azawad y combatientes de Al Qaeda en la región
Rusia ha sufrido este sábado su peor golpe en África desde que la primera bota del Grupo Wagner (hoy reorganizado bajo el sobrenombre de Africa Corps) pisó el Sáhara. Los vídeos difundidos en redes sociales muestran decenas de cuerpos rusos y malienses diseminados en la arena, algunos semidesnudos, la mayoría muertos, y de cuando en cuando cogen por los pelos a alguno de los supervivientes y les obligan a gritar “¡Rusia, no! ¡Mali, no! ¡Azawad, sí!”, y los ojos del desgraciado se vuelven más pequeños por el terror que le sacude.
Esta historia comenzó en el verano de 2023, cuando el coronel Assimi Goita, líder de la junta militar que gobierna Mali desde el golpe de Estado de mayo de 2021, decidió reactivar la guerra contra los grupos independentistas del norte del país. Dichos independentistas buscan la secesión de una nación soñada que llaman Azawad y que ocuparía el 70% del territorio actual de Mali. Durante meses, desde agosto hasta octubre, las tropas combinadas de rusos y malienses avanzaron por el desierto hasta alcanzar Kidal, la capital independentista, que tomaron tras una serie de combates que concluyeron con la bandera del grupo de mercenarios rusos ondeando por encima de la ciudad. Pero la toma de Kidal, aunque histórica, no fue el final de la contienda. Los grupos independentistas, compuestos por comunidades nómadas e itinerantes, rápidamente llevaron la guerra al desierto, a los ataques relámpago y a las emboscadas que aparecen de la nada, combinados en ocasiones con las facciones del yihadismo armado que igualmente asola la región.
Los malienses y rusos, siguiendo una antigua tradición que comparten ambos pueblos, iniciaron entonces una política de matanzas en contra de la población civil y ejecutada de la forma más violenta posible: a lo largo de casi un año se han aportado pruebas gráficas y testimonios de masacres de civiles, civiles decapitados y descuartizados… recientemente, incluso se difundió un vídeo donde un soldado maliense se comía a un tuareg, en un ejercicio de canibalismo que no hizo sino reforzar el odio de los independentistas contra las fuerzas de Bamako.
La catástrofe ocurrió tras dos días de intensos combates en el sector de Tinzaouatene, muy cerca de la frontera argelina, entre las fuerzas combinadas de rusos y malienses, y miembros del CSP (Cuadro Estratégico Permanente), una agrupación de entidades independentistas formada en Roma en 2021 por mediación de la ONG italiana Ara Pacis (el que quiera ver, que vea) y que lleva meses combatiendo al gobierno maliense. Dos días de combates cuya intensidad incluso llevó a Argelia a desplegar tropas de su lado de la frontera con el fin de evitar que los enfrentamientos afectasen a su territorio. Dos días de intensos combates, hasta que las elevadas pérdidas de las fuerzas gubernamentales (los vídeos con decenas de cadáveres mencionados previamente corresponden a este momento) obligaron a una retirada alocada a través de los 300 kilómetros que les separaban de Kidal.
Debe considerarse que 300 kilómetros en el desierto no se recorren en dos horas. Más bien pueden tardarse entre quince o veinte horas sin parar, con suerte. No se trataba de una retirada rápida ni segura; por esto, los supervivientes del desastre de Tinzaouatene fueron emboscados en su regreso a Kidal por fuerzas del JNIM (grupo yihadista vinculado a Al Qaeda) y rematados en el proceso. Nadie de la columna que salió la semana pasada de Kidal en dirección a la frontera argelina ha sobrevivido… a no ser que haya sido hecho prisionero. Y este ha sido el mayor desastre de Rusia desde que comenzó su andadura en el Sahel.
Entre los caídos del lado ruso figuran dos personalidades relevantes. Uno de ellos sería el jefe de Africa Corps, Anton Elizarov, que fue hombre de confianza de Yevgueni Prigozhin cuando el director del Grupo Wagner aún vivía. El otro sería Nikita "Belyi" Fedianin, administrador del canal wagnerita de Telegram conocido como Grey Zone. Ambas pérdidas suponen un duro golpe para la cúpula rusa en África, y vuelven todavía más profundo el golpe recibido.
En los grupos de Telegram pertenecientes al Grupo Wagner ya están empezando a organizarse rescates rápidos para intentar sacar de allí a sus compañeros. La junta militar maliense, incapaz de asimilar su derrota ante la población, ha publicado un comunicado donde asegura que “continúan los violentos combates contra la coalición de terroristas […] y traficantes de todo tipo”. Omite toda información sobre la masacre acontecida pero expresa con un orgullo cauteloso que “los medios aéreos de las FAMA eliminaron con éxito a cinco objetivos terroristas”, a la que pide a la población civil a abandonar la zona para evitar daños colaterales. Su última frase, habitual en sus comunicados, expresa fuerza y determinación: “Unidos, venceremos”.
Porque nadie entre el gobierno maliense duda que lo ocurrido en Tinzaouatene y durante la consiguiente retirada ha sido una catástrofe. Una pésima noticia. Decenas de soldados regulares malienses han sido asesinados, rusos incluidos, mientras los yihadistas armados celebraban la victoria rodeados de arena y silencio. Una pésima noticia porque ha sido una victoria contundente para los traficantes de drogas, los agentes desestabilizadores del Sahel y los ladrones del progreso.
El CSP emitió igualmente un comunicado con acento victorioso y donde informaba que “una unidad encargada de defender a los civiles desarmados derrotó a toda la columna del ejército maliense y a los mercenarios rusos de Wagner que partieron de Kidal y vagaban sembrando el terror en toda la zona, como siempre, con su cuota de muertes inocentes y desolación”. Celebran haber causado decenas de bajas al enemigo, además de haber destruido o recuperado un número indeterminado de vehículos blindados, junto con otros materiales de guerra. E indican que “esta batalla es sólo el preludio y la demostración de su firme deseo de expulsar a todos los enemigos del territorio”, mientras llamaban al resto de fuerzas independentistas a unirse al CSP y formar un frente común en base a esta victoria.
Concluye el comunicado: “el CSP-DPA deplora el silencio de los Estados de la subregión y de toda la comunidad internacional sobre las masacres y las graves violaciones de los derechos humanos cometidas por los mercenarios rusos de Wagner y el ejército maliense contra la población de Azawad”.
Un detalle relevante que ha podido comprobarse en los vídeos donde aparecen los prisioneros rusos serían los rasgos étnicos de los combatientes de Wagner/Africa Corps. Todos y cada uno de los supervivientes tenían el pelo castaño y la barba rala. Ni uno sólo era rubio. Sólo entre los cadáveres puede vislumbrarse a un hombre con la cabeza rapada y aparentemente rubia, aunque puede ser el polvo del desierto quien haya “teñido” sus cabellos, algo imposible de determinar con claridad por la mala calidad de la imagen. Los separatistas del CSP aseguran que muchos de los mercenarios habían sido reclutados en Chechenia, que el comandante de la columna era checheno. Y meses atrás se rumoreaba que muchos de los combatientes rusos en el norte de Mali eran realmente mercenarios sirios.
Es imposible determinar la nacionalidad de un hombre guiándonos en exclusiva por su rostro, pero todo parece indicar, y hace falta dejarlo por escrito para conocimiento de la opinión pública, que las tropas rusas combatiendo en Mali son chechenos en su mayoría, mientras la teoría de los sirios ha recobrado fuerza. Lo cual explicaría, primero, la dinámica de matanzas indiscriminadas contra la población civil de Azawad; y, segundo, demostraría (una vez más) que la “carne de cañón” rusa es extraída de sus provincias más australes, en favor de las poblaciones eslavas del país.
Las consecuencias de la masacre sufrida por rusos y malienses se verán en las próximas semanas. Puede temerse un aumento de matanzas de civiles como represalia ante lo ocurrido. Puede augurarse un fortalecimiento de los grupos secesionistas, con el consiguiente recrudecimiento del conflicto. Lo que obligará a Assimi Goita a dedicar aún más tropas y recursos a la guerra del norte, dejando desprotegidas las posiciones del centro del país (como ya ocurrió en los meses posteriores al verano de 2023) y facilitando las acciones terroristas en esta parte del territorio. Como ya se ha escrito, lo sucedido en Tinzaouatene es una mala noticia: los grupos terroristas han fortalecido su posición.
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