Manifestaciones violentas
La fractura del voto obrero aúpa a Le Pen
Los sindicatos franceses celebran divididos el 1 de mayo. A diferencia de la unidad expresada en 2002 frente al fundador del FN, Jean-Marie Le Pen, sólo la central mayoritaria pide el voto por el liberal Macron.
Los sindicatos franceses celebran divididos el 1 de mayo. A diferencia de la unidad expresada en 2002 frente al fundador del FN, Jean-Marie Le Pen, sólo la central mayoritaria pide el voto por el liberal Macron.
La desdiabolización del Frente Nacional (FN) ha funcionado. Marine Le Pen se marcó ayer un tanto cuando los sindicatos desfilaron para celebrar el 1 de mayo cada uno por su lado. Lejos queda la gigantesca manifestación de hace quince años, cuando todas las centrales sindicales a una salieron a la calle para marcar su rechazo a la extrema derecha, cuyo candidato de entonces, Jean-Marie Le Pen, se había calificado el 21 de abril para la segunda vuelta de las presidenciales junto a Jacques Chirac.
La ruptura del «frente republicano» que se había formado hasta ahora para frenar una victoria de la extrema derecha quedó ayer consumada. Los distintos sindicatos no pudieron o no quisieron ponerse de acuerdo sobre el lema del desfile. Philippe Martinez, secretario general de la CGT, se excusaba ayer en las páginas de «Le Parisien» con el argumento de que no es lo mismo que en 2002, y ahora «hay una diferencia de apreciación de fondo sobre el análisis de las razones que llevan al Frente Nacional» con el otro sindicato mayoritario, la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), que en las últimas elecciones sindicales les ha destronado por primera vez y son el sindicato mayoritario.
El hecho es que ayer cada uno desfiló por su cuenta. La CFDT, junto a otros sindicatos minoritarios, han pedido a los suyos que voten por Emmanuel Macron el próximo domingo, de la misma manera que en 2002 pidieron el voto por Chirac. «Lamento que todas las organizaciones sindicales no hayan sido capaces de decir que hay que votar contra el Frente Nacional», comentó Laurent Berger, secretario general de la CFDT, «y para votar contra el Frente Nacional hay que votar por el otro candidato, que se llama Macron». Un voto que, según Berger, «no significa la aceptación del programa» del candidato socio-liberal. Hay que decir que la respuesta de sus afiliados no fue entusiasta, pues sólo acudieron unos 3.000 a la convocatoria.
Unas horas después, cerca de la plaza de la República, el líder de Fuerza Obrera, Jean-Claude Mailly, defendía su negativa a dar una consigna de voto: «Yo no soy director de conciencia, y no desprecio a aquellos que votan de una forma u otra», aseguró al inicio de la manifestación. «No vamos detrás de cada ciudadano para ver qué vota». No lejos de él, Martínez insistía en que su mensaje «es claro», según él no hay que dar ningún voto al FN y hay que lograr que la clase política oiga sus reivindicaciones porque «si seguimos con la austeridad, no hay que quejarse de que el FN esté en la segunda vuelta».
El desfile organizado por la CGT y la FO atrajo a unas 30.000 personas, muchas de las cuales han pateado la calle estos últimos tiempos para protestar contra la reforma laboral. Mientras unos afirmaban que «da miedo votar en blanco» por que puede favorecer a Marine Le Pen, otros no concebían otra cosa: «Nos hemos manifestado tanto contra la Ley El-Komri, que no podemos ahora votar por Macron».
La manifestación fue saboteada por varias decenas de manifestantes encapuchados que se enfrentaron con la Policía arrojando todo tipo de objetos y cócteles molotov. Según el ministro del Interior, Matthias Fekl, cuatro policías resultaron heridos, «uno gravemente en la mano, y otro con serias heridas en la cara».
Además de las manifestaciones, el 1 de mayo fue un día de mítines. En Villepinte, Marine Le Pen reunió a unos 6.000 partidarios, que aplaudieron sin descanso las críticas contra Macron, «el candidato de las finanzas», y gritaron con igual entusiasmo «estamos en nuestra casa». Nicolas Dupont-Aignan, que será primer ministro si Le Pen es elegida presidenta, actuó de telonero.
La líder ultra se apropió del discurso que pronunció Hollande hace cinco años, señalando cuál era su «verdadero adversario»: «No tiene nombre, no tiene rostro, no tiene partido, jamás presentará su candidatura, jamás será escogido... y, sin embargo, gobierna», lanzó Le Pen, pero «esta vez tiene un nombre, un rostro, un partido, presenta su candidatura, y se llama Emmanuel Macron».
En París, en La Villette, el candidato social liberal comenzó marcando diferencias con su contrincante: «Frente a las injurias y la obscenidad del Frente Nacional, nosotros vamos a construir, vamos a refundar». Definió el partido de su rival como «el partido de la anti Francia, porque lo que defiende y propone es el hundimiento ineluctable de lo que ha hecho Francia, la negación de nuestros valores».
Macron volvió a asumir el término « patriota» frente a la ultraderecha y aseguró que el combate entre ambos es el combate «entre los dos proyectos elegidos por los franceses: el de una Francia patriótica, reformadora eficaz y justa y otra Francia reaccionaria y nacionalista que sólo tiene como respuesta el odio y el repliegue». El último sondeo publicado por Sofres sigue dando como favorito al líder de En Marcha, pero la distancia con Le Pen se acorta. Macron obtendría el 59% de sufragios, muy lejos del 82,21% que en 2002 obtuvo Jacques Chirac.
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