Historia

El día que 29.000 patitos de goma se perdieron en el Pacífico y dieron la vuelta al mundo a través del océano

Durante varias años, estos juguetes aparecieron por diferentes zonas del mundo

Imagen de archivo de patos de goma
Imagen de archivo de patos de gomaDreamstime

Aviones, embarcaciones y otros transportes han naufragado en el Océano Pacífico a lo largo de la historia. Así, varias personas quedaron a la deriva del medio acuático más grande y profundo de todo el planeta, que abarca casi la tercera parte de todo el agua que baña el planeta Tierra. Más allá de naufragios, este mar ha dejado eventos y anécdotas de lo más curiosa, como la vez que miles de patitos de goma se perdieron en este punto del mundo y que, a día de hoy, todavía siguen encontrándose.

Esta historia surge en 1992. Un 10 de enero, cerca de la línea internacional del cambio de fecha, un carguero que cubría la ruta entre Hong Kong y Washington conocido como “Ever Laurel” perdió doce contenedores en medio de una tormenta en alta mar, que cayeron al océano. Cada uno de ellos medía doce metros de largo, y en su interior, se podía hallar diversos objetos de juguete: castores, ranas, tortugas… y patitos de goma, un juguete tradicional que pasaría a ser pionero en mar abierto, lejos de las bañeras o barreños.

Nadie creía que estos juguetes de plástico podían haberse perdido, pues solo creían que habían sido animales. Además, los contenedores estaban bien cerrados y su apertura era complicada de una forma tan fácil. Hasta que poco a poco, esta “armada”, que en su mayoría eran patitos de goma y en total eran 29.000 juguetes, empezaron a aparecer en costas de todo el globo.

¿Cómo fue posible que se perdieran patos de goma en el mar?

Diez meses después, diez patitos de goma aparecieron en la playa de Sitka, en Alaska, situada a 3,200 kilómetros de distancia del lugar en el que se perdieron los contenedores. Fue a partir de ahí cuando dos oceanógrafos estadounidenses, Curtis Ebbesmeyer y James Ingraham, comenzaron a investigar y dedicar su tiempo, esfuerzo y dinero en estudiar las corrientes marinas para determinar hacia dónde se dirigían. El evento, sin duda, se convirtió en una nueva forma de entender nuestro planeta, y los mares y océanos que bañan la Tierra. El 28 de noviembre, doce día después del primer avistamiento, se encontraron otros veinte, y en los siguientes meses, aparecieron 400 más solo en Alaska.

Al parecer, el “pequeño ejército” se fue dividiendo una vez cayó al mar, hacia las cosas de Australia, Indonesia y Chile. Lucharon contra los elementos que se encontraron en el estrecho de Bering (entre Alaska y Siberia) y mientras algunos se helaron y quedaron por la zona (como los hallados en Sitka), otros continuaron navegando contracorriente. Y es que, en 1996, cuatro años más tarde, comenzaron a verse por las costas de Washington, y ya en 2003, en el Atlántico Norte. Durante 2004, se encontraron decenas de pato entre América y Europa. “Doce años y contando: la saga de los juguetes para bañera de los más pequeños continúa”, decía Curtis Ebbesmeyer en su página web en aquel año, que explica que “castores o ranas, que no aparecieron, se debieron hundir o congelar, pero los patitos siguieron navegando”.

Y por supuesto, conocieron las costas peninsulares. En 2007 llegaron a España y los primeros comenzaron a verse cerca de la Costa da Morte, en Galicia. En quince años, más de 27,000 kilómetros. Es 2023, y de los 29,000 juguetes, no se cree que se hayan encontrado todos, sino que todavía seguirán recorriendo el mar como si se trataran de cualquier trasatlántico o buque marítimo.

Pero en esta vida, de todo se hace dinero. Y así, algunas empresas como The First Years (la empresa que comercializaba estos juguetes), comenzó a hacer marketing y ofreció bonos de ahorro de cien dólares para quien los pudiera encontrar. En otros sitios de Internet, se vendían por grandes cantidades de dinero para los coleccionistas, según The Sun.