Estados Unidos
Donald Trump y el «establishment» clavan sus dardos en Marco Rubio
LA RAZÓN asiste al primer mitin del magnate en Milford, donde trató de aliviar el escozor de la derrota con sus críticas a los periodistas.
LA RAZÓN asiste al primer mitin del magnate en Milford, donde trató de aliviar el escozor de la derrota con sus críticas a los periodistas.
Sonó diferente en el gimnasio de Milford. Miles de asistentes acreditaban su tirón popular, aunque muchos reconocían que sólo querían verle de cerca. Donald Trump divirtió a los electores de New Hampshire. Pero el Trump post Iowa no era el mismo. Quizá porque ha empezado a sentir el escozor de la derrota. El hombre de éxito y triunfador se ha dado de morros con el pequeño Estado del Medio Oeste. Sin embargo, pese al pinchazo, nadie lo da por amortizado. Todavía tiene fuerzas para seguir con su «show». No se da por vencido. Ayer exigió repetir las elecciones de Iowa tras acusar de «fraude» al vencedor Ted Cruz.
«He quedado segundo, y mirad cómo me tratan», gritó en referencia a los medios, que, a su juicio, no le respetan cómo se merece. Entonces, apuntó a las cámaras de televisión que habían ido a recoger sus palabras. «Buuuuu», gritó Trump. «Buuuuu», resonó en el centro deportivo de Milford. Los periodistas encajaban las críticas entre la indignación y el asombro. «Dicen mentiras. No pueden escribir sobre la verdad. No les dejan sus jefes. Todos son unos mentirosos», les reprochó una y otra vez, al tiempo que sus agentes de seguridad buscaban a aquellos reporteros que no habían obtenido el «OK» del equipo de campaña para acudir al acto. No importó que llevasen sus credenciales de prensa. Tampoco que tuviesen el visto bueno en un principio. Todo tenía que ser supervisado y controlado por los asesores de Trump en varias veces.
Una vez disparado al mensajero, continuó con su discurso populista a favor de la II Enmienda. «No queremos que nos quiten nuestras pistolas», señaló en referencia al intento del presidente Barack Obama de endurecer la ley del acceso a las armas de fuego. Su parroquia respondió con cánticos mientras levantaban las manos. «Pistolas, pistolas, pistolas. Queremos nuestras pistolas», repetían una y otra vez.
Después cargó contra la Administración Obama y su política de seguridad. «Pondré a gente inteligente a negociar. No a los idiotas que hay ahora», indicó Trump, que sabe que para los vecinos de New Hampshire la seguridad y el terrorismo son unas de sus principales preocupaciones. Quieren que el líder del país sea un buen comandante en jefe, capaz de elegir a los mejores para configurar su equipo. Trump sabe que tiene que ganar las elecciones del martes en New Hampshire si quiere que se le siga teniendo en cuenta. En este Estado mantiene una amplia ventaja, pero, si pierde como ocurrió en Iowa, su canditura hará agua.
Todas las miradas están puestas ahora en el senador de Florida Marco Rubio, la sorpresa del primer «caucus», que se ha convertido en la esperanza del Partido Republicano. Rubio ayer fue la diana de los ataques de Trump. También del resto de candidatos, especialmente de los representantes del «establishment», como Bush o Christie, que ven en él una auténtica amenaza. «Ha quedado tercero y yo segundo», gritó ayer Trump en referencia a Rubio allá por donde iba. Por su parte, el ex gobernador de Florida Jeb Bush fue más práctico. Su equipo de campaña publicó en diferentes periódicos una serie de ataques contra Rubio, que fue su pupilo en Florida. Eso es cosa del pasado. De momento, ayer anunció el «endorsement» (apoyo oficial) del ex líder de la mayoría republicana de la Cámara de Representanres, Eric Cantor, congresista de Virginia.
La otra gran noticia del día fue la renuncia del senador de Kentucky Rand Paul a la carrera presidencial tras quedar quinto en Iowa. En un comunicado divulgado por su campaña, el político republicano afirma que, pese a que abandona, seguirá «preparado y dispuesto a pelear por la causa de la libertad». Horas después, también comunicó su salida el conservador Rick Santorum tras sus malos resultados. En 2012, ganó en Iowa, pero el pasado lunes fracasó.
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