Relaciones Estados Unidos-Irán

EE UU rechaza el plan francés de dar un crédito a Irán

Washington no tolerará el plan francés para evitar la voladura del acuerdo nuclear. El presidente de la República francesa, Emmanuel Macron, había ofrecido a Irán créditos de hasta 15.000 millones de dólares para adquirir alimentos y otros productos de primera necesidad a cambio de petróleo. Pero Washington dejó claro ayer que no habrá concesiones, ni exenciones, ni nada parecido mientras Teherán no se pliegue a sus exigencias.

Ciertamente, Irán respondió con una negativa. Por si no fue suficiente, su presidente, Hasan Rohani, añadió el catálogo habitual de amenazas. Al mismo tiempo, entre bambalinas, todo apuntaba a que el gesto francés podría descongelar una situación bloqueada. La República islámica está al límite de sus capacidades. Las sanciones de EE UU han provocado un desplome brutal de sus actividades comerciales y el abandono del acuerdo de 2015 ha terminado por situar a Irán en una lista de países malditos.

La Casa Blanca no se plantea ceder. Brian Hook, su representante especial para Irán, ha explicado que «hemos impuesto nuevas sanciones hoy. Y hay más sanciones por venir. No podemos dejar más claro que estamos comprometidos con esta campaña de máxima presión y que no estamos buscando otorgar ninguna excepción o exención». Y eso que Abas Araghchi, viceministro de Exteriores iraní, explicó a la agencia Fars que «nuestro regreso al acuerdo nuclear está sujeto a la recepción de 15.000 millones en cuatro meses. De lo contrario, la reducción de los compromisos continuará».

EE UU impuso ayer multas a una naviera acusada de estar teledirigida por la Guardia Revolucionaria que habría vendido petróleo, y el destinatario sería nada menos que el régimen sirio. Se trataría, entonces, de una doble ruptura de embargos, por cuanto existe uno contra la dictadura siria. Sancionó a 11 barcos y una docena de empresas.

Por si no fuera suficiente, Hook presentó un plan por el que se compromete a pagar hasta 15 millones de dólares a quien entregue información capaz de perturbar la economía del país y, especialmente, la de su aún poderoso aparato militar y policial. Calificado como un programa de recompensas que debieran desvelar las vías de financiación de la Guardia Revolucionaria.