Nueva York
El «impasse» político deja a EE UU al borde de la quiebra
La negociación se ha trasladado al Senado, con el rechazo republicano, a cuatro días del abismo
Con la primera y la segunda propuesta de la Cámara de Representantes, rechazadas por el presidente Barack Obama, ayer por la mañana la atención se dirigió al Senado que abrió el debate sobre un plan demócrata que extendería el aumento del techo de deuda hasta finales de 2014. Sin embargo, el proyecto de esta Cámara Alta tampoco sirvió para resolver la crisis en Washington, pues fue bloqueado por los republicanos, como era de esperar. Los legisladores siguieron ayer el guión habitual en sus peleas políticas, pero con el agravante de que estamos a cuatro días de la suspensión de pagos. Ningún senador se atrevió a vaticinar qué es lo siguiente en el Capitolio. El republicano John Cornyn quiso ser optimista. «Lo único que ocurre ahora es que al menos el senador Reid y el senador McConnell están hablando. Y veo que eso es progreso», indicó el segundo en el escalafón conservador en la Cámara Alta. Mientras, en el Congreso los republicanos no ocultaban su enfado por las negativas del presidente. El bloqueo político impedía la aparición de una alternativa que fuera valorada por Obama.
La propuesta demócrata de 23 páginas requería una conferencia con los miembros de la Cámara de Representantes y el Senado para abordar las cuestiones del presupuesto. Para los republicanos era una oportunidad para estudiar los recortes en determinados programas sociales. El plan también contemplaba el retraso de la entrada en vigor de los impuestos sobre el instrumental médico y habría ofrecido más flexibilidad sobre los ajustes de gasto público, conocidos como «sequestration», en inglés.
En la línea de los últimos días, Obama echó la culpa a los republicanos del fracaso en las negociaciones. Su secretario de Prensa, Jay Carney, recordó que «el Congreso tiene que hacer su trabajo y aumentar el techo de deuda para pagar las facturas. Es desafortunado que se haya rechazado la propuesta de los demócratas. Habría evitado la amenaza del impago y ofrecido a los negocios de nuestra nación la seguridad que necesita. No obstante, estaba claro que los republicanos difícilmente iban a aceptar una propuesta que viniese de la Cámara Alta, donde los demócratas disfrutan de una mayoría.
Ayer la directora del FMI, Christine Lagarde, advirtió a Obama de «la necesidad urgente de tomar medidas para poner fin a las incertidumbres fiscales a corto plazo». El presidente se quedó todo el día ayer en la Casa Blanca para trabajar en un supuesto plan que pudiese ser aprobado en ambas cámaras y evitar así la bancarrota del Washington, que oficialmente se quedará sin dinero el 17 de octubre. La credibilidad de EE UU está en juego.
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