Guerra en Afganistán

El nuevo líder talibán promete mantener la yihad

Mohamed Mansur pide en su primer discurso «unidad» hasta «lograr un Estado Islámico» y condena la muerte de civiles

Un grupo de talibanes muestran su respetos al fallecido mulá Omar en la ciudad paquistaní de Queta
Un grupo de talibanes muestran su respetos al fallecido mulá Omar en la ciudad paquistaní de Quetalarazon

Decidido a consolidar su discutido liderazgo, el nuevo jefe de los talibanes, Ajtar Mohamed Mansur, se dirigió ayer a sus camaradas por primera vez desde su nombramiento para pedir unidad frente al «enemigo». El portavoz del grupo insurgente afgano, Zabiullah Muyahid, remitió a los medios la grabación que contenía las palabras del recién elegido «comandante de los fieles» en la que este exhortaba a sus compañeros a continuar con la rebelión armada: «Tenemos una enorme responsabilidad. No se trata del trabajo de una, dos o tres personas. Es responsabilidad de todos continuar con la yihad hasta el establecimiento de un Estado Islámico», clamó.

En su discurso de aproximadamente media hora de duración, Mansur recordó que las divisiones y las suspicacias sólo debilitarán al movimiento y demandó a sus miembros que continúen actuando según los principios del islam y se sacrifiquen por ellos si fuera necesario. Mencionó asimismo las conversaciones de paz iniciadas a principios de julio con el Gobierno afgano de Ashraf Gani, aunque sin entrar en consideraciones sobre la conveniencia de continuarlo. El proceso quedó paralizado tras el anuncio de la muerte del mulá Omar, figura enigmática que mantuvo la cohesión de los talibanes incluso desde la tumba –su muerte se produjo en abril de 2013 pero no se divulgó hasta el pasado miércoles– y cuyo deceso ha desatado las primeras desavenencias entre quienes fueron sus subordinados.

Pese a haber participado activamente en la resistencia armada y en la planificación de atentados, su sustituto se ha mostrado proclive a ahondar en los contactos de conciliación con Kabul patrocinados por Pakistán, postura que está causando resquemor entre los partidarios de llevar la insurrección hasta sus últimas consecuencias. Incluso cuando las negociaciones aún estaban en marcha, los enfrentamientos entre los talibanes y las Fuerzas de Seguridad afganas no se detuvieron y ayer mismo fuentes oficiales informaron del asalto a una comisaría en la provincia sureña de Urzugán, en la que los atacantes tomaron a 70 agentes como rehenes, asesinando a cinco de ellos en los primeros momentos del asedio. Acciones como ésta continuarán bajo el liderazgo de Mansur, aunque en su discurso éste mostró su deseo de evitar la muerte de civiles: «En nombre de la yihad, el asesinato de personas inocentes no es islámico. Necesitamos ganar los corazones de la gente, entonces podremos gobernar sus corazones», advirtió. El ciudadano ha sido el gran damnificado en el conflicto de Afganistán, que dura ya 14 años. El grupo ha sido el responsable del fallecimiento del 75% de los civiles que han perdido la vida en atentados terroristas y combates según un informe revelado por la ONU.

Posiblemente animados por la certificación de la muerte del mulá Omar, surgieron rumores que apuntaban a que el recién designado número dos de los talibanes, Jalahudin Haqani, había seguido sus pasos hace un año. La agrupación respondió en un comunicado, asegurando que el jefe de la Red Haqani, violenta facción supuestamente vinculada a Al Qaeda, continúa con vida y «ha sido bendecido con buena salud».