Acuerdo nuclear con Irán
El pacto nuclear llega al Parlamento de Teherán
Haciendo uso de sus conocidas dotes diplomáticas, el ministro de Exteriores iraní, Mohamed Javad Zarif, se dirigió ayer al Parlamento para convencer a los miembros de la Asamblea de las bondades del acuerdo nuclear firmado en Viena el 14 de julio. Actor de primera línea en la delegación persa que protagonizó unas duras negociaciones con las potencias del G-5+1, Zarif subrayó en la apertura de su discurso que la República Islámica ha demostrado ser capaz de lidiar con «seis países ostensiblemente poderosos» sin ceder a la extorsión. El canciller respondió así a quienes critican un texto que limitará el avance del programa nuclear de Irán a cambio de un levantamiento gradual de las sanciones impuestas en 2006 por la ONU. En los últimos días, los sectores más reaccionarios han lamentado que la misión capitaneada por el presidente Hasan Rohani y el propio Zarif realizara concesiones como la restricción temporal a la importación de armas y la asignación de mecanismos para restablecer el embargo en caso de incumplimiento. El titular de Exteriores trató de sosegar a los parlamentarios recordando que el país mantendrá su programa nuclear en su vertiente civil, lo cual no puede ser visto como una derrota si su intención nunca ha sido ni será, según reiteró, la de fabricar armas atómicas. «Los objetivos clave de Irán, en los cuales insistimos, los hemos logrado (...), lo que ellos han conseguido ha sido el resultado de un esfuerzo vano por obtener algo que ya se había adquirido antes», dijo.
Con su aire carismático, Zarif desgranó las virtudes del acuerdo aunque mantuvo los pies en la tierra apelando a la necesidad de ceder en cualquier proceso negociador: «No decimos que el acuerdo es totalmente favorable a Irán. Quiero enfatizar el hecho de que cualquier trato conlleva dar y recibir y que cada uno abandona parte de sus demandas hasta que lo que se ha dado y recibido logra un equilibrio», puntualizó, añadiendo que el aislamiento diplomático de Israel, tajante detractor del pacto, es la mejor prueba de su éxito.
Siguiendo las directrices del ayatolá Ali Jamenei, el documento sellado será sometido a una minuciosa revisión. La Cámara de Representantes decidió nombrar para ello a un comité formado por quince legisladores.
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