Fuga

La “crisis del jametz” amenaza con liquidar la coalición de Bennett al frente de Israel

La diputada tránsfuga, que ejercía de jefa de la coalición, alegó profundas discrepancias personales para justificar su marcha

Netanyahu acusó de ambigüedad y falta de mano dura a la coalición de Bennett y Yair Lapid, especialmente tras los tres atentados terroristas de la semana pasada, que costaron once vidas.
Netanyahu acusó de ambigüedad y falta de mano dura a la coalición de Bennett y Yair Lapid, especialmente tras los tres atentados terroristas de la semana pasada, que costaron once vidas.ABIR SULTANAgencia EFE

Israel amaneció este miércoles con un anuncio explosivo. El periodista Amit Segal, habitual revelador de exclusivas, tuiteó que hay “una bomba política. El gobierno pierde la mayoría parlamentaria con la salida de Silman de la coalición”.

El primer ministro israelí, Naftali Bennett, se enteró así de la renuncia de la diputada Idit Silman, integrante de la facción Yamina que lidera el premier. La noticia agarró por sorpresa a todos los integrantes de la heterogénea coalición de gobierno, que hace diez meses logró aunar a ocho partidos de dispares ideologías con el propósito de reemplazar a Benjamín Netanyahu al frente del estado judío.

La diputada tránsfuga, que ejercía de jefa de la coalición, alegó profundas discrepancias personales para justificar su marcha. “Mis valores son incompatibles con la realidad presente de la coalición. Escucho las voces de quienes nos votaron, y no puedo permitir seguir devaluando los valores esenciales de la derecha”, escribió en la misiva entregada al premier.

Silman apuntó a la “crisis del jametz” como el detonante final. Durante la festividad de Pésaj (pascua judía), quienes cumplen los preceptos religiosos tienen prohibido el consumo de productos elaborados con levadura, que son retirados del hogar y los comercios durante las fechas sagradas. Recientemente, el ministro de sanidad Nisan Horowitz –líder de la facción laica Meretz-, insinuó que permitiría el ingreso de productos como el pan a los hospitales públicos durante este periodo.

Para Silman, sus declaraciones cruzaron la última línea roja: “intenté apostar por la unidad, pero no permitiré dañar la identidad judía del estado de Israel”. No obstante, hay quienes la acusan de utilizar esta insólita polémica como coartada. A medida que se extendía la tormenta política, salieron rumores de que “Bibi” (Netanyahu) le había asegurado de antemano su ingreso en el Likud y la dirección de un ministerio en caso de retomar el poder. El partido del ex primer ministro ya conocía las intenciones de la diputada de Yamina.

Netanyahu acusó de ambigüedad y falta de mano dura a la coalición de Bennett y Yair Lapid, especialmente tras los tres atentados terroristas de la semana pasada, que costaron once vidas. Entre las bases del nacionalista Yamina, también muchos recelaban de formar parte de un gobierno junto a izquierdistas y árabes. Con su salida de la coalición, la diputada tránsfuga restó el escaño que otorgaba la mayoría al “gobierno del cambio” (61). Si acaba suponiendo unas nuevas elecciones, sería la quinta ronda electoral desde 2019.

Como era previsible, Netanyahu se mostró pletórico. “En Pesaj celebramos la salida del pueblo judío de Egipto. Ahora, bendecimos la salida de Idit Silman, que tomó la decisión correcta. La recibimos con afecto: Idit vuelve a la derecha real”, proclamó. Y apeló a otros diputados nacionalistas de la coalición: “en Israel hay un gobierno con los días contados. Os esperamos, podéis tomar una decisión que salvará al estado de Israel. Volved a casa”.

Las salas de máquinas de los partidos sacaban humo. Por un lado, Bennett reunió de urgencia a los integrantes de su facción –originalmente de seis diputados-, para intentar contrarrestar las presiones que reciben otros para seguir los pasos de Silman. En la oficina de Netanyahu -actual jefe de la oposición- ya empezaron a echar cuentas, y se reunió con la extrema derecha del “Sionismo Religioso” para evaluar sus opciones de volver a gobernar.

Para ello, hay dos opciones. La primera, que el Likud logre pasar por mayoría (61 de 120 escaños) una ley para disolver el parlamento. Ello requeriría del raro apoyo de la Lista Árabe Unificada, pero en el circo político israelí está demostrado que todo es posible. Luego se deberían convocar las quintas elecciones, y esperar que la aritmética sea favorable a “Bibi”, que se encuentra en pleno proceso judicial. Está imputado en tres causas por fraude, abuso de confianza y recibir valiosos regalos.

La otra vía sería formar un gobierno alternativo dentro de la Knesset vigente. Suena a quimera, ya que el Likud y sus aliados naturales de derecha y ultraortodoxos acumulan actualmente 52 diputados, por lo que le seguirían faltando 9. Esta es la vía por la que apuesta la “rebelde” Silman, decidida a “convencer a más amigos” para crear un nuevo ejecutivo dentro de esta misma legislatura parlamentaria.