Francia

La Unión Europea fía su futuro a Macron

Para Bruselas, la victoria de Le Pen en las elecciones de Francia supondría una crisis identitaria en el proyecto comunitario

Emmanuel Macron recibe a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a las puertas del Elíseo
Emmanuel Macron recibe a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a las puertas del ElíseoDPA vía Europa PressDPA vía Europa Press

En el año 2017, el club comunitario contenía la respiración antes de las elecciones presidenciales francesas. Tras el trauma del Brexit y la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, el joven e impetuoso Emmanuel Macron se convirtió en la gran esperanza para combatir al populismo de Marine Le Pen que incluso amenazaba con celebrar un referéndum para que Francia saliera del euro. Sus mítines plagados de banderas europeas y su victoria era el revulsivo que el club comunitario necesitaba después de meses de malas noticias y tras años de encadenar una crisis tras otra.

Cinco años después, un club comunitario absorto en la guerra con Ucrania, sigue confiando en que Macron vuelva a salir victorioso frente a Le Pen y se convierta en un líder reforzado que pueda afrontar cinco años más en un momento de máxima trascendencia para el futuro del club.

Sondeos presidenciales Francia 2022
Sondeos presidenciales Francia 2022Teresa Gallardo

Estos nuevos comicios, que han despertado mucha menos atención que los pasados (al menos antes de la primera vuelta), se producen en un momento en el que la realidad parece haber dado la razón al actual inquilino del Elíseo que lleva postulando desde hace cinco años la necesidad de giro geoestratégico de la Unión Europea que le haga asumir un papel adulto y autónomo en la escena internacional .”Si la agenda francesa y europea normalmente ya se retroalimentan, la guerra en Ucrania ha reforzado algunos de los pilares básicos de la visión macronista para la Unión. El actual inquilino del Elíseo fue el precursor de la recuperación del concepto de poder asociado a la UE, desde su emblemático discurso pronunciado en la Sorbona en 2017, y el pasado mes de enero, durante la presentación de las prioridades

de la presidencia francesa de la UE, reclamaba un impulso sustancial a las políticas de defensa común. Solo unos meses después, con una guerra y miles de muertos en sus fronteras, la UE ha entrado en una fase de rearme, ha reforzado su unidad sancionadora, y el concepto de l’Europe qui protege, que Macron acuñó para resucitar el maltrecho pilar de la Europa social, parece hoy abarcar una nueva acepción”, escribe Carme Colomina, investigadora principal de CIDOB.

Efectivamente, en estas semanas de guerra, el club comunitario ha pisoteado muchos de sus tabúes al, por primera vez en su historia, poner en marcha un fondo común para armar a Ucrania o establecer un sistema de protección automática y sin condiciones para todos los refugiados de la guerra. Además, la contienda y la dependencia respecto al gas ruso obliga a acelerar la transición energética europea y espolea el debate sobre otros asuntos como la reformas de las normas fiscales europeas post- pandemia. Si en los últimos años, Macron había tenido difícil que la siempre prudente Angela Merkel avanzara en esta dirección, ahora el nuevo canciller Olaf Scholz parece decidido a dar grandes paso hacía adelante y abandonar los titubeos.

Sin embargo, Colomina recuerda que esto también puede ser un arma de doble filo. “La duda, tanto para Macron como para la UE, reside en cuánto puede durar el «efecto bandera», que ha favorecido el cierre de filas en torno a la figura presidencial y ha reforzado la transformación geopolítica de la Unión. Por un lado, el francés insiste en recordar que, a pesar de la escalada retórica y bélica, la arquitectura de seguridad europea no estará completa hasta que no se encuentre un encaje para Rusia. Por otro, la misma guerra que fortaleció el liderazgo internacional de Macron, agrava también las penurias económicas de una clase media francesa empobrecida, lo que puede acabar ensanchando la distancia entre el presidente y una parte importante del electorado. El aumento de los precios de la energía se suma a la inflación que ha acompañado a la recuperación pospandemia, y ya hace mella en la economía de empresas y hogares”.

Aquí entra en escena Le Pen, que puede capitalizar fácilmente esta mezcla de descontento y cansancio en un país que ya se movilizó por los chalecos amarillos. Ahora la amenaza ha mutado, pero no por ello resulta menos peligrosa a ojos de Bruselas. Le Pen ya no propugna la salida del club comunitario o del euro, simplemente quiere minar el proyecto de integración europea desde dentro para acometer una profunda reforma que otorgue menos poderes a Bruselas.

El programa de Reagrupamiento Nacional aboga por copiar la estrategia de Viktor Orban en Hungría o Jaroslaw Kaczynski en Polonia: desobedecer aquellas sentencias del Tribunal de Justicia de la UE que contravengan los postulados del gobierno francés, lo que supone poner en jaque uno de los principales dogmas europeos que regula el funcionamiento del club. En cuanto al resto de instituciones internacionales, Le Pen también propugna que Francia salga del mando unificado de la OTAN, justo en un momento en el que la organización militar ha recobrado protagonismo ante la guerra en Ucrania y parece haber superado la fase de “muerte cerebral”, tal y como la definió el presidente francés.

“Macron es el candidato de más continuidad: más gasto en defensa, más equipamiento militar, más cooperación en Defensa, pero no un gran cambio de dirección. Le Pen, por el contrario, marcaría un abrupta ruptura respecto a las últimas décadas de política francesa”, escribe Ian Bond analista del think tank Centre for European Reform. ¿Qué votarán los franceses? ¿Evolución o revolución? Lo cierto es que nadie está preparado en la capital comunitaria para presenciar a Marine Le Pen como inquilina del Elíseo. Sería una sacudida mayor que la del divorcio británico o las tensiones ocasionadas por la deriva autoritaria en los Países del Este. Además, marcaría la respuesta del club comunitario a la guerra en Ucrania en un momento en el que precisamente las tensiones entre los Veintisiete comienzan a ser más palpables por las dudas a la hora de imponer un embargo al gas o al petróleo rusos.