Guerra

La impotencia de la ONU se expone en Kyiv

Su visita, primero al agresor y luego al agredido, esconde mal los límites de la organización mundial que, en principio, tiene la vocación de restablecer la paz

El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, llegó a Ucrania el miércoles pasado. Era su primera visita desde que comenzó la invasión rusa el 24 de febrero, tras reunirse con Vladimir Putin, con el objetivo de ampliar la ayuda humanitaria y garantizar la evacuación de los civiles de las zonas de combate.

En realidad, la visita del jefe de la ONU - primero al agresor y luego al agredido - tras más de dos meses de masacres esconde mal, una vez más, los límites de la organización mundial que, en principio, tiene la vocación de mantener y restablecer la paz (internacional) entre dos Estados soberanos, piense lo que piense el señor Putin. Si hace unos meses, a ojos de algunos dirigentes, la OTAN era una organización obsoleta o en estado de muerte cerebral, la guerra de Ucrania a las puertas de Europa y Occidente ha dado vida al espíritu colectivo de defensa militar.

Nunca la organización transatlántica había visto tanta convergencia entre sus miembros frente a Rusia, un país de nuevo enemigo tras un intermedio de cooperación que siguió a la Guerra Fría antes del ataque contra Georgia en 2008 y la anexión de Crimea en 2014. La situación ruso-ucraniana ha confirmado, de hecho, la necesidad de reformar y adaptar los mecanismos de la organización al cambio y a los desafíos geopolíticos del siglo XXI. La cumbre de Madrid del próximo verano será el escenario de las discusiones y negociaciones en este sentido.

En cuanto a la ONU, las esperanzas de una revisión profunda de sus estructuras y mecanismos decisionales en la Asamblea General y el Consejo de Seguridad están lejos de ser la fuente de un cambio significativo. Al contrario. Hasta tal punto que cabe preguntarse por la utilidad de una organización que, de hecho, nació de un viejo fracaso de la primera guerra mundial - la Sociedad de las Naciones- y en el contexto doble del holocausto nazi y del choque ideológico americano-soviético. Sin embargo, Stalin, Roosevelt, De Gaulle y Mao, actores y detractores del “Grand Machin” - parafraseando al general francés - forman parte de una realidad internacional en los manuales de historia.

La ONU tiene más de 75 años y, debido a su gran edad, se enfrenta a dificultades financieras. Sus costes de funcionamiento son elevados, mientras que muchos países no están al día con sus contribuciones. Estados Unidos es el mayor donante, con un 25% del presupuesto de la organización. Este peso económico les permite imponer sus posiciones hasta cierto punto.

Además, ¿Cómo la ONU puede funcionar bajo la influencia de un control y de un sistema político e institucional tan anacrónicos, tan poco representativos del peso de los actuales Estados miembros (51 en su creación y más de 190 en 2022)? Resulta paradójico que una institución tan democrática - al menos en sus principios - conserve el derecho de veto que otorga poderes absolutos a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, lo cual es contradictorio con el principio de igualdad de los Estados miembros. El uso abusivo del derecho de veto paraliza el buen funcionamiento de la organización. Hasta ahora, muchas misiones diplomáticas de la ONU han fracasado (crisis israelí-palestina, crisis ucraniana, República Democrática del Congo, etc.). ¿Dónde están los Estados africanos y latinoamericanos que, al igual que los países occidentales, están sufriendo - además de los conflictos y desastres humanitarios que ya padecen - las consecuencias de la operación “muy” especial del Sr. Putin?

Ahora bien, teóricamente sería posible que la Asamblea General de la ONU se saltara el bloqueo del Consejo de Seguridad, con la resolución Acheson adoptada el 3 de noviembre de 1950 por iniciativa del Secretario de Estado estadounidense Dean Acheson en el contexto del conflicto norcoreano. Se trata de una resolución que amplía los poderes de la Asamblea General en materia de mantenimiento de la paz. En cualquier caso, en el que parezca haber un acto de agresión y en el que, por no haberse podido alcanzar la unanimidad entre sus miembros permanentes, el Consejo de Seguridad esté bloqueado, la Asamblea General examina el asunto para hacer recomendaciones sobre las medidas colectivas a adoptar. De las 70 operaciones de mantenimiento de la paz que se han llevado a cabo desde la creación de la ONU, sólo una fue autorizada por la Asamblea General, en 1956 en el contexto de la crisis del Canal de Suez.

La utilización de esta resolución para la guerra en Ucrania es delicada. Ni la ONU ni la OTAN quieren abrir la caja de Pandora nuclear, ya que Rusia es la primera potencia mundial. Lejos de una reforma imperiosa de la ONU, la respuesta al conflicto vendrá más bien de las medidas y sanciones económicas contra Rusia, en un contexto global y coordinado entre las principales potencias internacionales.