Nuevo escenario

El mundo vuelve a “la normalidad”: la guerra de Ucrania no es un acontecimiento de importancia global

La invasión rusa no descarrilará la economía internacional ya que los gobiernos occidentales poseen un arsenal anticrisis

Un pozo petrolero en Texas
Un pozo petrolero en TexasANGUS MORDANT

Cuatro meses y medio después del inicio de la invasión rusa de Ucrania, la mayoría de las tendencias políticas causadas por la desesperada acción de Putin siguen sin estar del todo claras, pero algunas de las económicas han dado un giro sorprendente. La más destacada, diría yo, es el precio del petróleo, que se preveía que podría superar los 200 dólares por barril después de que las tropas rusas cruzaran la frontera ucraniana el pasado 24 de febrero. En menos de dos semanas se disparó un 35%, alcanzando un máximo de 131,4 dólares por barril de Brent el 7 de marzo. Sin embargo, esta semana ha recuperado los niveles previos a la guerra volviendo a caer hasta los 98 dólares por barril.

Esto ha sucedido a pesar del embargo estadounidense y europeo sobre el petróleo ruso y de la fuerte subida de los precios del gas natural, que ahora equivalen a 204 dólares/barril de petróleo si se convierte en unidad térmica británica. La caída del 20% de los precios del petróleo se produjo sólo en los últimos diez días, cuando los dirigentes rusos amenazaron al mundo con precios de hasta 400 dólares/barril que podrían producirse si Occidente intenta bloquear totalmente los envíos rusos e introduce sanciones secundarias contra los compradores de hidrocarburos rusos, y Reuters y Bloomberg hablaron sobre una posible horquilla de 185-190 dólares/barril. ¿Por qué se ha producido esta caída y qué significa para la economía mundial?

En mi opinión, la nueva tendencia parece natural debido a, al menos, tres razones. En primer lugar, la subida de los precios del petróleo coincidió con el repunte de la inflación, tanto en EE UU como en Europa, provocado principalmente por las “inyecciones” monetarias relacionadas con la covid en las principales economías. Con 5 billones de dólares (o el 26% del PIB de 2019) en EE UU, 2,4 billones de euros (o el 15,5% del PIB) en la UE y 410.000 millones de libras (o el 18% del PIB) en Reino Unido aportados por los bancos centrales y los gobiernos, no cabía esperar que la inflación se descontrolara. Pero los precios del petróleo aumentaron el temor de que las economías occidentales se enfrentasen a una recesión, y esta sensación las empujará ahora a la baja.

En segundo lugar, fue evidente que el embargo sobre el petróleo ruso no se traduciría tanto en el control de su suministro como en su suministro a nuevos destinos a precios mucho más reducidos (el importe del descuento se estimó en 32-34 dólares/barril cuando los precios del Brent rondaban los 115 dólares/barril). Así, el mundo simplemente empezó a prepararse para el aumento de los suministros baratos. En tercer lugar, la iniciativa del G7 de imponer un tope al precio del petróleo ruso por debajo de los 60 dólares/barril tuvo eco en todo el mundo, lo que no condujo a un repunte del mercado, sino al establecimiento de nuevos objetivos de precios a niveles mucho más bajos. Al parecer, nadie creía que Rusia pudiera recortar sus exportaciones en cinco millones de barriles al día, ya que ahora se acumulan las pruebas de que Moscú utiliza todas las opciones existentes para vender más petróleo a antiguos y nuevos “socios” como China e India.

Me gustaría añadir que esta tendencia de los precios del petróleo no es la única. Los futuros del trigo se dispararon un 62% entre el 23 de febrero y el 7 de marzo, y los líderes mundiales más respetados, incluido el Secretario General de la ONU, advirtieron de que el mundo se quedaría sin grano en unas diez semanas, pero incluso mientras cerca de 22 millones de toneladas de diferentes cosechas siguen atascadas en los puertos ucranianos, el precio cayó un 27% en las últimas tres semanas, alcanzando también los niveles previos de la guerra. Lo mismo puede decirse de los metales, la carne de vacuno, el azúcar y muchas otras materias primas. Creo que el mundo “vuelve a la normalidad” empezando a entender que la guerra ruso-ucraniana, termine como termine, no es un acontecimiento de importancia global, y no descarrilará la economía internacional ya que los gobiernos occidentales poseen muchas medidas anticrisis que ya han sido utilizadas en EE UU en 2008-2009 y en 2020-2021, y en Europa en 2013-2014 y de nuevo en 2020-2021.

Sin embargo, desde el punto de vista político, esta tendencia puede acabar con la actitud ampliamente aceptada del actual aumento de precios como “la subida de precios de Putin”, tal y como la calificó Joe Biden, diciendo que las acciones del líder ruso son responsables de alrededor del 70% de las subidas generales del arroz en Estados Unidos. La inflación en EE UU saltó del 2,5-2,6 por ciento al 6,5 por ciento en octubre de 2021, mientras que en la eurozona se produjo el mismo cambio dramático en enero de 2022 - ambas brechas ocurrieron antes de la invasión rusa de Ucrania. La inflación actual en EE UU y Europa debe atribuirse a los resultados de la respuesta antipandémica de los gobiernos occidentales y ser el resultado del ajuste de la economía al levantamiento de las restricciones relacionadas con la covid.

Los consumidores empezaron a gastar más, las empresas ya no están subvencionadas como lo estaban durante los confinamientos, el primer verano real post-pandemia está en su apogeo, así que la gente está dispuesta a gastar más. La inflación de 2021-2022 no se origina en los precios de las materias primas como la que se produjo en 1978-1980, sino en el aumento de la oferta monetaria. Las subidas de los precios del petróleo y del trigo no hacen más que acelerarla un poco, y ahora este factor se agota rápidamente.

Para terminar, diría que la última tendencia parece muy alentadora. Vendría a ser que el efecto de la guerra en la economía mundial disminuirá, y que la caída de los precios de las materias primas reducirá las cifras de inflación a partir de julio o agosto. Esto, a su vez, puede permitir a los bancos centrales evitar fuertes subidas de los tipos de interés y calmar el sentimiento de los inversores, haciendo que los mercados bursátiles repunten en todo el mundo. El petróleo y el gas natural se han considerado las armas definitivas de Putin, y si es cierto que incluso las sanciones contra los suministros rusos y los descensos moderados de los envíos de petróleo y gas desde Rusia no consiguen mantener los precios en los niveles que alcanzaron en las primeras semanas de la guerra, la economía mundial podría ser mucho más inmune a las aventuras del dictador loco de lo que se preveía.