Precio del gas

Crisis energética: ¿el final del modelo alemán?

Berlín se reinventa contra reloj tras décadas de crecimiento basado en el gas ruso barato, mientras intenta paliar las consecuencias sociales de la subida de la luz

El canciller alemán, el socialdemócrata Olaf Scholz, atraviesa sus peores niveles de popularidad
El canciller alemán, el socialdemócrata Olaf Scholz, atraviesa sus peores niveles de popularidadCLEMENS BILANAgencia EFE

¿Está el modelo alemán en entredicho? ¿Puede seguir el país siendo una de las potencias mundiales y uno de los mayores exportadores pese a prescindir del gas ruso barato en el cual ha basado su modelo de crecimiento? ¿Qué ocurrirá con las empresas más dependientes de los combustibles rusos y qué medidas se tomarán para parar la creciente pobreza? Son preguntas que están en los medios y la opinión pública desde la invasión rusa de Ucrania en febrero.

La profesora Barbara Riedmüller, experta en Política Social del Instituto de Ciencias Políticas Otto Suhr de la Universidad Libre de Berlín explica a LA RAZÓN que «es obvio que los grupos de menores ingresos en su conjunto están sufriendo la crisis», en relación a las consecuencias de la guerra contra Ucrania, la inflación y la subida del precio de la energía. La experta alerta de que «la pregunta central estará en las medidas que el Gobierno lleve a cabo para evitar la pobreza». Según ella, será necesario «poner en marcha programas específicos» para atender a personas que hasta ahora no tenían problemas económicos.

«En Alemania esto será difícil, porque en este momento los grupos de ingresos medios también están en peligro de caer en la pobreza y no hay instrumentos que se hayan probado en el pasado para estos grupos». La investigadora social cree que esta nueva situación podría aumentar «el riesgo de conflicto social, porque los conflictos de distribución siempre desafían la agitación política». En su opinión, «es de esperar que los inmigrantes sean los primeros en sufrir» y teme que «los grupos de ultraderecha vean esto como una oportunidad».

Los precios de consumo en Alemania han subido alrededor del 8% en los últimos meses y muchas familias y empresas encuentran que no tienen forma de hacer frente a todas las facturas. Un 60% de los alemanes no conseguirá ahorrar, sino que tendrá que emplear todo su salario en pagar las facturas, aseguraba el jefe de las Cajas de Ahorros Alemanas (DSGV) Helmut Schleweis. Un 40% no tiene ahorros. Casi dos millones de alemanes tienen que acudir a centros de donación de alimentos para llegar a fin de mes y el número ha aumentado con la guerra de Ucrania, por la llegada de más refugiados y la subida de precios.

El aumento del precio del gas y la electricidad, que se ha multiplicado en los últimos meses, suponen un problema existencial que el Gobierno trata de contrarrestar con medidas cuya financiación no está clara. El ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner, quiere reintroducir el freno de la deuda constitucional que se anuló durante la pandemia y rechaza la propuesta del Partido Socialdemócrata (SPD) y Los Verdes de crear un impuesto a las empresas que hayan tenido beneficios extraordinarios desde el comienzo de la guerra. El ministro de Trabajo, Hubertus Heil, aboga por cancelar el freno de la deuda ante la situación excepcional que atraviesa el país para evitar perder empleos y volver a aplicar programas de trabajo a tiempo parcial subvencionado si fuera necesario.

El historiador Andreas Rödder explicaba a «Die Welt» que teme que «todo el modelo empresarial alemán ya no funciona». Según él, éste «se apoyaba en tres pilares: Importaciones de energía barata de Rusia, dependencia económica de China y seguridad proporcionada por EE UU y la OTAN sin que paguemos nuestra parte». Otros expertos creen que la situación no es tan dramática. El profesor de Macroeconomía del Instituto para la Investigación Económica (DIW) Alexander Kriwoluzky, explica a LA RAZÓN que «el bajo volumen de gas ruso suministrado se refleja sobre todo en los altos precios de la energía» y cree que hay una confusión al hablar de la dependencia alemana de Rusia: «Uno de los motores de los precios de la energía es el aumento de los precios en el mercado mundial debido a la guerra en Ucrania y no el hecho de que la industria alemana dependa del gas ruso».

Lo cierto es que las exportaciones alemanas han bajado y las importaciones aumentan, por lo que el miedo a una recesión es real. En cuanto a la posible pérdida de competitividad de la economía alemana, cree que en el debate se está exagerando el peso del papel del gas ruso, más barato que el gas que el Gobierno está comprando a marchas forzadas en otros mercados, para el conjunto de la economía de la primera potencia europea. «Es absolutamente cierto que la compra de energía muy barata era y ya no es un activo local, pero también hay otras ventajas de Alemania, como su ubicación central, trabajadores cualificados bien formados y, sobre todo, un entorno político seguro para las inversiones, que también tienen una gran demanda en estos momentos», cuenta Kriwoluzky.

Ante la pregunta de si el país debe temer el cierre masivo de empresas, el experto es tajante: «No doy por hecho que Alemania se desindustrialice, sino que considero que estos escenarios son catastrofistas».

Agrio debate en el Bundestag entre Scholz y Merz

El canciller Olaf Scholz y el líder de la alianza conservadora CDU/CSU, Friedrich Merz, protagonizaron ayer un tenso debate en el Bundestag por las medidas aprobadas por el Gobierno para hacer frente a los altos precios de la energía. «Quien busca la división, pone en peligro la cohesión de este país y eso es un error», replicó Scholz a Merz en el marco de un debate sobre los próximos presupuestos federales. «No subestime a nuestro país. No subestime a los ciudadanos y a las ciudadanas de este país», pidió el canciller.

Scholz, que suele leer sus discursos, dejó sus apuntes a un lado y habló de forma espontánea para acusar en repetidas ocasiones a la CDU/CSU de graves fracasos durante la etapa de Angela Merkel. Las palabras del canciller han tenido lugar después de que Merz se mostrara muy crítico con los planes gubernamentales, en especial con los anunciados por el ministro de Economía, el verde Robert Habeck, de no permitir que las últimas tres centrales nucleares operativas del país sigan funcionando.