Nuevo foro
Europa exhibe en Praga su unidad frente a Moscú
Los Veintisiete estrechan lazos con sus vecinos en la primera cumbre de la Comunidad Política Europea, que reúne a 44 países
Siendo fiel al tópico, una imagen vale más que mil palabras. Más de cuarenta países europeos se reunieron ayer en Praga para celebrar la primera cumbre de la Comunidad Política Europea. Un proyecto que suscita más dudas que certezas sobre su cometido, pero que, de momento, ha conseguido lo que pretendía: ofrecer una imagen de aislamiento internacional de Vladimir Putin en plena ofensiva contra Ucrania. El objetivo es que el encuentro se repita dos veces al año. Los próximos anfitriones serán Moldavia, España y Reino Unido.
La UE ha invitado a esta cita a 17 vecinos con mejores o peores relaciones: desde los países de los Balcanes que ansían formar parte del club y algo escamados por tanta espera; hasta algunos que lo han abandonado recientemente como Reino Unido; otros tan imprescindibles desde el punto de vista geoestratégico como la Turquía de Recep Tayyip Erdogan o la propia Ucrania, cuyo presidente, Volodimir Zelenski, intervino por vía telemática. Los únicos que no tenían cabida eran Rusia y Bielorrusia, fiel aliada del Kremlin.
«Me gustaría felicitaros ya que, gracias a esta iniciativa, tenemos no solo otro formato de cooperación en Europa, sino también una oportunidad extremadamente poderosa de restaurar la paz en Europa», aseguró el presidente ucraniano para después añadir que «no hay representantes de Rusia entre nosotros, un Estado que geográficamente parece pertenecer a Europa, pero que desde el punto de vista de sus valores y comportamiento es el Estado más antieuropeo en el mundo».
La idea de una Comunidad Política Europea fue sugerida por Emmanuel Macron hace unos meses desde la sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo, sin que quedase demasiado claro a qué se estaba refiriendo. Muchos interpretaron que el presidente francés quería establecer una especie de sala de espera o purgatorio para aquellos países en vías de incorporarse a la UE, como una manera de aliviar en cierta forma el proceloso camino de adhesión europeo que puede dilatarse durante décadas. Esta hipótesis cobraba sentido teniendo en cuenta que Macron siempre ha batallado para endurecer los requisitos de entrada en el club y siempre ha defendido que la relación de la UE con sus vecinos –como modo también de responder a la creciente influencia de China y Rusia– no debe implicar de manera automática una promesa de ampliación.
«Se trata primero de mostrar un mensaje de unidad europea y, para todos los europeos –sean miembros o no de la Unión Europea– de construir una intimidad estratégica», dijo el mandatario galo a su llegada a la reunión.
Independientemente de las intenciones, las instituciones europeas vieron en este nuevo formato la posibilidad de poner en marcha un foro para abordar la seguridad del continente, una misión que otros organismos como la OSCE o el Consejo de Europa no han sido capaces de cumplir. La presencia de Reino Unido en esta nuevo proyecto también permite que los Veintisiete vuelvan a relacionarse con su antiguo socio sin que el trauma del Brexit y los flecos aún por completar del divorcio empañen cualquier otro ámbito. «Europa se enfrenta a su mayor crisis desde la Segunda Guerra Mundial. Y la hemos afrontado juntos con unidad y determinación. Debemos seguir manteniéndonos firmes para garantizar que Ucrania gane esta guerra, pero también para hacer frente a los desafíos estratégicos que ha mostrado», declaró la primera ministra británica, Liz Truss. La nueva inquilina de Downing Street se ha distanciado de la postura de Boris Johnson, que despreció este iniciativa.
De momento, el mayor éxito reside en que nadie ha rechazado la invitación, aunque sea difícil encontrar avances en concreto más allá de la voluntad de seguir reuniéndose. De hecho, la presidencia checa que ha organizado este acto ha preferido renunciar a elaborar un comunicado final conjunto. A pesar de la imagen de unidad frente a Putin, las tensiones entre algunos participantes son más que evidentes como las protagonizadas por Serbia y Kosovo, Turquía con Grecia y Chipre o Armenia y Azerbaiyán. Demasiados frentes abiertos.
«Los 44 países que están congregados hoy comparten el mismo continente y hacen frente a los mismos desafíos en términos de seguridad y estabilidad», explicó el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.
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