Divorcio con la UE

Clamor en Reino Unido: recesión, inmigración fuera de control y tres fabricantes de coches que amenazan con irse

Incluso Nigel Farage, ex líder del UKIP, lamenta que los británicos sufren ahora más burocracia y regulaciones que cuando pertenecían a la Unión Europea

Nigel Farage
El exlider del UKIP Nigel FarageFrancisco SecoAgencia AP

Por mucho que el excéntrico Boris Johnson pretendiera presentarse como el `rockstar´ de la causa euroescéptica siempre se ha considerado como verdadero protagonista del Brexit a Nigel Farage. Pese a no contar con ningún escaño en Westminster fue su popularidad y el apoyo que recabó su partido UKIP -a costa de robar votos a los conservadores- lo que acabó forzando a los `tories´ a prometer el referéndum sobre la permanencia de la UE.

Con un discurso populista y antiinmigración, no exento de mentiras, Farage acabó consiguiendo su objetivo para sacar a Reino Unido del bloque recalcando que esta era la única manera de “recuperar el control” y deshacerse de la “innecesaria burocracia de Bruselas”. Pero hasta el mismísimo arquitecto del histórico divorcio reconoce ahora que “el Brexit ha fracasado”.

“Lo que ha demostrado, me temo, es que nuestros políticos son tan inútiles como lo fueron los comisionados en Bruselas. Hemos manejado esto totalmente mal y si miras cosas simples, como el impuesto de sociedades, estamos alejando los negocios de nuestro país. Posiblemente, ahora que volvemos a tener el control, estamos regulando nuestros propios negocios incluso más de lo que lo estaban como miembros de la UE”, matizó en una entrevista con la BBC, cuyo vídeo se ha convertido ya en viral.

Lógicamente todo hay que leerlo en clave electoral para los comicios generales del próximo año. Con el Brexit consumado, a Farage -íntimo amigo de Donald Trump- se le ha terminado la gallina de los huevos sobre la que cimentó toda su carrera. Y ahora recalca que `Reform UK´ -su nueva formación- es la única que puede implantar el verdadero cambio.

Lo cierto es que son muchos los votantes conservadores que se sienten defraudados con el Ejecutivo. La burocracia ha aumentado. Y la economía no avanza como se esperaba. Reino Unido será el único país del G-7 que experimentará una contracción en 2023. Y lejos de recuperar el control de las fronteras, la migración neta (la diferencia de los que llegan respecto a los que se van) alcanzó en 2022 un nuevo récord con 606.000.

El propio núcleo duro euroescéptico de las filas conservadoras considera que el `premier´ Rishi Sunak les ha traicionado. Pese a que en su momento hizo campaña por salir de la UE, el mandatario se muestra ahora moderado y pragmático. Y su último movimiento ha creado todo un cisma en su formación.

Sunak había prometido desechar toda la legislación que aún queda de la UE en sus primeros 100 días en el cargo. Es más, grabó un video de campaña para las primarias que lo mostraba metiendo resmas de papel etiquetados como “legislación de la UE” en una trituradora. Y, sin embargo, ahora ha dado un repentino volantazo al anunciar que sólo 600 de las más de 4.000 normativas comunitarias que prometió revocar para fin de año serán desechadas.

La ministra de Negocios, Kemi Badenoch, reconoció que había “riesgos de inseguridad jurídica” si todas se derogaban para finales de diciembre. “Cumpliremos con nuestras promesas de culminar el Brexit sin abandonar los elevados estándares exigidos. No nos dedicaremos a anular leyes sólo porque sí, y retendremos aquellas que sean clave para el eficaz funcionamiento de nuestras industrias y empresas”, aseguraba.

Las explicaciones no han calmado los ánimos en una formación que cada vez ve más cerca la pérdida del poder. Las encuestas vaticinan que las generales del próximo año pondrán fin a un ciclo `tory´ que acumula ya trece años en Downing Street. Las últimas locales de mayo, en las que los conservadores perdieron más de mil asientos, se han interpretado como toda una declaración de intenciones.

La promesa de ejecutar el Brexit fue precisamente lo que garantizó a Boris Johnson una victoria en las generales de 2019 no vista desde los tiempos de Margaret Thatcher. Los conservadores consiguieron el apoyo del Muro Rojo del norte de Inglaterra, tradicionalmente laborista. E incluso de aquellos votantes que no abogaron por el divorcio, pero querían pasar página tras largos años de estancamiento en Westminster.

Pero el Brexit ya es una realidad. Y la tierra prometida de la hablaban los euroescépticos cual apóstoles no ha llegado. Nada más lejos de la realidad. Los problemas son continuos. La última víctima está siendo el sector automovilístico en Reino Unido, una industria que emplea a alrededor de 800.000 personas. Tres grandes fabricantes de automóviles mundiales – Ford, Jaguar Land Rover y Stellantis- han advertido al Gobierno que si no renegocia el acuerdo comercial con el bloque tendrán que cerrar varias plantas en suelo británico.

Las normas actuales exigen que el 40 % del valor de las piezas de un vehículo eléctrico se obtenga en el Reino Unido o la UE si se quiere vender al otro lado del Canal de la Mancha sin pagar un 10% de aranceles. Pero el próximo año esta proporción aumentará al 45 %. Debido a que la mayoría de las baterías de los vehículos eléctricos todavía se importan de Asia -y las baterías representan una gran parte del costo- los productores recalcan que será imposible superar el nuevo umbral.

Es la primera vez que los fabricantes de automóviles instan explícitamente a las autoridades para una renegociación del pacto de divorcio. Y las presiones no sólo son para Londres sino también para Bruselas. Lo que se pide a ambas partes es que el aumento del umbral exento de aranceles se retrase, al menos hasta 2027, para dar tiempo a que las fábricas europeas comiencen a producir suficientes baterías para reducir la dependencia de Asia.

Desde Downing Street explican que la situación ya se ha planteado a la Comisión Europea. “Reconocemos que es un problema, no solo para nosotros sino también para ellos. Tenemos que encontrar una solución”, matiza un portavoz. Pero de momento no parece que la negociación vaya a ser fácil. Un funcionario de la UE dijo que Bruselas “no estaba abierta a cambios en las reglas de origen”. “Se ha dado tiempo a las partes interesadas para que se adapten y se les recomienda que utilicen el tiempo de transición proporcionado”, agregó. Con todo, la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (Acea) asegura que el establecimiento de una cadena de suministro de baterías totalmente integrada en Europa para el próximo año es simplemente irreal. Por su parte, VDA, el grupo de presión de la industria automovilística alemana, señala que si no se realizan “ajustes urgentemente” al acuerdo de divorcio los aranceles supondrían “una desventaja competitiva significativa para la industria automovilística europea en relación con sus competidores asiáticos en el tan importante mercado británico”.

Fue en la Nochebuena de 2020, a tan sólo siete días de que terminara el periodo de transición, cuando Londres y Bruselas consiguieron cerrar `in extremis´ un acuerdo comercial para regular las relaciones entre ambas partes, evitando así el precipicio que habría supuesto un Brexit duro. El pacto tiene que revisarse cada cinco años. El líder laborista, Keir Starmer, favorito en las encuestas para convertirse en el próximo primer ministro británico promete tener una relación mucho más estrecha con la UE. Pero la industria automovilística no puede esperar tanto tiempo.