Venezuela
Grietas en el Ejército de la represión
El régimen de Nicolás Maduro cierra filas y blinda sus sistema represor. La cuenta atrás para celebrar su Constituyente ha comenzando. Siguiendo las indicaciones del número dos del chavismo y aspirante a relevarlo, Diosdado Cabello, desde diciembre depura las fuerzas armadas -FAN-rodeándose de militares afines a la causa. La última reforma la hizo el martes a sabiendas de que en los cuárteles hay inquietud. Una sublevación nunca puede descartarse. Y si no, que se lo digan al fallecido Hugo Chávez.
La mayoría de los nuevos jefes militares de Venezuela, nombrados esta semana por el presidente Nicolás Maduro, enfrentan denuncias de diputados opositores por violar los derechos humanos durante los últimos casi tres meses de protestas antigubernamentales. Efectivos de la Guardia Nacional y la Policía Nacional Bolivariana han sido grabados golpeando, disparando y hasta robando a participantes en las protestas, en medio de las que han muerto al menos 75 personas. El último un chico de 22 años al que la Guardia Nacional Boliviana disparó a quemarropa. El lunes otro policía asesinó a un menor de edad en las protestas.
Las altos mandos militares se han excusado asegurando que son comportamientos exclusivos de «manzanas podridas» y que no representan el comportamiento regular de las Fuerzas Armadas. De hecho, los agentes implicados en la matanza han sido apartados. Sin embargo, la oposición desconfía de estas medidas y más a tenor de los cambios realizados en la cúpula militar. Con la consigna de «a ganar la paz, que es nuestra meta», Maduro reemplazó al jefe de la Guardia Nacional, el mayor general Antonio Benavides, por el también mayor general Sergio Rivero. Los nuevos jefes del Ejército, la Armada, la Aviación y del Comando Estratégico Operacional, el máximo órgano de planificación y ejecución de las Fuerzas Armadas, también están incluidos en la denuncia opositora. El Ministerio Público no se ha pronunciado sobre estas acusaciones.
«Generales y almirantes que denunciamos ante el Ministerio Público por cometer atrocidades contra venezolanos, son premiados y ascendidos», nos cuenta la diputada opositora Gabriela Arellano. «Que quede claro que el ser ascendidos no los exime de la responsabilidad de las atrocidades cometidas», agrega. Rivero habría sido denunciado por torturas en el 2004, según Rocío San Miguel, presidenta del Consejo Ciudadano para la Seguridad, la Defensa y las Fuerzas Armadas.
Por otra parte, en el marco de un plan de empleo juvenil anunciado en un acto con seguidores, Maduro ordenó el ingreso de 20.000 jóvenes a la Policía Nacional y otros 20.000 a la Guardia Nacional. También ratificó al general Vladimir Padrino como ministro de Defensa, otro funcionario criticado por el papel de las Fuerzas Armadas en la contención de las protestas.
La disidencia
La trayectoria de Hebert García Plaza por el Gobierno de Nicolás Maduro fue profusa. Desde el propio año 2013, cuando el heredero de la revolución asumió el poder después de las elecciones de abril, el miembro de la FAN estuvo vinculado con altas responsabilidades económicas. García Plaza estuvo activo como funcionario desde 2010, cuando el fallecido presidente Hugo Chávez lo nombró viceministro de Servicios del Ministerio de Defensa. Encabezó, también, la ola de inspecciones, fiscalizaciones e imposición de sanciones a otras tiendas del ramo, pero también a expendedores de ropa, zapatos y juguetes. Los comercios fueron obligados a reducir dramáticamente el precio de sus productos, lo que generó compras masivas que redujeron de forma importante el stock de las tiendas. El hecho es recordado comúnmente entre los venezolanos como «el Dakazo».
Hasta el 2 de septiembre de 2014, García Plaza se encargó del Ministerio del Poder Popular para la Alimentación. Sin embargo el general también se mostró crítico con el Cencoex, el organismo encargado de las importaciones. Es ahí cuando ocurrió una quiebra de confianza y fue apartado. En esa fecha, el presidente Nicolás Maduro anunció un esperado cambio en los cargos ministeriales y lo sustituyó por Iván José Bello. «Con los nuevos nombramientos, el presidente Maduro con su vicepresidente, Tareck El Aissami, y el ministro de Relaciones Interiores Néstor Reverol, han conformado una fuerza militar, policial y de persecución más numerosa y fuerte que los otros componentes en total», advierte García Plaza, resaltando la colateral decisión de Maduro de incrementar el número de efectivos de Guardia Nacional.
«Todo esto indica, claramente, que no confían en la lealtad de los otros componentes de las Fuerzas Armadas de cara al proceso de la Constituyente que pretenden llevar a cabo el 30 de julio», añade. El Aissami y Reverol tienen investigaciones abiertas por narcotráfico en Estados Unidos.
Por otra parte, y aunque las fuentes oficiales lo niegan, 14 militares habrían sido detenidos a primeros de junio acusados de conspirar contra el Gobierno. El propio gobernador de Miranda Henrique Capriles, afirmó a este diario que los efectivos seguían ayer presos.
Precisamente la oposición ha llamado varias veces a los oficiales a que se subleven contra el Gobierno, algo que por ahora, parece complicado. Nicolás Maduro ha ido haciendo una criba en los cuarteles entre aquellos críticos con su Administración, leales a Hugo Chávez que no miran con buenos ojos el rumbo que ha tomado el actual mandatario y «los maduristas». Muchos han pasado a la reserva para evitar precisamente, que influyan en los cuarteles. Otros han huido.
De hecho, en abril tres altos cargos venezolanos solicitaron refugio en Colombia, acusados por el Gobierno de Nicolás Maduro de deserción.
Alfredo José Rodríguez, José Alejandro Méndez y Ángel David Mogollón son los efectivos que a través de un vídeo se declararon en rebeldía contra el Gobierno venezolano y huyeron de su país a finales de marzo. Los tres ya tienen salvoconductos que los acreditan como solicitantes de refugio. El teniente Méndez afirma desde Bogotá por teléfono que «la institución está diezmada» y que el «Gobierno quiere aparentar a través de los medios de comunicación un supuesto poder de fuego, sin embargo, desde el Palacio de Miraflores saben que hay muchos más militares que se oponen a la actual gestión y tienen miedo».
«La mayoría no está recibiendo lo suyo, hay descontento porque los sueldos son muy bajos. Es verdad que los militares han ganado poder dirigiendo diferentes cárteles pero el soldado raso pese al adoctrinamiento que nos inculcan en las academias, no está de acuerdo con lo que está pasando. En especial, con la represión al pueblo. Hay mucho odio pero también recelo hacía los que se están llevando la gran tajada», afirma. A este respecto el analista Juan Pardo de la Universidad Católica, Andrés Bello, asegura a LA RAZÓN: «Maduro ha decidido dar el poder a Cabello, un viejo halcón del Ejército, para calmar las aguas. Básicamente le permite poner orden y manejar los negocios en la sombra a cambio de contener a los militares», concluye.
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