Mercenarios

El Grupo Wagner confirma su permanencia en África y apuesta por expandirse

Tras varias semanas de dudas, un nuevo anuncio de la compañía rusa de mercenarios deja entender que su presencia en el continente africano continuará

ace masks depicting Russian President Vladimir Putin, right, and owner of private military company Wagner Group Yevgeny Prigozhin are displayed among others for sale at a souvenir shop in St. Petersburg, Russia.
Máscaras de Putin y Prigozhin. Agencia AP

Es oficial. El grupo Wagner se quedará en África. Tras varias semanas de incertidumbre con motivo de la marcha de Prigozhin contra Moscú, donde el futuro de la compañía mercenaria quedaba en suspenso, un nuevo cartel publicitario compartido por Wagner en sus redes sociales destierra de una vez todas las teorías que daban al grupo por acabado.

Tres soldados blancos, vestidos con uniforme de camuflaje y con sendos fusiles colgados del hombro, miran con cara de tipos duros hacia el espectador y con lo que aparenta ser una selva difuminándose a sus espaldas. Sobre ellos, escrito en francés, la PMC Wagner “propone sus servicios para asegurar la soberanía de los Estados y proteger a las gentes de África contra los militantes y los terroristas”. Debajo, un email de contacto. Y más abajo todavía, en el borde inferior del cartel, se aclara con letra pequeña que “diversas formas de cooperación son posibles, que no entran en contradicción con los intereses de Rusia”.

Wagner no sólo se queda en África. Wagner quiere expandirse en el continente de las oportunidades. Y resulta significativo que las palabras “para asegurar la soberanía” aparezcan escritas con un tamaño de letra mayor al resto del texto. Esto se debería a que la principal baza que juega Wagner a la hora de aproximarse a los gobiernos africanos pasa por garantizar la independencia efectiva de los mismos con respecto a la presión que puedan percibir por parte de Europa. Es un caso que ha podido comprobarse en Mali, donde la presencia rusa a la hora de combatir contra la amenaza yihadista que asola la región ha sido directamente proporcional al paulatino abandono, primero de la misión francesa, y luego de la retirada del país de Naciones Unidas y de la Unión Europea.

Wagner ha construido cuidadosamente su identidad en África durante los últimos años, apostando por potenciar su imagen de compañía militar privada sin intereses aparentes en lo que respecta a Rusia. Los gobiernos africanos pagan un servicio que ellos ofrecen, igual que cualquier otra empresa, sin más intereses que los que pueda desear su cliente. Así podría entenderse la última parte del cartel, cuando se menciona la intención de no contradecir los intereses rusos. Wagner pretende decir con esta afirmación que sus intereses no son los mismos que los de Rusia, que sus intereses son la soberanía de los Estados africanos o lo que sea que desee su cliente, hasta el punto en que sienten la necesidad de aclarar que no entrarán en contradicción con Moscú.

Una vía de escape

Es evidente que el nexo entre el Grupo Wagner y el Kremlin es más estrecho de lo que parecen indicar, a sabiendas de que fue el propio ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, quien aseguró el pasado 26 de junio que la compañía de mercenarios seguiría operando sobre tierras africanas. Un desarrollo de los acontecimientos lógico, por otro lado, después de que Vladimir Putin excluyera a Wagner de la guerra de Ucrania y de que miles de mercenarios que no hayan optado por ingresar en el ejército regular ruso se encuentren ahora disponibles para otras empresas, por qué no, en el terreno más abonado de la compañía: África. Wagner se queda en África, se expande como forzado a buscar dónde rellenar los agujeros que ha dejado su expulsión de Ucrania.

La compañía se ofrece como una alternativa para hacer frente a terroristas y militantes; esto es, para combatir a yihadistas y a grupos subversivos (los mismos grupos que siempre rumorean los africanos que vienen pagados con dinero occidental) que planten cara al ramillete de autocracias que palpitan en África. A cambio, recibirán dinero, pero las dinámicas anteriores muestran que también cobrarán una parte del pago en especia, en materias primas como el oro que reciben de Mali y de Sudán o los amplios terrenos que ya poseen en República Centroafricana para el cultivo y la extracción de madera y materias primas. Wagner busca expandirse, igual que se expandirían los negocios que mantiene Rusia en África. Que vienen traducidos, no sólo en materia económica, pero también en forma de una influencia política y social donde las naciones que reciben a Wagner suelen enseñar banderas rusas en los parabrisas de los taxis, negocios aleatorios a pie de calle y actos institucionales que no dejan lugar a dudas de que, a ojos del pueblo africano, un partenariado con Wagner significa una cooperación directa con el Estado ruso.

A finales del mes de julio se celebrará en San Petersburgo la esperada cumbre ruso-africana, donde al menos 40 jefes de Estado africanos acudirán a reunirse con Vladimir Putin para discutir los futuros lazos que unan todavía más a este continente con Moscú. Unos lazos que Wagner ayudará a consolidar con carteles como este y con la carne de sus mercenarios.