La amenaza yihadista
«Hay demasiados datos sobre yihadistas, el problema es analizarlos»
Así lo afirma Gilles de Kerchove, coordinador antiterrorista de la UE. Europa estudia medidas legales para afrontar la próxima liberación de cientos de radicales llegados de Irak y Siria
Así lo afirma Gilles de Kerchove, coordinador antiterrorista de la UE. Europa estudia medidas legales para afrontar la próxima liberación de cientos de radicales llegados de Irak y Siria.
Gilles de Kerchove recibe a LA RAZÓN en su despacho del edificio Justus Lipsius en Bruselas. A pesar de la alta sensibilidad política de un puesto como el suyo, tan sólo se niega a responder las preguntas sobre el Brexit y sus consecuencias en la lucha contra el terrorismo ante el delicado momento de las negociaciones. Nos encontramos a pocos metros de la Gran Mezquita de Bruselas. Bélgica ha decidido romper sus lazos con Arabia Saudí que hasta ahora financiaba el templo. ¿Deberían el resto de los países europeos hacer lo mismo? (Austria ya decretó el cierre de siete mezquitas acusadas de difundir ideas extremistas)
Todos los Estados europeos están diseñando políticas en este sentido, y uno de los más duros es Austria. Algunos de ellos mantienen un diálogo constructivo con Arabia Saudí para, al menos, aumentar la transparencia. Si sabemos qué fondos de entidades privadas de países del Golfo (no es sólo Arabia Saudí) van a parar a imanes y escuelas coránicas que propagan visiones extremistas, podremos hacer algo y detener ese flujo de dinero. Lo importante es la transparencia. El propio hijo del Rey ha dicho que quiere que Riad vuelva a practicar el islam de antes de la revolución de Irán. Es interesante lo que ha hecho Bélgica. La UE mantiene el diálogo con Arabia Saudí e incluye entre sus temas la radicalización, pero no sé si debemos ir tan lejos como para utilizar un mecanismo legal común.
Tras los atentados en Barcelona y Cambrils, se puso de manifiesto que las autoridades no tienen apenas control sobre los imanes en España...
Bueno, debemos ser precavidos, porque no debemos conectar de manera sistemática los imanes con el terrorismo, no es correcto.
No, pero en los últimos años se ha prestado mucha atención al proceso de radicalización a través de internet y, tras los atentados en España, el caso del imán de Ripoll demuestra que se mantienen los modos «tradicionales» de captación de yihadistas.
Tenemos que mirar todos los aspectos: internet, cárceles... Hay diferentes incubadoras y motivaciones. Para algunos combatientes en Siria e Irak la motivación no es la religión, sino la aventura. Su pregunta es difícil porque según los Estados miembros hay una relación diferente entre Iglesia y Estado. En Francia hay una completa separación, pero en Bélgica el Estado financia los salarios de sacerdotes, pastores e imanes. Desde un punto de vista político, debemos crear condiciones para desarrollar el islam en los cauces europeos por musulmanes europeos. Eso reduce la capacidad exterior de impacto de gente que propaga una versión del islam que no es la tradicional en Europa. Algunos Estados europeos están facilitando la creación de facultades de estudios islámicos en la UE y formando imanes para no importar a otros que ni hablan la lengua. El Estado tiene el papel de crear un ambiente para que los musulmanes se organicen ellos mismos al igual que otras religiones están ya organizadas. Es la manera de que la corriente salafista no lo ocupe todo, necesitamos variedad en la interpretación del islam.
Hace unas semanas, Bélgica sufrió un nuevo atentado en la ciudad de Lieja. El atacante era un cristiano convertido al islam y después radicalizado en prisión...
La mayor tendencia ahora son los yihadistas nacidos en la UE, que no han viajado a Irak y Siria y sin vínculos o vínculos muy suaves con el Estado Islámico o Daesh. Las prisiones son incubadoras, aunque no las únicas, de la radicalización. Desde hace años ayudamos a los Estados miembros a detectar esa radicalización, lo que es cada vez más difícil debido al uso de lo que denominamos «taqiyya» (que significa «simulación»). Los académicos señalan que hace diez años era más fácil detectar la radicalización que ahora. Necesitamos expertos específicos, lo que significa formar al personal de prisiones. Algunos estados están yendo más lejos, como Francia, y han creado una inteligencia específica para las cárceles. Lo primero es la detección y lo segundo que podemos hacer es intentar preparar a estas personas para cuando sean liberadas. Algunos de los que han vuelto de Siria e Irak y han estado convictos cuatro o cinco años van a salir de prisión en los próximos meses. Es un gran reto para Francia, Alemania, Bélgica, Holanda y otros países.
Francia acaba de anunciar la liberación de 450 prisioneros radicalizados y promete seguir sus movimientos.
Estamos viendo qué hace Francia; está valorando nuevas leyes, al igual que otros países. La cuestión es qué tipo de medidas administrativas se pueden prever. Necesitamos una base legal, creo que hay medidas especiales para los delincuentes sexuales o pedófilos que podrían utilizarse. Hay que ir paso a paso y comprobar si la persona está altamente radicalizada y puede cometer algún atentado.
¿Qué valoración hace de los compromisos de los socios europeos para combatir de forma conjunta el yihadismo?
Ya no contesto estas preguntas porque es la clásica pregunta de los periodistas que siempre titulan: hay que compartir la información. Es más complejo que todo esto y abarca tres aspectos: recabar la información, compartirla y analizarla. Sólo compartir la información no es suficiente si no se analiza. Nos enfrentamos a un tsunami de datos, hay demasiados. Si se fija en los recientes ataques en la UE, los datos estaban ahí, el terrorista de Lieja había sido vigilado por los servicios secretos. También en Francia y Barcelona. El problema es encontrar el punto de inflexión, cuándo los terroristas comienzan a preparar algo, porque estar radicalizado no es un delito en sí mismo. En Francia se está empezando a reclutar a personas con un perfil diferente al policial: sociólogos, psicólogos, analistas de datos... Es la manera de tener diferentes visiones y que no todo el mundo llegue a idénticas conclusiones.
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