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Hillary cierra filas con Trump

La candidata demócrata reclama dar una oportunidad al presidente electo tras reconocer su decepción por el resultado.

Hillary Clinton durante su comparecencia
Hillary Clinton durante su comparecencialarazon

La candidata demócrata reclama dar una oportunidad al presidente electo tras reconocer su decepción por el resultado.

Hillary reconoce su derrota y se ofrece a trabajar con el nuevo presidente. «Donald Trump va a ser nuestro presidente. Le debemos una mente abierta y una oportunidad. Espero que tenga éxito como presidente», aseguró en su primera intervención tras las noche electoral. «No es el resultado que queríamos, por el que hemos trabajado tanto. Siento que no ganásemos las elecciones con los valores que compartimos y la visión que teníamos para nuestro país», lamentó.

Acompañada por su marido Bill Clinton, su hija Chelsea y su yerno, Hillary reconoció que «es doloroso y lo será durante algún tiempo, pero quiero que recordéis que nuestra campaña no era sólo una persona o incluso unas elecciones. Era por el país que amamos». Asimismo, recordó la importancia de llevar a cabo una transición pacífica.

En un mensaje a las mujeres, Hillary aseguró que no tardarán en ver pronto a un mujer en la Casa Blanca. «Todavía no hemos roto el techo de cristal más alto y más duro. Pero algún día alguien lo hará. Con suerte, antes de lo que creemos ahora», confiaba.

Clinton perdió las elecciones porque fue incapaz de mantener la coalición que había llevado a Barack Obama a la Casa Blanca en 2008. La candidata demócrata incluso fracasó en bastiones demócratas, como Pensilvania, Michigan o Wisconsin. Además, Donald Trump le arebató Ohio, donde resonó mucho mejor su mensaje entre la clase trabajadora que se siente traicionada por la crisis económica y el cambio demográfico en Estados Unidos.

Al final, los votantes afroamericanos, hispanos y jóvenes que respaldaron en masa a Obama abandonaron a la ex secretaria de Estado, que tuvo que llamar por teléfono al presidente electo a las dos de la madrugada. Pese a todo, su equipo de campaña nunca se creyó del todo los pronósticos de las encuestas. A Clinton le faltó lo de siempre: empuje para llegar a los votantes. Incluso en sus mejores momentos de campaña, siempre fue frágil. Sólo superó a Trump cuando se les comparaba por algún escándalo en el que el republicano había hecho alguna de las suyas. Pero, cuando dejaba su discurso vejatorio y racista y se convertía simplemente en el candidato conservador, superaba a la demócrata con creces.

La estrategia de Clinton fracasó porque los bloques de votantes por los que apostó (afroamericanos, hispanos, mujeres y jóvenes) no acudieron a votar como habían prometido a los encuestadores. Todo a pesar de las súplicas a la comunidad afroamericana e hispana de que fuesen a votar en masa a la ex senadora. No funcionaron sus actos de campaña de la semana pasada en Florida y Carolina del Norte, que fueron a parar a Trump. Se quedaron corta en todo. El 88% de los negros votó a Clinton frente a un 8% que lo hizo por Trump. Sin embargo, se quedo muy lejos de inspirar como lo hizo Obama en 2012, que reunió el 93% del voto afroamericano. Con los hispanos, el análisis es el mismo. Le respaldó el 65%, frente al 29% de Trump, lejos del 71% que logró Obama. Los asiáticos tampoco respondieron a Clinton. Le votó un 65%, frente al 73% de Clinton.

Ni siquiera las mujeres a pesar de los comentarios vejatorios de Trump le dieron la espalda en bloque al candidato republicano. Clinton convenció al 54%, frente al 42% del magnate. Todo a pesar de que el 70% de las votantes reconoció que les había disgustado el trato y los comentarios machistas de Trump. Algo similar le ocurrió con los jóvenes, que siempre prefirieron a Bernie Sanders. Clinton se hizo con el favor del 55% de los jóvenes (60% con Obama).

Po si fuera poco, la candidata demócrata nunca ha sido muy apreciada entre los votantes blancos, que votaron más al primer presidente negro de EE UU (39%) que a Hillary (37%).

El «establishment» demócrata deberá pensar ahora cómo quiere que sea su futuro. Su coalición de élite adinerada y votantes de clase trabajadora, la mayoría de color, sobrevive siempre y cuando el Partido Republicano sea más racista, lo que había funcionado hasta ahora. En estas presidenciales, se ha demostrado que la clave es entender al electorado como Trump, que supo canalizar la rabia de la América olvdidada por periodistas y encuestadores.