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Ibrahim Bubakar Keita elegido nuevo presidente de Mali

El ex primer ministro Ibrahim Bubakar Keita ha sido elegido nuevo presidente de Mali en las primeras elecciones celebradas en el país tras el golpe militar que el 22 de marzo de 2012 depuso al entonces jefe de Estado, Amado Tumani Turé.

Keita, también conocido por sus iniciales (IBK), logró en la segunda vuelta electoral del pasado domingo el 77,61 % de los votos, frente al 22,39 % logrado por su contrincante, el exministro de Finanzas Sumaila Cissé, que ya había reconocido su derrota el lunes, antes de conocerse los resultados.

Según anunció hoy el ministro de Administración Territorial, el general Musa Sinko Culibaly, el porcentaje de participación en los comicios, cuyo resultado tendrá que ser refrendado por el Tribunal Constitucional, fue del 45,78 %, cuatro puntos por debajo del que hubo en la primera vuelta del pasado 28 de julio.

Según Culibaly, que ayer fue ascendido al cargo de general por el Consejo de Ministros, IBK logró 2.354.693 votos, frente a los 679.000 conseguidos por Cissé.

El ministro, que en su comparecencia saludó a la Unión Europea, a Estados Unidos y a los "amigos de Mali que han acompañado el proceso", agregó que el número de votos nulos registrado fue de 92.920.

"Se ha terminado, dejamos la crisis atrás", aseguró a Efe un entusiasta simpatizante de IBK, el comerciante Aminata Sangaré, tras conocerse la victoria del que fuera primer ministro entre 1994 y 2000.

Este maliense mostró también su esperanza de que la comunidad internacional continúe apoyando a Mali "para que el turismo vuelva a arrancar, por el bien de los comerciantes".

Por su parte, Aminata Sangaré, hostelero, considera que Cissé, a pesar de su derrota, debe continuar en política porque, según declaró a Efe, "Mali necesita sus críticas (...) Una oposición constructiva es muy necesaria"en el país.

IBK, que partía como favorito de la contienda, sobre todo después de imponerse en la primera vuelta, ante otros 26 candidatos, con el 39 % de los votos, frente al 19 % de Cissé, es visto por sus seguidores como el hombre fuerte que necesita el país para salir de la crisis.

Su victoria era tan evidente a falta del anuncio oficial de hoy que, después de que Cissé admitiera su derrota y se desplazara hasta la casa de IBK para felicitarlo, varios dirigentes se precipitaron a saludar al nuevo presidente.

De esto modo, los presidentes de Francia, François Hollande, de Argelia, Abdelaziz Buteflika, y de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, no esperaron a conocer el veredicto de las urnas para mostrar su apoyo al vencedor.

Tras su victoria anunciada hoy, Keita, por un lado, tendrá que hacer frente a la crisis política que estalló tras el golpe de estado de 2012 y, por otro, consumar la reconciliación con los rebeldes tuareg del norte del país.

Tras la asonada militar, los golpistas alcanzaron un acuerdo-marco con la Comisión Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) para el regreso del orden constitucional.

Sin embargo, los militares, a quienes se les garantizó una amnistía, han continuado ejerciendo una gran influencia en el país asegurándose varias carteras clave en el Gobierno de transición, como Defensa, Interior y Administración Territorial.

Los uniformados cuentan con el apoyo de parte de la opinión pública y de varias agrupaciones políticas como el Movimiento Popular 22 de Marzo (MP22) o Solidaridad Africana por la Democracia y la Independencia (SADI), que otorgaron su apoyo a IBK en la segunda vuelta.

Por otra parte, Keita deberá sentarse a negociar con los rebeldes tuaregs que en enero de 2012 comenzaron un levantamiento armado que fue aprovechado por grupos radicales islámicos y terroristas para hacerse con el control del norte del país e intentar imponer la ley islámica.

El pasado 18 de junio, después de que el Ejército francés hubiera expulsado en enero a los grupos radicales islámicos que se habían establecido en el Mali septentrional, los tuaregs y el Gobierno de Bamako alcanzaron un alto el fuego que abrió las puertas a la celebración de las elecciones en todo el territorio.

A cambio, el Gobierno prometió a los rebeldes, que controlan parte de la región de Kidal, comenzar unas negociaciones de paz que deberán comenzar en los próximos dos meses.

Además de hacer frente a estos dos retos, IBK deberá afrontar la reconstrucción económica y la crisis alimentaria que afecta a gran parte del país y que fue agravada por la guerra del norte, que forzó a casi 375.000 malienses a huir de sus casas.