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Corea del Norte

China apadrina el deshielo de Pyongyang

El líder norcoreano se compromete ante Pekín a iniciar la desnuclearización de la península y refuerza su alianza tras la crisis de las sanciones internacionales

El dictador norcoreano, Kim Jong Un, brinda con el presidente chino, Xi Jinping, durante su visita oficial a Pekín
El dictador norcoreano, Kim Jong Un, brinda con el presidente chino, Xi Jinping, durante su visita oficial a Pekínlarazon

El líder norcoreano se compromete ante Pekín a iniciar la desnuclearización de la península y refuerza su alianza tras la crisis de las sanciones internacionales.

Ya es oficial. Las imágenes publicadas ayer por los medios oficiales del gigante asiático con el apretón de manos entre el presidente de China, Xi Jinping, y el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, confirmaron todos los rumores que apuntaban a que el mandatario norcoreano había visitado Pekín a principios de esta semana. La cita entre dos de los hombres con mayor mano dura del planeta no sólo reafirmaba ante el resto de países la inquebrantable alianza entre las dos naciones comunistas, sino que ponía de manifiesto la seguridad de un líder cuya estrategia diplomática ya juega en la liga de las grandes potencias.

Desde que accediera al poder en 2011 tras la muerte de su padre, el líder norcoreano no había mantenido reunión alguna con ningún jefe de Estado. Tampoco había cruzado las fronteras de su país, por lo que el encuentro, que se convirtió en la primera visita del mandatario al extranjero en los últimos siete años, mostraba al mundo la evolución política de un líder que ha pasado del intercambio de insultos con el presidente estadounidense, Donald Trump, a mantener una agenda repleta de citas internacionales. El mes de abril será el turno del presidente surcoreano, Moon Jae In, y en mayo se reunirá con Trump. En la lista de espera, la recién aceptada invitación a Xi para visitar Pyongyang y la posibilidad de un encuentro con el primer ministro japonés, Shinzo Abe. «Durante mucho tiempo habíamos esperado que Kim hiciera una visita de cortesía al principio de su liderazgo a Pekín, pero se ha reservado durante siete años hasta que ha considerado estar en una posición de poder para reunirse con el presidente de China como un igual», declaró a la cadena CNN Jean Lee, experto sobre Corea del Norte en el Wilson Center.

Sin embargo, el joven dictador se centró a su llegada al poder en apuntalar el país de puertas para adentro eliminando a posibles enemigos y apostando por las reformas económicas y por la inversión en un programa nuclear y armamentístico que, además de servirle como una poderosa arma de negociación, ha sido el quebradero de cabeza de los países de la región y sus aliados. Una vez logrado,vuelve sus esfuerzos al exterior.

No obstante, no fue hasta ayer cuando se terminó de ver clara la estudiada estrategia del Gran Mariscal. La tercera generación de una familia que ha gobernado el país desde que tuviera lugar el armisticio de la guerra de Corea en 1953, llegó junto a una delegación de alto nivel el lunes a la capital china en un tren similar al que usaban sus antecesores en sus visitas al exterior. Los honores con los que fue recibida dicha comitiva –compuesta por su esposa, Ri Sol Ju; su «número dos», Choe Ryong Hae; los vicepresidentes del Comité Central del Partido de los Trabajadores, Choe Ryong Hae y Pak Kwang Ho; el ministro de Exteriores, Ri Yong Ho, y el director del Departamento Internacional del partido único, Ri Su Yong, entre otros altos mandatarios–, desataron las conjeturas sobre la posible visita del líder norcoreano, confirmadas ayer una vez que cruzó la frontera de vuelta a su país.

«Nuestra posición constante es estar comprometidos con la desnuclearización de la península», afirmó Kim durante sus reuniones con el presidente chino, Xi Jinping, según informó la agencia oficial Xinhua. «La cuestión de la desnuclearización de la península coreana puede resolverse si Corea del Sur y Washington responden a nuestros esfuerzos con buena voluntad y crean una atmósfera de paz y estabilidad a la vez que toman medidas progresivas y sincronizadas para la consecución de la paz», añadió Kim. El líder norcoreano subrayó que quiere incrementar la cooperación estratégica con China durante todo este proceso.

Con una agenda política trepidante en los próximos meses, era de extrañar que el líder Juche estuviera dispuesto a encontrarse con sus enemigos sin antes hacerlo con China, su gran aliada durante generaciones y pilar de su maltrecha economía. Y, como no podía ser de otra manera, tampoco Pekín iba a quedarse fuera de juego, por lo que mientras la atención se desviaba hacia Occidente, ambas naciones prepararon al detalle esta misteriosa reunión que mantuvo en vilo durante dos días a medio mundo. La visita de Kim respondía a la invitación que le había hecho llegar con anterioridad su homólogo Xi, quien, encumbrado recientemente a la altura de Mao Zedong y con una guerra comercial abierta con EE UU, no se había olvidado de proteger los intereses estratégicos de su país.

«No cabe duda de que mi primera visita fuera tenía que ser a la capital china», declaró Kim a la agencia de noticias estatal KCNA. Xi, que en los últimos tiempos ha respaldado las sanciones internacionales impuestas contra Corea del Norte, consideró por su parte un acierto que Kim aceptara su invitación. «Es una elección estratégica, la única correcta para ambas partes basándonos en nuestra historia y realidad, en la estructura regional e internacional y en la situación de nuestros vínculos. Eso no debe cambiar y no cambiará por un acontecimiento en un momento determinado», dijo Xi.

De esta manera, Corea del Norte, que negoció de manera independiente las cumbres internacionales con los otros mandatarios tras los Juegos Olímpicos de Invierno surcoreanas, le devolvía a China su papel esencial de aliado y mentor. De hecho, Xi fue quien informó al presidente Trump de su encuentro con Kim. «Recibí un mensaje anoche de Xi Jinping desde China acerca de su reunión con Kim Jong Un que fue muy bien», escribió Trump en Twitter. «Ahora hay una buena oportunidad de que Kim haga lo correcto para su gente y para la humanidad. Esperamos nuestra reunión», añadió. Hoy las dos Coreas comenzarán los diálogos para preparar la reunión de Kim con Moon, pero no será hasta que se tenga lugar cuando se compruebe lo bien que Kim puede jugar como estadista internacional en el escenario mundial.