El Futuro de Venezuela
La esperanza no muere
El encargado diplomático de Venezuela en Estados Unidos, Carlos Vecchio, aseguraba hace unos días: «Algunos dicen que hemos perdido el 'momentum', pero déjenme decirles que la lucha por la libertad nunca pierde el momentum». Sobran las razones para seguir teniendo esperanzas de un cambio definitivo en Venezuela. Basta con hacer un recuento de lo que ha ocurrido durante los últimos tres meses. En primer lugar, una caída estrepitosa en el apoyo popular a Nicolás Maduro, una comunidad internacional volcada y decidida a seguir apoyando la causa de la libertad y un régimen usurpador que da muestras cada vez más grandes de debilidad.
Es comprensible que, sobre todo los que viven en Venezuela, no puedan asimilar con objetividad las victorias obtenidas en el camino recorrido. La crisis energética y de agua ocupa y preocupa a la gente. Se ha ganado mucho en poco tiempo. Sin embargo, si creemos que hay nervios e impaciencia en la mayoría del pueblo venezolano e incluso en parte de la dirigencia que lidera el cambio en Venezuela, podemos decir con seguridad que los nervios y la impaciencia de los usurpadores es mucho mayor. Ellos saben que no tienen futuro. El chavismo sabe perfectamente que no hay forma de salir del laberinto. Ellos saben que la inmensa presión que los asfixia tanto interna como externamente resulta insostenible en el tiempo.
China y Rusia no se la están jugando por Maduro, mucho menos los chinos. Lo único que procuran es asegurar sus inversiones y la inmensa deuda que tienen en el país. En ese proceso, es lógico que las señales enviadas contradigan los objetivos de Juan Guaidó. Es comprensible que incluso el silencio, precisamente es lo que ha hecho China, resulte sospechoso. La realidad es que debe resultar alentador. Por otro lado, el apoyo y la participación rusa podrían resolverse en última instancia a través de una mesa de negociación con la administración Trump.
Algunos también comentan que existe un riesgo de que Venezuela se convierta en la Siria latinoamericana. Es decir, que Estados Unidos decida retirar cualquier apoyo a la liberación del país para evitar una confrontación con Rusia. Nada más ajeno a la realidad. El conflicto sirio tiene otras dimensiones, es otra realidad mucho más compleja. Adicionalmente, el interés de la Administración Trump hacia Venezuela demuestra que no hay vuelta atrás.
El desenlace es inevitable. Pero es lógico que haya que resistir y es lógico que en el intermedio el sufrimiento pueda alargarse. Como afirmó el rector de la Universidad Católica, Andrés Bello, en la ciudad de Caracas días atrás: «No podemos pretender salir en tres meses de un régimen que lleva 20 años sometiendo a un país». La clave es resistir y no abandonar la lucha en la calle. La clave es confiar en Guaidó, no desesperar. La victoria está cada vez más cerca. La noche llega a su fin y un nuevo amanecer venezolano se asoma entre las sombras.
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