Elecciones europeas
La izquierda radical se hunde en las grandes potencias de la UE
Todo indica que en esta legislatura el reparto del poder está más fragmentado que nunca y que la cintura política será esencial para poder llegar a acuerdos. Por primera vez en la historia del club comunitario, los partidos mayoritarios (Partido Popular Europeo y socialdemócratas) no llegarán al 50% de los sufragios, lo que conllevará que deban asociarse para construir una entente proeuropea capaz de hacer frente a los eurófobos. Pero el castigo no sólo está circunscrito a los partidos mayoritarios. Todas las fuerzas situadas más a la izquierda de la socialdemocracia clásica se encuentran en retroceso, asediadas por fuerzas alternativas como los Verdes (que vivirán un fuerte impulso en Alemania y se sitúan como segunda fuerza tras el PP Europeo) o partidos populistas de diferente signo que recogen parte de sus reivindicaciones.
El futuro de aquello que se denomina izquierda radical resulta incierto. La familia política europea denominada Izquierda Unitaria acabará –según los últimos sondeos del Parlamento Europeo que datan del 18 de abril– como sexta fuerza y perderá seis escaños respecto a la actual legislatura (46 frente a los 52 actuales). En este grupo se engloba Podemos en España, Syriza en Grecia o la Francia Insumisa de Mélenchon. Las mayores caídas se registran en España (en las anteriores elecciones Izquierda Unida y Podemos acudieron por separado a las urnas) e Italia, donde gran parte del programa de la izquierda tradicional ha sido usurpado por el populista Movimiento Cinco Estrellas que forma parte de la coalición de Gobierno con la Liga y se sitúa en segunda posición. En ambos países, se vislumbra un retroceso de tres escaños. En las anteriores elecciones del año 2014, Izquierda Unida consiguió seis representantes y Podemos irrumpió con fuerza –siendo casi unos desconocidos– con cinco. Frente a este total del 11 representantes, los últimos sondeos aseguran que en esta legislatura deberán conformarse con ocho.
La situación en las grandes economías europeas no es demasiado halagüeña. En Alemania, el partido de izquierda Die Linke cae hasta la sexta posición, superados por populares, verdes, socialistas, extrema derecha y liberales. En Grecia, Syriza (partido en el gobierno) perderá las elecciones frente a Nueva Democracia que pertenece al PPE, aunque quedará en segunda posición con siete escaños. En Francia, los insumisos de Melénchon quedarán en el cuarto puesto (casi empatados con los Verdes), aunque superarán a los socialistas mientras comprueban que el discurso proteccionista y antiglobalización de la extrema derecha de Marine Le Pen consigue pescar en el caladero de votos tradicional del antiguo partido comunista y puede convertirse incluso en la fuerza política más votada y superar a Emmanuel Macron y su República en Marcha. Como consuelo, el Partido político del movimiento de los chalecos amarillos parece que no va a ganar representación y todo indica que su competidor directo es la extrema derecha de Le Pen. En Italia llegan a quedarse sin representación, superados por la Liga, el Movimiento 5 Estrellas –mucho menos radicalizado tras pasar por el poder–, los socialistas de Matteo Renzi, la Forza Italia de Berlusconi y el euroescéptico Fratelli. La polarización política y el populismo prometen sacudir el hemiciclo.
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