Bruselas
May pedirá a la UE ayuda para tratar de salvar el acuerdo del Brexit
La primera ministra de Reino Unido, Theresa May, viaja este jueves a Bruselas en busca de la ayuda de sus aún socios en la Unión Europea, para examinar fórmulas que ofrezcan las "aclaraciones"necesarias para que el Parlamento británico no tumbe el acuerdo del Brexit
La primera ministra de Reino Unido, Theresa May, viaja este jueves a Bruselas en busca de la ayuda de sus aún socios en la Unión Europea, para examinar fórmulas que ofrezcan las "aclaraciones"necesarias para que el Parlamento británico no tumbe el acuerdo del Brexit, a pesar del rechazo que despierta la solución de emergencia ideada para la frontera irlandesa.
Las cancillerías europeas respiraron aliviadas tras el éxito de Theresa May. Nadie puede ocultar en Bruselas que la «premier» –con sus defectos y virtudes–se ha ganado el respeto de sus aún homólogos. Su mezcla de obstinación y pragmatismo ha acabado conquistándolos, a pesar de su fama de mujer difícil y carente del carisma de Margaret Tatcher, con la que prensa británica la compara. «La Comisión Europea no comenta la política interna británica y menos la del Partido Conservador», aseguró ayer el portavoz comunitario, Margaritis Schinas, antes de la votación, para después apostillar: «Pero el presidente Juncker ha expresado muchas veces su apoyo a Theresa May y su gestión de un proceso muy difícil». El apoyo de los 27 no solo viene marcado por su carácter, sino también por la falta de alternativas tanto en los «tories» como en la bancada contraria. Bruselas nunca ha llegado a fiarse del laborista Jeremy Corbyn y sus constantes cambios de postura. Es May o el caos.
Mientras, el reloj avanza. «Hay un problema con la ratificación, el tiempo se agota y la probabilidad de un Brexit caótico se está incrementando», reconocía ayer un alto diplomático. De hecho, se espera que el encuentro de hoy también sirva para preparar el escenario de un no acuerdo. Porque, pese al alivio, nada se ha resuelto. Al comienzo de su cita de hoy, el bloque tiene como principal objetivo escuchar a la primera ministra británica para después, tras la cena y ya sin su presencia, fijar la posición política.
Fuentes diplomáticas no ocultan su desconcierto sobre cuál es exactamente el compromiso que la «premier» pretende arrancar al bloque comunitario. «No sabemos lo que quiere», aseguran las mismas fuentes que, sin embargo, están al corriente de los encuentros que mantuvo en Bruselas el lunes con el presidente del Consejo, Donald Tusk, y el de la Comisión, Jean Claude Juncker. En sus declaraciones a la Prensa, la «premier» fue ambigua sobre sus propósitos, aunque en todo momento reconoció la imposibilidad de renegociar el acuerdo y sus intentos de conseguir algún tipo de aclaración sobre la solución de emergencia dada a Irlanda de Norte, el denominado «backstop». Con un corsé tan estrecho, nadie osa predecir si Westminster acabará dando su luz verde.
«Es completamente imposible renegociar el acuerdo», insistía un alto diplomático comunitario que ni siquiera quiere avanzar qué aclaración podría ofrecerse a May. «No hay que asumir que tiene que haber una declaración», apostilla otro. Todo permanece abierto. Los contactos de la gira de May han sido tan solo políticos y ayer quedaron interrumpidos, ya que canceló su viaje a Irlanda para encontrarse con el primer ministro, Leo Varadkar. Los técnicos europeos en ningún momento se han reunido y no existe ningún borrador de la probable salvaguarda. Ese trabajo comenzará tras la cumbre, aunque el tiempo apremia, puesto que el plazo para la votación en Westminster es el 21 de enero.
En Bruselas ya han comenzado los primeros chascarrillos sobre el fastidio de tener que acabar trabajando en Navidades. «La intendencia nunca ha sido un problema, el problema es si esta señora ha firmado un acuerdo que dice lo que dice y ella quisiera que dijera otra cosa», resumen fuentes diplomáticas que consideran que una «solución jurídica no va a resolver el problema». Uno de los principales temores británicos reside en que Irlanda del Norte quede atrapada en la unión aduanera si no se ha encontrado otra alternativa cuando haya terminado el periodo de transición. A pesar de la buena voluntad de los Veintisiete, la UE rechaza ceder su poder de veto, ya que además esto traicionaría lo ya acordado.
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