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Theresa May formará Gobierno con los unionistas del Ulster
La primera ministra británica, Theresa May, pierde la mayoría absoluta en su órdago para obtener un mandato fuerte con el que afrontar las negociaciones con Europa Depende ahora de los diez escaños de los unionistas del Ulster para garantizar su supervivencia en Downing Street.
La primera ministra británica, Theresa May, pierde la mayoría absoluta en su órdago para obtener un mandato fuerte con el que afrontar las negociaciones con Europa Depende ahora de los diez escaños de los unionistas del Ulster para garantizar su supervivencia en Downing Street.
Theresa May perdió el órdago. Apostó todo a una carta dando por hecha la victoria. Pero, al igual que le pasó a su antecesor, David Cameron, con el triunfo del Brexit justo hace ahora un año, la jugada no salió como esperaba. La líder «tory» adelantó de manera voluntaria unos comicios para fortalecer su liderazgo, pero ha salido más debilitada que nunca ante Bruselas y ante sus propias filas. Sin embargo, May perdió ayer la mayoría absoluta y se ve ahora obligada a pactar con los unionistas de Irlanda del Norte para poder quedarse en Downing Street.
El Partido Conservador fue la fuerza más votada en las elecciones generales del jueves, donde la participación del 68,7% fue la más alta desde 1997. Aunque los «tories» se hicieron con 318 asientos, la pérdida de hasta 12 escaños respecto a 2015 supuso una auténtica derrota y una humillación personal para su líder, que se encuentra ahora en una situación sumamente compleja para poder cumplir su promesa de un «Brexit duro», con el país fuera del bloque comunitario y el mercado único. Algunas voces en sus propias filas llegaron ayer a pedir su dimisión.
Un Parlamento sin un Gobierno «fuerte y estable», eslogan que May repitió como un robot en una campaña que ha resultado desastrosa, es el peor escenario que se podría pensar para Reino Unido ante el difícil reto que se plantea por delante. Los «tories», que antes de que se convocaran los comicios partían con 330 asientos, quedaron muy lejos de la cifra mágica de 326 que les habría permitido dos cosas clave. Primero, entrar con la cabeza alta a las negociaciones con Bruselas, que empiezan el 19 de junio. Segundo, pasar en consecuencia sin problemas en la Cámara de los Comunes toda la compleja legislación para convertir en británica la normativa comunitaria que a día de hoy siguen aplicando.
El gran vencedor de los comicios, aún sin haber superado en escaños al rival, resultó ser Jeremy Corbyn, quien se presentó con un manifiesto muy a la izquierda que, entre otras cosas, prometía la nacionalización del sector energético y ferroviario. Sus propias filas ni siquiera lo creían. El Partido Laborista se hizo con 261 escaños (29 más que en 2015), uno de sus mejores resultados en años y algo inimaginable hace apenas dos meses, cuando estaban 22 puntos detrás de los «tories». Por su parte, el euroescéptico UKIP, el mismo que forzó la convocatoria del referéndum, sale del mapa político, sin escaños. Tras conseguir sólo el 2% de los votos, su actual líder, Paul Nuttall, presentó su dimisión. Tras una larga noche de recuento electoral, May anunció ayer que formará Gobierno con el apoyo del Partido Democrático Unionista (DUP), que obtuvo diez escaños, para encabezar las negociaciones del Brexit y que se mostró partidario de abandonar el mercado único. El objetivo, en cualquier caso, no es pactar una coalición sino gobernar en minoría con el respaldo de los norirlandeses, a los que se refirió como «amigos y aliados». El DUP, al fin y al cabo, era su única alternativa. La última vez que Westminster tuvo un «Hung Parliament» (Parlamento colgado, sin mayorías) fue en 2010, cuando Cameron tuvo que acudir al apoyo de los Liberal Demócratas. Tras cinco días de duras negociaciones, finalmente se llegó a un acuerdo de coalición. En esta ocasión, sin embargo, los de Tim Farron –que con su mensaje proeuropa lograron 12 escaños– no estaban dispuestos a ayudar. Primero porque ya aprendieron la lección y tras gobernar con los «tories», el electorado les castigó en 2015 dejándoles con nueve asientos. Segundo, porque mientras los conservadores abogan por un «Brexit duro», ellos quieren llevar a referéndum el acuerdo final con Bruselas. Farron se sumó ayer a Corbyn y pidió la dimisión de May.
Tras anunciar su decisión de formar Gobierno a la Reina en el Palacio de Buckingham, la «premier» compareció ante los medios para anunciar sus planes y reiterar su compromiso de «salir de la UE». En ningún momento hizo autocrítica a pesar del batacazo electoral, tras una campaña marcada por la lacra del terrorismo. En este sentido, se comprometió a trabajar para «mantener al país seguro» y ampliar los poderes a los agentes. Sólo asumió su error en privado, ante los suyos, en el 10 de Downing Street, trabajando en su nuevo Ejecutivo, en el que seguirán Philip Hammond (Finanzas), Amber Rudd (Interior), Boris Johnson (Exteriores), Michael Fallon (Defensa) y David Davis (Brexit).
«Lo que más necesita ahora el país es certidumbre y sólo los conservadores y los unionistas seremos capaces de garantizarla», dijo. «Cumpliremos la promesa del Brexit y garantizaremos que en los próximos cinco años nadie se queda atrás en este país», recalcó. La puntualización de los cinco años es importante porque ante la inestabilidad política son muchos los que se preguntan si May podrá sobrevivir toda una legislatura. El fantasma de nuevos comicios acecha sobre los Comunes. En 1974, cuando se acabó también con un Parlamento sin mayorías, el conservador Edward se aferró al poder cuatro días intentando buscar pactos. Finalmente dimitió y Harold Wilson se trasladó a Downing Street. El laborista convocó elecciones ocho meses más tarde y obtuvo mayoría absoluta. Westminster, sin embargo, no puede permitirse ahora tan larga inestabilidad.
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