Política

Agitación civil

Llorar a los muertos, curar a los heridos

Los supervivientes convierten las iglesias en hospitales, mientras Yanukovich decreta dos días de luto sin hacer referencia a la brutal actuación policial

Varios ucranianos se despiden en Kiev de una de las víctimas de la brutal represión del jueves
Varios ucranianos se despiden en Kiev de una de las víctimas de la brutal represión del jueveslarazon

A las 12 de la mañana, como cada día, empiezan las plegarias en el monasterio de San Miguel, en Kiev. Bajo un silencio que recorre toda la catedral, los centenares de voluntarios y heridos que ocupan la catedral escuchan la homilía. Es una de las muchas plegarias por los caídos en las violentas manifestaciones de Kiev. Los asistentes recuerdan la jornada más sangrienta como una auténtica pesadilla. Y es que este monasterio de cúpulas doradas se ha convertido en uno de los principales hospitales y centros de apoyo de Maidán. «He perdido a dos de mis mejores amigos en primera línea de las barricadas y mi sitio ahora está aquí ayudando a los heridos», explica Igor, un joven informático que ahora se encarga de la seguridad del monasterio. En la organización del monasterio está todo medido hasta el último detalle. Medicinas, ambulancias, comida, camas, no falta de nada para atender a todos los heridos. También hay sitio para los policías desertores. Este diario fue testigo de su «conversión» al mostrar su apoyo al Euromaidan durante sus conversaciones. Un signo de la ruptura dentro de las fuerzas policiales ucranianas. Viajaron desde Lviv, en el oeste del país, una de las zonas más críticas con el Gobierno de Viktor Yanukovich.

Dentro del templo todavía se pueden observar restos de sangre de los heridos más graves. «Venían aquí en muy malas condiciones; algunos no llegaron vivos al hospital», asegura a LA RAZÓN Irina, una de las enfermeras encargadas de atender a los que presentaban lesiones más graves. «La mayoría, por heridas de bala», sentencia la joven, que no logra contener las lágrimas. Durante todo el día ciudadanos ucranianos se acercan a este templo para llorar a los fallecidos. Para muchos son héroes, por eso quieren que no caigan en el olvido. «También venimos aquí antes de ir a las barricadas, pedimos que nos protejan de los francotiradores», confiesa Alexander, un joven de 19 años, que a pesar de haber sido herido de bala en una pierna sigue acudiendo todos los días a primera línea de fuego. El monasterio de San Miguel juega un papel importante dentro de la historia ucraniana. Fue demolido por orden de Stalin en 1930, pero volvió a renacer con la independencia del país. A pesar del acuerdo firmado entre Yanukovich y la oposición, desde la organización del monasterio aseguran que ellos van a seguir allí hasta que los heridos se recuperen. Lo cierto es que ayer seguían llegando coches cargados de comida, mantas y medicinas. «Todo son generosas donaciones de nuestros vecinos ucranianos», asevera una de las voluntarias que apilan los materiales a la entrada del templo principal. Mientras, el presidente ucraniano, lejos de pedir disculpas por la violencia empleada por sus Fuerzas de Seguridad, se limitó a decretar dos días de luto oficial, mañana y el domingo, «en memoria de las víctimas de la violencia». Sin embargo, en el decreto no se hace en ningún momento referencia a las circunstancias de los enfrentamientos que han causado 77 muertos y en los que más de 500 personas han resultado heridas y 379 han tenido que ser hospitalizadas.

La Policía, tan dividida como el resto del país

Primero fueron los militares quienes anunciaron que no acatarían las órdenes de atacar a los ciudadanos en caso de que se decretase el Estado de Emergencia y ayer fueron decenas de agentes de Policía los que se plantaron ante sus superiores para no seguir masacrando a los ucranianos. De hecho, varios de ellos se sumaron a las protestas de los ciudadanos que se concentraron en las inmediaciones de la plaza de la Independencia. Una señal más de la enorme división existente en el país, y que ya no sólo enfrenta al presidente Yanukovich y su pueblo. Por otra parte, los agentes retenidos por los manifestantes fueron ayer puestos en libertad, no sin antes sufrir un episodio de violencia en el que varios miembros del Euromaidan se opusieron a que los dejaran libres y arremetieron contra el autobús que los desplazaba a un punto seguro.