Crisis en Túnez
Los islamistas y el peligroso juego de alentar el fanatismo violento
Los ataques a mujeres, cines o licorerías quedan impunes
EL CAIRO- El asesinato de Shukri Belaid es el primero de una figura política destacada en el Túnez postrevolucionario, pero en los pasados meses la violencia de tipo político y religioso no ha hecho sino aumentar en el país. El ataque contra la Embajada estadounidense el pasado mes de septiembre hizo saltar todas las alarmas, ya que quedó patente la incapacidad de las Fuerzas de Seguridad de controlar a un puñado de islamistas radicales que sembraron el caos en las calles de la capital. En octubre del año pasado, otro político opositor laico, aunque menos conocido que Belaid, perdió la vida en una protesta islamista en el sur del país. La tibieza de las autoridades respecto a los salafistas y otros grupos, que tratan de imponer su visión de cómo tiene que ser el nuevo Túnez, preocupa a los sectores más laicos y progresistas, así como a todos aquellos que hicieron la revolución para conseguir libertad y democracia.
Primero fueron los ataques contra establecimientos que venden alcohol, contra locales de ocio, cines y teatros, incluso contra las mujeres. Luego vinieron los ataques contra periodistas, activistas y sindicalistas, y más recientemente los ataques se han dirigido contra partidos y grupos de la oposición, que ha acusado repetidamente al Gobierno de permitirlos, e incluso instigarlos. Se cree que los denominados «comités de protección de la revolución», supuestamente apoyados o vinculados con el partido gobernante Ennahda, están detrás de la violencia. Belaid denunció en numerosas ocasiones estos comités, y él mismo y su partido fueron el blanco de amenazas y ataques, incluso esta misma semana. Poco antes de su muerte, Belaid acusó a Ennhada de dar carta blanca a los militantes islamistas para atacar a los liberales. Después de los acontecimientos en Túnez, ayer el Gobierno egipcio de los Hermanos Musulmanes condenaba rápidamente las llamadas hechas por un clérigo radical pidiendo la ejecución de los líderes opositores, como el premio Nobel de la Paz Mohamed El Baradei.