Amenaza nuclear
Los reformistas refuerzan a Rohani ante los «halcones»
El vicepresidente iraní Jahangiri se retira de la carrera electoral para contrarrestar las maniobras del bloque ultraconservador.
El vicepresidente iraní Jahangiri se retira de la carrera electoral para contrarrestar las maniobras del bloque ultraconservador.
El vicepresidente de Irán, Eshaq Jahangiri, anunció ayer su retirada de la carrera electoral para apoyar al actual presidente, Hasan Rohani. Jahangiri da este paso tras el anuncio la víspera de que el alcalde de Teherán, Mohamad Baqer Qalibaf, abandonaba las presidenciales en favor del ultraconservador Ibrahim Raisi. «Creo que he cumplido mi deber. Votaré junto a todos nosotros por Rohani», señaló el vicepresidente desde la provincia de Fars.
Con el telón de fondo de las sanciones contra Irán, Rohani se juega a una carta su reelección. Si bien el pueblo le ha agradecido su esfuerzo para hacer posible el levantamiento de sanciones económicas contra la República Islámica gracias al histórico acuerdo nuclear con las potencias del 5+1, la crisis económica juega en su contra. Lo cierto es que desde que entró en vigor el acuerdo nuclear, en enero de 2016, ha habido entre 1.000 y 2.000 millones de dólares de inversiones extranjeras directas, la economía doméstica no ha visto mejoras y la tasa del desempleo, con 12,2%, sigue muy alta. Esta situación de rampante precariedad ha llevado recientemente a los iraníes a mostrar su indignación con el actual Gobierno por la cantidad de pobres en las calles de Teherán.
Algunos analistas ven al clérigo ultraconservador Raisi como posible sucesor del líder supremo, el ayatolá Jamenei, quien, según la Constitución del Estado teocrático, adoptada en el año 1979, ejerce el poder en el país. Jamenei ya dejó muy claro que el clérigo ultraconservador es su candidato favorito. Cuando el presidente Rohani hace dos semanas señaló que el acuerdo nuclear era un «logro nacional», que ha bajado el riesgo de una confrontación bélica con el extranjero, Jamenei le desmintió públicamente. El líder supremo, al igual que los candidatos conservadores, apuesta por que se dé prioridad a la «economía de resistencia», basada en la producción de productos propios y las inversiones nacionales.
Raisi, además de ser uno de los candidatos que quiere revisar el acuerdo nuclear, prometió durante la campaña pagar a los pobres un equivalente a 700 euros mensuales. Pero en realidad, más que de Irán, que aplica el acuerdo, según la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA), el futuro depende de Estados Unidos, o más bien del actual presidente, Donald Trump, que desde que llegó al poder las relaciones entre Teherán y Washington no han dejado de empeorar.
No obstante, a pesar de las turbulencias con la actual Administración de EE UU, el Gobierno de Irán ha mostrado su confianza en que la comunidad internacional levantará las sanciones no vinculadas a su programa de energía nuclear. «Trataremos de eliminar estas sanciones aun cuando tienen ciertas complicaciones», anunció el lunes el portavoz del Ministerio iraní de Asuntos Exteriores, Bahram Qasemi, durante su conferencia de prensa semanal, sin ofrecer más detalles al respecto. El responsable iraní aseguró que algunos de estos temas están relacionados con Estados Unidos, mientras los demás deben ser resueltos con otros países, por lo que instó a la contraparte a «recompensar la buena voluntad y la Justicia de Irán».
Además, urgió a Washington a adoptar un enfoque «pragmático» en torno al acuerdo nuclear firmado entre Irán y el Grupo 5+1 en 2015, recordando las medidas punitivas de la Casa Blanca contra los bancos internacionales que están interesados en realizar transacciones con Irán. Aunque pase lo que pase en las elecciones de este viernes, nada cambiará en Irán. A pesar de su aura de reformista, en sus cuatro años de mandato el moderado presidente Rohani ha denigrado a EE UU e Israel, alabado a la milicia chií libanesa Hizbulá –financiada por Irán– y apoyado las operaciones militares de su país en los países vecinos de Siria, Irak y Yemen, aquejados por guerras civiles y violencia terrorista.
Ibrahim Raisi, por su lado, tiene un largo historial de compromiso con los aspectos más oscuros de la Revolución islámica y, como juez, ha sentenciado a miles de disidentes y prisioneros políticos a la muerte.
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