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Los bombardeos contra civiles amenazan la tregua en Siria

Dos hospitales y una escuela se convierten en el blanco de los misiles. La ONU informa de 50 muertos, entre ellos mujeres y niños. Ankara y Moscú se acusan mutuamente de los ataques en el norte. La escalada bélica pone en peligro la implantación del alto el fuego

Un hospital apoyado por Médicos Sin Fronteras destruido durante un ataque aéreo en Idlib (Siria)
Un hospital apoyado por Médicos Sin Fronteras destruido durante un ataque aéreo en Idlib (Siria)larazon

Dos hospitales y una escuela se convierten en el blanco de los misiles. La ONU informa de 50 muertos, entre ellos mujeres y niños. Ankara y Moscú se acusan mutuamente de los ataques en el norte. La escalada bélica pone en peligro la implantación del alto el fuego

Cuando se espera esta semana que entre en vigor el alto el fuego en Siria, la intensificación de los bombardeos rusos y la nueva ofensiva turca contra posiciones kurdas en el norte de Siria dejan poco margen para implementar la tregua. De acuerdo con la ONU, cerca de cincuenta civiles murieron en los ataques aéreos de ayer. Aviones rusos atacaron un hospital administrado por Médicos Sin Fronteras (MSF) en la provincia de Idlib y causaron la muerte de nueve personas, entre ellas cinco pacientes y un acompañante. La cifra de muertos podría aumentar, ya que ayer ocho personas se encontraban desaparecidas.

«El hospital recibió al menos dos ataques en el intervalo de unos pocos minutos, en los que fue alcanzado por cuatro cohetes», informó MSF. «Condenamos este nuevo ataque contra una estructura médica que, además, parece haber sido deliberadamente dirigido contra la misma. La destrucción de este hospital privado deja sin servicios médicos a unas 40.000 personas que viven en una zona de conflicto abierto», denunció ayer Massimiliano Rebaudengo, coordinador general de MSF en Siria. El centro médico en Marat Al Numan, reducido a escombros, contaba con 54 trabajadores, 30 camas, dos quirófanos, una clínica ambulatoria y servicio de urgencias. «Vi cómo el hospital se derrumbó contra el suelo frente a mí. Todo el mundo estaba aterrorizado, intentábamos permanecer juntos hasta que llegó el segundo ataque. El pánico y el terror invadieron todo», relató en Twitter uno de los médicos.

La misma tragedia se vivió también en la localidad fronteriza de Azaz (provincia de Alepo). Pero esta vez no fueron bombas rusas sino proyectiles turcos los que destruyeron un hospital materno infantil y una escuela, y mataron a 17 civiles, entre los que había mujeres y niños. Además, otras 40 personas resultaron heridas en el ataque con misiles. La escuela servía de refugio para los desplazados que han huido de la ofensiva del régimen sirio en Alepo. Un empleado del hospital, Moudhat, aseguró a la cadena CNN que el personal estaba evacuando a los heridos después del primer ataque en el hospital infantil cuando el complejo y la carretera fueron golpeados de nuevo. Infraestructuras esenciales como hospitales, clínicas y colegios se han convertido en objetivo de guerra. Entre octubre y diciembre de 2015, 53 centros sanitarios fueron atacados, 17 en lo que va de año.

Desde hace tres días, Ankara ha reanudado sus ataques contra posiciones de las milicias kurdas, conocidas por sus siglas YPG, después de que varios proyectiles impactaran en territorio turco. Las autoridades turcas han lanzado un contundente mensaje a sus oponentes kurdos y no dejarán, bajo ningún concepto, que consigan hacerse fuertes en el noroeste de Siria. Así lo advirtió ayer el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, que insistió en que «la postura de Turquía es clara: las YPG no deben pasar al oeste del Éufrates, ni deben pasar de Afrin (cantón occidental kurdo) hacia el este». «Ahora se ha alejado a las YPG de Azaz, pero si vuelven a acercarse, habrá una reacción muy fuerte. No permitiremos que Azaz caiga [en manos kurdas]. Esto el mundo debe saberlo», advirtió Davutoglu. El Gobierno turco insiste en que sus operaciones se centran en las milicias kurdas en Afrin, cerca de la ciudad turca de Hatay, donde ayer un cohete impactó en una comisaría de esta localidad.

La ofensiva de las tropas sirias sobre Alepo ha vuelto a subir la tensión en las ya malogradas relaciones entre Ankara y Moscú. El Gobierno turco desconfía de las intenciones de Rusia de cara a una tregua en Siria. Por ese motivo, el ministro turco consideró a las milicias kurdas como «un obvio instrumento de Rusia» y «peones de su política de expansión», y acusó a Moscú de utilizarlas «para hacer presión a Turquía».

En esta guerra de acusaciones, Moscú también elevó el tono. Respecto a los ataques de la artillería turca en Siria, la cancillería rusa declaró que «los vemos como una muestra clara de apoyo al terrorismo internacional y como una violación de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y los acuerdos adoptados en Viena, Nueva York y Múnich por Turquía como miembro del grupo internacional de apoyo a Siria».

Y en medio de la escalada bélica, el enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, llegó ayer a Damasco para tratar de cerrar los términos del alto el fuego pactado la semana pasada en Múnich. Una paz que ayer se antojaba imposible.