Alemania

Merz blinda el rearme en los 70 años de Alemania en la OTAN

El líder de la Unión Cristianademócrata cumple dos meses en el cargo, manteniendo la política exterior como una de las prioridades de su gobierno

Tras dos meses en el cargo, el canciller Friedrich Merz hizo una evaluación positiva de su gestión y este miércoles se subió al podio del Bundestag con el gesto firme de quien sabe que la política no ofrece treguas. "Hemos abordado mucho, hemos logrado bastante, pero aún queda mucho por hacer", aseguró al abrir su discurso. La frase sonaba a balance corporativo, pero entre líneas asomaba algo más hondo: la tentativa de restaurar un ánimo colectivo que se ha ido erosionando entre la inflación, la guerra y una enorme polarización política.

Es evidente que el optimismo está mejorando en el país, pero también que muchos ciudadanos aún tienen preocupaciones y se sienten agobiados por el miedo y la incertidumbre. "Queremos transmitir a todos los alemanes la valentía y la confianza de que vale la pena trabajar en nuestro país, que es una alegría vivir en Alemania y que, sobre todo, somos muy afortunados de vivir en un país de libertad y paz".

En ese aspecto, el nuevo canciller lanzó una apuesta clara: ser el líder de un país que recupere el músculo económico sin sacrificar su liderazgo internacional. Para eso, el canciller sabe que no hay tiempo que perder. Apenas tomó posesión del cargo, cruzó Europa en tren junto a Macron, Starmer y Tusk hasta llegar a Kiev en lo que fue visto como un gesto simbólico y diplomático que mostrara que Alemania sigue del lado de Ucrania y, por extensión, del orden internacional que Rusia pretende socavar.

Desde entonces, Merz ha estado en Washington, en La Haya o Canadá. Su agenda exterior ha sido frenética, pero intencionada. "El mundo está tan desorganizado que un canciller debe centrarse más en la política exterior que antes", dijo al asumir su cargo. Esa lectura geopolítica impregna también su política interna porque si Alemania se rearma –y lo hace con cifras récord y reformas constitucionales– no es solo por presión de la OTAN, sino porque la guerra en Ucrania ha hecho temblar las certezas pacifistas que definieron a varias generaciones alemanas.

Merz: "Asumimos la responsabilidad de liderazgo que Europa espera de nosotros"

En ese aspecto, el canciller también destacó la importancia de la decisión de aumentar significativamente el gasto germano en defensa. "Asumimos la responsabilidad de liderazgo que Europa espera de nosotros", declaró el político de la Unión Cristianademócrata (CDU). De hecho, este año se cumplen 70 años de la adhesión de Alemania a la OTAN, una efeméride que no pasó inadvertida en el discurso de Merz.

"Si hubiéramos seguido a la Alternativa para Alemania (AfD) y al Partido de la Izquierda, la OTAN probablemente se habría derrumbado en su aniversario", advirtió el canciller, que apeló al sentido histórico de pertenencia occidental. En su relato, la defensa no es solo un gasto, sino una responsabilidad adquirida tras la catástrofe del siglo XX; una lección que exige memoria y músculo. Setenta años después, Alemania vuelve a mirar al este, pero esta vez como actor central de un orden al que ya no puede renunciar.

Ese giro militar, sin embargo, tiene un coste político. En el debate, Merz defendió el aumento del gasto en defensa como una decisión de Estado. "Asumimos la responsabilidad de liderazgo que Europa espera de nosotros", dijo. Pero no todos comparten esa visión. Desde la izquierda de Die Linke, Heidi Reichinnek advirtió que "cada centavo que se destina a armamento se pierde en otras partes", como la vivienda social o el transporte público. Desde Los Verdes, Katharina Dröge denunció un "retroceso en política climática" y acusó a Merz de "hacer trampa" con los presupuestos desviando recursos de los fondos climáticos hacia subsidios energéticos. Los ultras de AfD abrieron el debate con artillería verbal.

En busca del "milagro alemán"

Su líder Alice Weidel acusó al canciller de traicionar su palabra, de ser parte del "mayor fraude electoral de la historia alemana" y de cargar a los ciudadanos con más impuestos y menos promesas cumplidas. Merz, en lo que fue el momento más tenso del debate, respondió sin pestañear, rechazando "calumnias e insultos personales" y defendiendo que en una democracia no todo vale. Una postura que no obstante choca con alguna de sus promesas electorales.

El primer test ha sido el impuesto a la electricidad. Prometió reducirlo, pero no lo hizo y aunque la oposición le recordó esa promesa como un mantra, la CDU confía en que los ciudadanos valoren otras señales como el control temporal en las fronteras, la aceleración en los permisos de residencia, las promesas de reforma al sistema de asilo o los primeros resultados económicos tras meses de estancamiento. No obstante, Merz volvió a lo esencial: no habrá un "nuevo milagro alemán" sin inversión pública ni endeudamiento.