Política

Ankara

«Mis sobrinos arriesgaron sus vidas sólo por dos centavos»

La Razón
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A los escándalos de corrupción, y otros asuntos que han puesto entre las cuerdas el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan, se suma ahora una nueva crisis provocada por una tragedia humana. Mas de 270 personas han muerto asfixiadas tras la explosión en una mina de carbón de la ciudad turca de Soma. Se trata del «peor accidente minero de la historia del país», en palabras del ministro turco de Energía, Taner Yildiz.

A pesar de la celeridad de los equipos de bomberos, especialistas de la Autoridad Carbonera de Turquía y unidades de la Media Luna Roja para rescatar a 787 mineros atrapados, al menos 274 han perdido la vida y cientos permanecen aún en el interior de la oscura mina, por lo que podría elevarse el numero de muertos. La desesperación de las familias de los mineros atrapados iba creciendo a medida que finalizaba la segunda jornada de rescate. La recuperación de las víctimas y los supervivientes fue muy difícil debido al humo y el fuego que había en los túneles. «No he sabido nada de ninguno de ellos. No están entre los heridos, ni tampoco en la lista de muertos», se lamentó a Reuters Sengul, una mujer de avanzada edad que tiene a dos sobrinos trabajando en la mina. «Arriesgaron su vida sólo por dos centavos», agregó la mujer, quien no perdía las esperanzas en que pudieran ser encontrados con vida. Otro de los asuntos que enturbian aún más la tragedia fue el descubrir que se empleaba a menores de edad y que los mineros eran sometidos a extenuantes jornadas laborales. Así lo denunciaron al diario «Hurriyet Daily News» unos familiares de Kemal Yildiz, un minero muerto que no tenía más de 15 años.

La indignación de las familias y de otros miles de turcos llenó las calles de Estambul y Ankara. Las manifestaciones fueron reprimidas por la Policía. El primer ministro islamista, que hizo una visita oficial al pueblo de Soma, fue recibido con protestas en la puerta del ayuntamiento. «Han pasado 24 horas y no habéis sacado a nuestros hijos de la mina», gritaron los familiares y vecinos que exigieron la dimisión de Erdogan. La tensión llevó al equipo de seguridad del primer ministro a protegerle y lo introdujeron en un supermercado hasta que se controlaron los ánimos.

Frente a las oficinas de la empresa gestora de la mina, un grupo de jóvenes ha escrito «asesinos» en la fachada. «Este edificio se levanta sobre la sangre de sus trabajadores», proclamaron los manifestantes en unas pancartas.

La mina fue privatizada hace un año, un proceso tras el que la empresa propietaria, Soma Komur, aseguró que volvía a dar beneficios después de que se hubieran reducido hasta una cuarta parte los costes de explotación en comparación con cuando era gestionada por el Estado turco.