Política

Ginebra

Netanyahu denuncia que el acuerdo no merma el potencial nuclear iraní

Rechaza el fin del embargo que obligó a negociar al presidente Rohani

El primer ministro isralí, ayer, tras la rueda de prensa que ofreció en Jerusalén
El primer ministro isralí, ayer, tras la rueda de prensa que ofreció en Jerusalénlarazon

El logro de un acuerdo nuclear con Irán, que alivia parcialmente las sanciones impuestas a la República Islámica a cambio de algunas concesiones por su parte, era esperado en Israel con preocupación. El Gobierno israelí parte de la suposición de que el objetivo final de Irán no ha cambiado y que sus planes continúan siendo un peligro para el mundo. Una vez firmado el documento en cuestión, las opiniones dentro del país se dividieron ante uno de los problemas más sensibles para la seguridad de Israel. Mientras que el primer ministro, Benjamin Netanyahu, fue especialmente categórico en su condena del acuerdo, al igual que otros miembros de su Gabinete, el presidente Simon Peres intentó buscar la oportunidad que el nuevo documento pueda traer. No celebró el pacto, pero optó por no descartar un desenlace positivo.

La primera reacción oficial israelí fue la de Netanyahu, quien aseguró que el acuerdo logrado en Ginebra supone «un error histórico» y hasta aclaró que el nuevo documento en nada «compromete» a Israel de cara a una futura operación militar. Fue taxativo a la hora de subrayar que «no permitiremos que Irán obtenga capacidad nuclear», frase que podría ser interpretada como una promesa de que si es ineludible actuar para frenar el plan nuclear militar de Irán, Israel lo haría solo, sin ayuda de otros, si es necesario. «Nos reservamos el derecho a defendernos, porque el mundo es hoy un lugar mucho más peligroso, ya que el régimen más temerario del mundo ha dado un paso significativo hacia la obtención de las armas más dañinas del mundo», aseveró.

Las declaraciones del primer ministro hebreo se basan en que no da crédito a las promesas iraníes volcadas en el acuerdo y considera que los ayatolás hallarán la forma de esquivarlas. Algunas de las críticas centrales del «premier» israelí al acuerdo son que éste permite de hecho que Irán continúe enriqueciendo uranio a nivel bajo, que deja en manos de Irán el control de todas sus centrifugadoras y que no exige el desmantelamiento del rector de aguas pesadas en Arak. Cabe recordar que si bien Israel exige que se mantenga de fondo una opción militar firme y creíble, su jefe de Gobierno enfatizaba otro aspecto: la necesidad de ajustar y agudizar las sanciones contra Irán en lugar de aliviarlas, convencido de que la razón por la que el régimen iraní cambió de retórica y se sentó a negociar era su sufrimiento por la presión económica. «Esta situación habría podido conducir a un acuerdo mucho mejor con el que se destruyeran sus capacidades nucleares», declaró un funcionario en la oficina del primer ministro. También alegó que «el acuerdo da al régimen exactamente lo que quería, un alivio serio de las sanciones mientras preserva la parte más significativa de su programa nuclear».

Acción contra la bomba

Fue Simon Peres quien ayer templó los ánimos: «Éste es un acuerdo interino», recordó. «El éxito o fracaso del mismo será juzgado por sus resultados, no por sus palabras». En un mensaje directo al pueblo de Irán, agregó: «Vosotros no sois nuestros enemigos y nosotros no somos los vuestros. Es posible resolver este tema mediante la diplomacia, y está en vuestras manos». Peres recordó a los ayatolás que sus principales diferencias radican en los temas de terrorismo, energía atómica y el desarrollo de misiles de largo alcance. «Al igual que otros en la comunidad internacional, Israel prefiere una solución diplomática, pero de igual modo deseo recordar a todos lo que ha dicho el presidente Obama y lo que he oído personalmente de otros líderes mundiales: la comunidad internacional no tolerará un Irán nuclear. Y si la senda diplomática falla, la opción atómica será impedida por otras vías. La alternativa es mucho peor», sentenció el presidente.