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Manifestaciones en Israel

Netanyahu retrasa la reforma judicial tras la oleada de protestas

Forzado por la presión en las calles, con unas manifestaciones inéditas en Israel, el primer ministro israelí paraliza su polémica reforma

Nuevo as bajo la manga de Benjamin Netanyahu. Tras un caótico domingo de protestas esporádicas en todo Israel, desatadas por el cese fulminante del ministro de defensa Yoav Gallant, el primer ministro israelí se vio forzado a congelar temporalmente la controvertida “reforma judicial”, catalogada por sus detractores como “el fin de la democracia” en el estado judío. En la práctica, el primer ministro gana algo de oxígeno, pero el bullicio popular no se detendrá.

“Cuando hay opción de prvenir una guerra civil, apuesto por la negociación. Hay que traer las reformas necesarias al sistema judicial. Con responsabilidad nacional y para evitar la división, posponemos la legislación. Pero acabaremos la reforma que refuerza la división de las instituciones de poder y fortalece las libertades individuales”, proclamó el primer ministro. Y añadió: “No aceptaré a una minoría extremista que promueve la violencia, amenazas a ministros, promueve la guerra civil y llama a la insumisión”. Pese a que desoyó reiteradas advertencias y llamamientos a negociar, el "premier" aseguró que “durante tres meses hice lo imposible por lograr una solución. Estamos ante una crisis que requiere que todos actuemos con responsabilidad”.

En un lunes marcado por una huelga general masiva, que paralizó el aeropuerto de Ben Gurion, universidades, bancos, comercios, el sector hi-tech e incluso las embajadas de Israel en el exterior, todas las miradas se centraron en el “Rey Bibi”, que mantuvo a la población en vilo durante toda la jornada. Por la mañana, sus aliados de extrema derecha amenazaron con reventar la coalición en caso de ceder a las presiones y detener completamente la “reforma judicial”.

El colofón de la crisis llegó el domingo por la noche, cuando “Bibi” cesó sorprendentemente al ministro de defensa Yoav Galant, hombre fuerte del Likud que alertó de las dramáticas consecuencias del proceso emprendido para la seguridad de la nación. “La división de nuestra sociedad está penetrando en las fuerzas armadas. Existe un claro e inmediato riesgo a la seguridad del estado, y no voy a formar parte de esto”, pronunció el ministro destituido.

Ante los crecientes llamamientos a la insumisión por parte de militares que rechazan formar parte del “Ejército de una dictadura” -incluyendo pilotos de combate o unidades de inteligencia-, el actual comandante en jefe del Ejército, Aviv Kochavi, alertó en un comunicado de emergencia que los enemigos de Israel siguen atentamente los acontecimientos.

“Es tiempo de responsabilidad. Hagamos saber a nuestros enemigos que nos mantenemos en guardia y que nadie abandona sus puestos”, imploró ante los riesgos de que las pugnas internas acaben lastrando la capacidad operativa del ejército israelí. La congelación temporal de la “reforma judicial” deja en el aire el rol de los insumisos, y no está claro cómo actuarían en caso de un eventual estallido bélico.

Tres meses después de la toma de posesión del “gobierno más derechista de la historia”, Bibi afronta una crisis política sin precedentes, pese a que prometió un mandato estable tras cinco convocatorias electorales en tres años. Con la “reforma judicial”, el Ejecutivo pretende debilitar la capacidad del Tribunal Supremo para impugnar leyes, blindar al primer ministro en el poder, o controlar el comité para seleccionar a los jueces del máximo ente judicial. De este modo, los votantes derechistas alegan que se pondrá fin al “activismo judicial”, con el arrebato del poder a una élite de jueces izquierdistas que imponen su voluntad por encima de los políticos escogidos democráticamente.

Simcha Rotman, diputado de Sionismo Religioso que preside la comisión parlamentaria de justicia, consideró un “error” paralizar la legislación, y alabó a los miles de protestantes derechistas que marcharon anoche en Jerusalén para “protestar el robo de sus votos”. La marcha pro-reforma colisionó con la convocatoria previa de los manifestantes antigubernamentales, que llenaron buses y trenes para rodear la Knesset. “¡El pueblo eligió la reforma judicial!”; clamaban unos. En frente, exclamaban que “¡la democracia está en llamas!”. En ciertos canales se pidió que “la derecha debe incendiar el país”, y grupos ultras animaron a agredir a izquierdistas en Tel Aviv.

Para satisfacer a sus socios, “Bibi” aceptó la formación de una “guardia nacional” bajo control de Itamar Ben Gvir, el ministro de seguridad nacional (policía), imputado en el pasado por racismo y enaltecimiento del terrorismo. Para el exjefe policial Moshe Karadi, Ben Gvir “logró una milicia privada para sus intereses políticos. Están desmantelando la democracia israelí”. Además, se extendió el temor de que dicho organismo, cuyas facultades no se precisaron, sirva para reprimir a disidentes y palestinos. En los mandos policiales cunde el caos operativo, ante las demandas de Ben Gvir de aplicar mano dura contra los “anarquistas” que paralizan el país. El jefe policial de Tel Aviv fue apartado del cargo, tras ordenar a sus agentes proteger el derecho de manifestación.

Netanyahu sigue alegando que la “reforma judicial” no está motivada por su deseo de blindarse en el poder ante las tres causas criminales que afronta por fraude, soborno y abuso de confianza. Pero para exaltos mandos del aparato de seguridad, “Bibi” antepone sus intereses personales a la seguridad y la unidad del pueblo israelí.

Ante los riesgos de una quiebra insalvable, crecen los llamamientos a la unidad. El centrista y excomandante en jefe del Ejército, Benny Gantz, recordó que “nuestro país no es uniforme, pero insistimos en que se mantenga unido”, exclamó ante los manifestantes antigubernamentales en Jerusalén. Ante los primeros indicios de violencia en las calles, la incógnita es si el parón temporal de la reforma logrará apagar las llamas.