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Hacia una ONU menguante: «La comunidad internacional está dividida»

La Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España reflexiona sobre el deterioro del derecho internacional ante los conflictos de Ucrania y Gaza

Mesa de ponentes del congreso internacional de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España
Mesa de ponentes del congreso internacional de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de EspañaLA RAZÓN

António Guterres pulsó el botón rojo. El secretario general activó la pasada semana el Artículo 99 de la Carta de las Naciones Unidas para reunir de urgencia a los miembros del Consejo de Seguridad e impulsar un alto el fuego humanitario inmediato en la Franja de Gaza. «Es urgente. La población civil debe ser salvada de un daño mayor», recogía en su misiva, en la que condenaba el atentado de Hamás del pasado 7 de octubre y describía la situación crítica de los habitantes de Gaza.

Era la primera vez que Guterres, en el cargo desde 2017, invocaba esta cláusula, que sólo había sido utilizada en tres ocasiones desde la fundación de la ONU en octubre de 1945 –la última hace 34 años– para discutir en la máxima instancia de la organización «cualquier asunto que, a su juicio, pueda amenazar el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales».

Estados Unidos fue el único de los 15 miembros del Consejo de Seguridad que votó en contra de la resolución, que tachó de «desequilibrada» argumentando que sólo daría tiempo a Hamás a seguir gobernando Gaza y «plantar las semillas de la próxima guerra».

Las críticas del resto de miembros del Consejo, entre ellos dos de sus aliados, Japón y Francia, profundizaron en el descrédito del organismo. El embajador adjunto de Emiratos Árabes Unidos, Mohamed Abushaha, se mostró tajante al término de la votación: «¿Cuál es el mensaje que estamos enviando a los palestinos si no podemos unirnos tras un llamamiento para detener el incesante bombardeo de Gaza? De hecho, ¿cuál es el mensaje que estamos enviando a los civiles de todo el mundo que puedan encontrarse en situaciones similares?».

En este contexto delicado para el derecho internacional, la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación celebra un congreso en su sede de Madrid para desgranar los desafíos actuales y futuros. Carlos Ramón Fernández Liesa, catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), reconoce que la ONU está sumida en una crisis de credibilidad. «No está sabiendo resolver los conflictos como el de Gaza o Ucrania, y también los grandes retos de la gobernanza global. No hay suficiente liderazgo».

Desde su punto de vista, responde a la fractura que atraviesa la comunidad internacional: «Hay un enfrentamiento entre China, Rusia y los países emergentes contra Occidente, contra un Occidente menguante». Es en ese marco, señala Fernández Liesa, las Naciones Unidas «están bloqueadas y tampoco se vislumbran grandes reformas». Aunque admite que desde el nacimiento de la ONU y la Declaración Universal de los Derechos Humanos se ha producido un gran avance: pasaron de ser un producto de la modernidad occidental a ser algo universal». Se llevó a cabo un proceso de universalización.

«Así pues, la ONU fue la primera piedra y la comunidad internacional logró construir un edificio en materia de derechos humanos. El gran reto hoy de ese conjunto de reglas es que se mantengan», destaca. El peso de actores como China y Rusia, que consideran que los valores «no son algo exportable», en palabras de Fernández Liesa, alimenta el riesgo de que se produzca una regresión. El gran reto, subraya, pasa por incorporar a países no occidentales en la defensa de los derechos humanos.

La Santa Sede como mediador

Rafael Navarro Valls, catedrático emérito y profesor de honor de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), esbozó en su ponencia el papel que ha jugado el Vaticano los conflictos de Ucrania y Gaza.

«La Santa Sede intenta transmitir los principios de la doctrina social de la Iglesia, que beben sobre los principios de la paz y los magisterios Pontificio y Conciliar», explicó, antes de enumerar algunos ejemplos de mediación histórica los casos del Tratado de Tordesillas firmado por España y Portugal en el siglo XV y en la Paz de Westfalia, que puso fin a la guerra de los 30 años en el siglo XVII en Europa.

«Si nos acercamos más, la mediación de la Santa Sede entre el conflicto ya histórico entre Cuba y Estados Unidos produjo el restablecimiento por parte de Barack Obama de las relaciones diplomáticas con Cuba».

Navarro Valls destacó que «la participación de la Santa Sede en la mediación de conflictos, ya sea en el contexto del conflicto entre Israel y Hamás o en el conflicto entre Rusia y Ucrania, revela un rol en constante evolución en la arena internacional». Pero está lastrada por sus pronunciamientos favorables a la solución de los dos Estados y su insuficiente influencia en el espacio postsoviético.

Invitó a recordar el catedrático que, «cuando se produjo la desbandada de todas las diplomacias sobre Kyiv, quien se quedó ahí fue sólo el nuncio de Su Santidad», aunque admitió que «algunos malentendidos» o «comentarios desafortunados» también han dañado la posición inicial del Vaticano: «Algún representante de la Santa Sede metió como parte en el conflicto y como responsable de algún modo a la OTAN». Navarro Valls aludía al Papa Francisco, que llegó a declarar en una entrevista que «tal vez fue la OTAN ladrando a la puerta de Rusia».