Elecciones en Rusia
Peskov, portavoz del Kremlin: «Las elecciones teóricamente ni siquiera tienen que celebrarse, porque está claro que Putin será elegido»
El portavoz del presidente ruso da por descontada su reelección en 2024 para los próximos seis años
«Nuestras elecciones presidenciales no son realmente una democracia, sino una costosa burocracia», confesó en declaraciones a The New York Times el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. «Putin será reelegido el próximo año con más del 90% de los votos». Este secreto a voces, pronunciado esta vez por uno de los miembros del círculo de confianza del presidente ruso y no por uno de los líderes de la oposición, como pudiera parecer por el contenido de las declaraciones, saltó a las páginas de la prensa nacional e internacional y expuso las costuras del régimen de Vladimir Putin, que siempre intentó dar una pátina de legitimidad, un barniz deliberativo, a sus acciones. Por eso, Peskov tuvo que salir a reformular su testimonio poco después en una entrevista con la web de noticias rusa RBC.
«La pregunta era sobre las elecciones y la respuesta fue que las elecciones son lo que exige una democracia y el propio Putin decidió celebrarlas, pero teóricamente ni siquiera tienen que celebrarse. Porque está claro que Putin será elegido», insistió. «Esa es completamente mi opinión personal. Así es como se me citó erróneamente», matizó el portavoz del presidente en referencia a las posibles alternativas que podrían abrirse de cara a las próximas elecciones presidenciales, previstas en principio para el 17 de marzo de 2024. Para él solo existe una opción: que Putin vuelva a ganar, una apuesta basada «en el nivel de consolidación de la sociedad» en torno al mandatario, explicó.
«El poder en el sistema político autoritario de Rusia está concentrado en manos del presidente Vladimir Putin», recoge en su informe anual Freedom House, un organismo con sede en Washington que evalúa la libertad de expresión y la democracia en todo el mundo. «Con unas fuerzas de seguridad leales, un poder judicial servil, unos medios de comunicación controlados y un poder legislativo formado por un partido en el poder y facciones de la oposición dóciles, el Kremlin manipula las elecciones y reprime la auténtica disidencia».
La invasión rusa de Ucrania agudizó esta dinámica, según las denuncias de los observadores internacionales. En este sentido, Rusia sufrió la mayor caída mundial en el Índice de Democracia de la Unidad de Inteligencia del semanario The Economist como consecuencia del endurecimiento de la legislación para evitar movilizaciones en las calles en contra de la denominada «operación militar especial» y para perseguir a los activistas críticos con la guerra en Ucrania. La mayoría han optado por la vía del exilio para sortear la cárcel.
La reelección de Putin, que tanto Peskov como el resto de miembros de la plana mayor del oficialismo da por descontada, renovaría su liderazgo constitucional para los próximos seis años. En caso de cumplirlos, alcanzaría las tres décadas ininterrumpidas en el poder. Sin embargo, la invasión de Ucrania le ha pasado factura. El director del Centro Levada, una encuestadora independiente rusa, registró una caída inédita de su popularidad en septiembre, cuando puso en marcha la campaña de movilización para el Ejército. «Vimos la mayor caída de la noche a la mañana en el apoyo al señor Putin en 30 años de encuestas», señaló Denis Volkov.
No está claro quién podría desafiar abiertamente el liderazgo del presidente en las urnas en un momento en que cualquier crítica contra el Kremlin es motivo suficiente para poner en marcha un proceso judicial sin garantías. Quien mejor escenifica la represión que sufre en Rusia la disidencia es Alexéi Navalni, quien fue condenado a otros 19 años de cárcel la semana pasada por cargos de extremismo. Otro perfil perseguido por las autoridades es el destacado activista Vladimir Kara-Murza, condenado también a 25 años de prisión por pronunciarse en contra de la invasión de Ucrania.
Antes de las presidenciales tendrán lugar las elecciones regionales. Serán elegidos por sufragio directo 18 jefes de óblast, los miembros de 16 parlamentos regionales y 12 ayuntamientos, además del alcalde de Jabárovsk, la segunda ciudad más poblada del Extremo Oriente por detrás de Vladivostok. Si nada cambia en los próximos meses, el Kremlin pretende celebrar elecciones en los cuatro territorios ucranianos bajo ocupación militar, anexionados de forma ilegal a Rusia hacia finales de septiembre por la vía del referéndum. Sobre esta cuestión, el propio Peskov dijo que Rusia no busca anexionarse más territorio, sino «controlar toda la tierra que ahora tenemos escrita en nuestra Constitución como nuestra».
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