Enemigo del Kremlin

Lo que Putin y las élites rusas no perdonan al opositor Kara-Murza, el "héroe" que impresionó a John McCain

El disidente ruso ha sido condenado a 25 años de cárcel por oponerse a la guerra de Ucrania

Vladimir Kara-Murza fue una de las personas que portó el féretro con el cuerpo del senador estadounidense John McCain, ex candidato a la presidencia de Estados Unidos, cuando el ataúd salió de la catedral de Washington en 2018. El activista político ruso, uno de los más incómodos disidentes de Moscú, fue designado en vida por el propio McCain para este encargo tan solemne. Diez meses antes de su muerte, el líder republicano de Arizona supo que tenía un cáncer cerebral y que su final estaba cerca, y según algunos medios americanos quiso lanzar un dardo contra el entonces presidente Donald Trumpy Vladimir Putin eligiendo a Kara-Murza como uno de los protagonistas del funeral.

Para entonces, Kara-Murza -casado y con tres hijos- ya se había convertido en una figura prominente de la oposición rusa. Había sido un estrecho amigo del político opositor Boris Nemtsov, asesinado en plena calle en Moscú en 2015 con varios tiros de pistola por sus investigaciones para desenmascarar la corrupción en Rusia. Hasta su detención en Moscú, Kara-Murza era vicepresidente del movimiento Rusia Abierta y el presidente de la Fundación Boris Nemtsov para la Libertad.

Pero si hay algo que realmente molestó a Moscú fue la activa campaña de Kara-Murza junto con McCain para que el Congreso de Estados Unidos tomara medidas contra el entorno de Putin, incluida la Ley Magnitsky de 2012, que permite a EEUU sancionar a ciudadanos extranjeros sospechosos de graves violaciones de derechos humanos o corrupción a gran escala. El Congreso estadounidense aprobó aquella ley para sancionar a los funcionarios responsables del asesinato en 2009 de abogado ruso Serguei Magnitsky, quien fue torturado y abandonado en una prisión por denunciar fraude fiscal en Rusia.

Esta ley dio luz verde a las autoridades de EEUU para perseguir a los responsables de asesinatos extrajudiciales, torturas y otras violaciones graves de derechos humanos realizadas por funcionarios de gobiernos extranjeros. Los primeros sancionados fueron personalidades rusas vinculadas a la muerte del propio Magnitsky, pero después sirvió para sancionar a altos mandos nicaragüenses del régimen de Daniel Ortega y a algunos implicados en el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi.

La ley Magnitsky fue un golpe duro para la Rusia de Putin poco tiempo después de que el entonces presidente Obama lanzara su propuesta (2009) para "reiniciar" las relaciones con Rusia "basadas en la igualdad". Esta iniciativa del presidente estadounidense fue enterrada definitivamente en 2014, cuando fuerzas especiales del Kremlin invadieron Crimea y se desató la guerra en el este de Ucrania.

Posteriormente, otros países como Canadá, Reino Unido y Estonia adoptaron la ley Magnitsky gracias a las gestiones de Kara-Murza, quien pidió al gobierno de España que siguiera los mismos pasos."Durante mucho tiempo, los países occidentales daban la bienvenida a los ricos rusos, incluido España, pero en los últimos ocho años hemos trabajado con diputados de muchas naciones para convencerles de que impongan sanciones. Seguimos hablando con legisladores de muchos países para que envíen un mensaje muy claro a esa gente", explicó el opositor, colaborador habitual de periódicos como "The Washington Post" y también con la nacionalidad británica.

El activismo de Kara-Murza tuvo un precio. Fue víctima de dos envenenamientos cuyas circunstancias nunca fueron del todo aclaradas. El 2015, mientras estaba reunido con un grupo de disidentes rusos en Moscú, comenzó a sudar inesperadamente y a vomitar mientras sufría taquicardias. Los médicos rusos no pudieron identificar la causa del malestar, pero las pruebas hechas en un laboratorio francés más tarde sugirieron que había sufrido un envenenamiento binario con dos toxinas desconocidas administradas por separado. "No sé ni quién ni cómo ni dónde ocurrió, pero sí por qué me envenenaron», aseguró Kara-Murza en una entrevista con LA RAZÓN realizada en la Cumbre de Ginebra de Derechos Humanos, donde recibió el premio por su valentía en la lucha a favor de la democracia en Rusia. En 2017 sufrió un segundo envenenamiento que le llevó al coma y del que finalmente se recuperó. La tercera vez no tendrás tanta suerte, le dijo el médico.

Con estos antecedentes cabe preguntarse qué hacía Kara-Murza en Moscú cuando fue detenido en abril de 2022, fecha en la que fue declarado agente extranjero. Las autoridades rusas le tenían ganas y su detención era cuestión de tiempo. Pero para este disidente salir de su país hubiera sido hacerle un regalo inmerecido a Putin. "Sabemos que ser opositor del régimen de Putin es una vocación peligrosa. Muchos han sido detenidos, envenenados, asesinados o forzados a abandonar el país. El mejor regalo que le podríamos hacer a Putin es rendirnos. Y no lo vamos a hacer. Nos merecemos algo mucho mejor que un régimen corrupto liderado por un ex funcionario de la KGB. Si nos limitamos mirar y no hacemos nada seremos cómplices", dijo en 2018 a este periódico.

Este lunes ha sido condenado a 25 años de prisión por un tribunal de Moscú acusado de alta traición y de otros dos cargos penales. McCain le describió como "un héroe cuyo coraje, desinterés e idealismo son impresionantes”.