Corea del Norte
Piongyang lanza dos proyectiles y subraya su ansiedad por lograr concesiones
Corea del Norte lanzó hoy dos proyectiles no identificados hacia aguas del Mar del Japón lo que subraya la premura del régimen para que Estados Unidos ponga sobre la mesa nuevas propuestas en el atascado diálogo sobre desnuclearización
Corea del Norte lanzó hoy dos proyectiles no identificados hacia aguas del Mar del Japón lo que subraya la premura del régimen para que Estados Unidos ponga sobre la mesa nuevas propuestas en el atascado diálogo sobre desnuclearización
La de hoy supone la primera prueba balística que realiza Piongyang desde el pasado 2 de octubre, pocos días antes de la fracasada reunión con Washington en Estocolmo.
La Junta del Estado Mayor Conjunto surcoreano explicó que el Norte disparó dos proyectiles en dirección este desde la provincia de Pyongyang del Sur, región en la vertiente occidental del país que rodea la capital norcoreana, en un comunicado.
En un primer texto, el Estado Mayor Conjunto habló de un solo proyectil para rectificar después.
De momento no se ha informado de más detalles, incluyendo el tipo de proyectil o la distancia que han recorrido.
La inteligencia militar sureña continúa analizando los datos disponibles para difundir más información.
Por su parte, la Guardia Costera de Japón emitió una alerta sobre este lanzamiento, que también identificó inicialmente como un solo proyectil, a las 16.40 hora local (7.40 GMT).
Según ha informado la cadena pública de radiotelevisión nipona NHK, ningún proyectil cayó dentro de la zona económica exclusiva (EEZ) de Japón.
Se trata del doceavo lanzamiento que realiza Corea del Norte este año.
A lo largo del 2019, Pionyang ha disparado a modo de prueba proyectiles de corto alcance, incluyendo una versión autóctona del Iskander ruso o una batería lanzacohetes de grandes dimensiones.
El último ensayo de armas del régimen se produjo el pasado 2 de octubre, cuando probó un nuevo misil balístico diseñado para ser lanzado desde un submarino (SLBM).
Pese a que el presidente de EE.UU., Donald Trump, se ha mostrado satisfecho con el hecho de que entre lo testado no se encuentran misiles balísticos de alcance intercontinental o dispositivos nucleares (la última prueba atómica norcoreana fue hace más de dos años), las pruebas implican una violación de las sanciones de la ONU.
También subrayan el persistente desarrollo del programa armamentístico norcoreano, certificando que en el proceso de desarme aún está todo por hacer.
Tras más de un año sin lanzar proyectiles de ningún tipo (coincidiendo con el giro diplomático del régimen) Pionyang retomó la pasada primavera los ensayos balísticos, en un aparente gesto de protesta por la falta de avances en el diálogo sobre desnuclearización con EE.UU. y la retirada de sanciones económicas que pesan sobre el régimen.
Tras la primera cumbre bilateral celebrada en Singapur en junio de 2018 solo se han producido gestos de buena voluntad entre ambas partes.
Los avances de peso siguen sin llegar y el diálogo está estancado desde la fallida cumbre de Hanói del pasado febrero, en la que Washington consideró insuficiente la oferta de Pionyang referente al desmantelamiento de sus activos nucleares y se negó a levantar las sanciones.
Un tercera cumbre improvisada entre Trump y el líder norcoreano Kim Jong-un en junio condujo a reunión de trabajo celebrada en Estocolmo a principios de octubre en la que se trató de romper el bloqueo sin éxito.
Al término de dicho encuentro Piongyang acusó a Washington de no ofertar nada nuevo y de mantener activa la mencionada "política hostil"sobre el régimen e insistió en que la Casa Blanca tiene de plazo hasta "final de año"para modificar su estrategia negociadora.
El jefe del equipo negociador norcoreano, Kim Myong-gil, indicó entonces que depende enteramente de Washington el que Piongyang suspenda o no la moratoria autoimpuesta sobre lanzamientos de misiles de largo alcance y pruebas nucleares.
De este modo, los proyectiles lanzados hoy parecen ser un recordatorio de que el régimen le viene a conceder a EE UU solo nueve semanas más para ofertar algo diferente si quiere mantener vivo el actual proceso de diálogo.
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