Autoritarismo
¿Por qué "blanquea" Europa unas dictaduras y no otras?
Las diferentes posturas de la UE ante los golpes de Estado de este verano en Gabón y en Níger han levantado numerosas críticas contra la institución
Dos golpes de Estado sacudieron África este verano. El primero, en Níger, sucedió el 26 de julio; el segundo, en Gabón, tuvo lugar el 30 de agosto. Sin embargo, y para sorpresa de pocos, la reacción de la Unión Europea ante ambos asaltos al poder ha sido absolutamente diferente. Mientras Níger sufre hoy las consecuencias de los actos de sus militares y se ve sujeto a sanciones por parte de la UE, la vida prosigue en Gabón exactamente igual que el 29 de agosto en lo que se refiere a sus relaciones con los países europeos. Queda entonces claro que existen dos tipos de golpes de Estado en el continente africano ante los ojos de la Unión Europea: los que son aceptables y los que no. Las dictaduras “amigas” y las dictaduras que critican dirigentes y diplomáticos occidentales a la vez que son sancionadas.
Una respuesta rápida que explique posturas tan dispares serían los intereses de Europa como continente depredador. Sería, por supuesto, una respuesta errónea. A Europa le interesan todos los países africanos, y más especialmente aquellos ubicados en el Sahel, como es el caso de Níger. Después de las sucesivas asociaciones de Occidente con Gadafi en sus inicios y con las dictaduras en Chad, Ruanda, Guinea Ecuatorial, etc., debe quedar claro a quien mire la realidad de frente que un golpe de Estado no implica per se ningún cambio en las relaciones africano-europeas. Haría falta indagar en la política regional que afecta a cada una de las naciones implicadas, las decisiones ejecutadas por sus nuevos líderes frente a Europa y el historial político que normaliza (o no) los golpes de Estado en ciertos países.
Níger
El golpe de Estado sucedido en Níger vino motivado por dos puntos fundamentales. El primero, poco comentado por los analistas y medios de comunicación, se debería al interés del presidente depuesto, Mohamed Bazoum, por reestructurar las fuerzas armadas nigerinas retirando o llevando ante la justicia a un número de altos mandos que se vieron asociados con la desviación de fondos destinados a la compra de equipo militar. Son estos altos mandos quienes ahora controlan el país.
El segundo punto, que es el que afecta a Europa en mayor medida, engloba igualmente los deseos y frustraciones acumuladas de la sociedad nigerina, procedente de la falta de resultados obtenidos durante el partenariado con Francia en el marco de la lucha antiterrorista. La amenaza yihadista realizó sus primeras incursiones en el país en el año 2015 y, lejos de haberse interrumpido, afecta ahora importantes zonas fronterizas con Mali, Burkina Faso y Nigeria. Igualmente, influyó el creciente sentimiento antifrancés que predominó en los golpes previos en Burkina Faso (2022) y Mali (2021), pero que también lleva años extendiéndose por el resto de las naciones del África Occidental francófona.
Frases recurrentes como “los franceses nos roban el oro” sirvieron de muelle para los planes de los militares nigerinos que tomaron el poder en julio, pese a que la totalidad del oro exportado por Níger se dirige a Emiratos Árabes Unidos y los galos suponen apenas un 5,2% del comercio exterior nigerino, representado en la compra del uranio. Este sentimiento antifrancés que nace de dentro de Níger (más o menos impulsado por las campañas de propaganda rusas) llevó en septiembre a la expulsión del embajador galo, Sylvain Itté, y de los 1.500 soldados franceses destinados en el país africano. Emmanuel Macron hizo todo lo posible por evitar estas expulsiones, que significaron otra derrota para París en lo que respecta a su estrategia en África, cada vez más dañada en detrimento de nuevos actores y actores que vuelven: China, Rusia, Estados Unidos, Turquía, Japón y Emiratos Árabes Unidos.
El primer aspecto a tener en cuenta a la hora de considerar por qué blanquea Europa algunas dictaduras mientras sanciona a otras vendría de esta obviedad: del deseo de los gobiernos golpistas de colaborar o no con Europa. La expulsión del embajador francés dio lugar a una crisis diplomática que obligó a Francia (como principal representante de Europa en África) a adoptar medidas como nación pero también como miembro de la UE. De la misma manera, el interés de la Unión Europea por Níger, que es muy elevado debido a la cuestión yihadista, obliga a endurecer las sanciones con el fin de debilitar a las juntas militares que, dos años después del golpe de Assimi Goita en Mali, se han mostrado como insuficientes para hacer frente a la amenaza.
Tampoco debe obviarse que el golpe de Estado en Níger se llevó a cabo contra un gobierno elegido democráticamente, mientras el golpe en Gabón se hizo contra un hombre que llevaba 14 años gobernando el país tras suceder a su padre. Al igual que la situación regional en África Occidental difiere de la de África Central. En los últimos cinco años se han contabilizado en África Occidental cinco golpes de Estado exitosos que hacen tambalear los cimientos de las democracias de la zona. La preocupación de Senegal, Nigeria, Sierra Leona, Costa de Marfil, etc., ante este aspecto llevó a la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) al punto de amenazar a la junta militar de Níger con una intervención armada que devolviera la democracia al país.
Europa tiene la obligación de colaborar con estos países en la medida de lo posible. Lejos quedan los días donde los Dassault Rafale franceses bombardeaban Trípoli a bocajarro para deponer a Gadafi. Lejos quedan el colonialismo europeo y el racismo que acompañaba a nuestras sociedades en dicho proceso. El respeto por las instituciones africanas parte de la base de una colaboración conforme a sus necesidades en busca del desarrollo. Tal es así, que Europa se ve subrogada a los deseos de los países africanos a la hora de trazar una ruta de sanciones. En el caso de Níger, no se trata únicamente de que la UE haya impuesto sanciones a la junta militar; debe considerarse que la CEDEAO también lo ha hecho, demostrándose así una asociación entre las autoridades democráticas de ambos continentes.
Gabón
El golpe de Estado en Gabón, a diferencia del ocurrido en Níger, es continuista. No pretende establecer una democracia que termine con 56 años de dictadura llevados por la familia Bongo. Al contrario: ante los problemas de salud de Ali Bongo y el debilitamiento de su autoridad, el nuevo presidente, el general Brice Nguema (primo de Ali Bongo y confidente de su padre, Omar Bongo), buscó una solución a la continuidad de las dictaduras gabonesas con el golpe ocurrido en agosto. Mientras el golpe de Níger convirtió un sistema democrático en uno autoritario, el autoritarismo en Gabón no ha sufrido cambios, pese a las promesas de Nguema de celebrar elecciones en un futuro por determinar.
Francia ha supuesto un apoyo fundamental de los Bongo en las últimas décadas. El momento de sancionarles pasó hace años. Los galos cuentan a través de la petrolera Total con cuantiosos beneficios que se han traducido en repetidos encuentros entre los presidentes galos y los Bongo, invitaciones a París incluidas. Y Nguema mostró desde el primer momento que no tenía interés en disputar a Francia sus beneficios. Ya en los primeros comunicados emitidos en su nombre, expresó su deseo de reforzar las relaciones con Francia y tranquilizó a sus inversores al explicarles que la situación comercial en Gabón se mantendrá pese al cambio de poderes. Es decir: Gabón desea proseguir una relación con Europa.
En la cumbre de la COP28 ocurrida este mes de noviembre en Emiratos Árabes Unidos se difundió una noticia reveladora. Que Emmanuel Macron y Brice Nguema se habían reunido. Una fotografía de ambos límites sonrientes y estrechándose la mano vino a confirmarlo. Tal es así, que un reporte de African Intelligence nombró a Nguema como el nuevo “Mr. Africa” para servir los intereses galos en el continente como mediador del triunvirato comercial París-África-Dubái. Destaca una diferencia crucial entre los intereses europeos en Gabón (comerciales) y en Níger (mayoritariamente militares). Donde el comercio se ha mantenido en Gabón, en Níger se ha interrumpido el partenariado militar.
Cuando un analista culpa a Europa de seguir una política “buenista” por sancionar los golpes de Estado en el Sahel y se le llena la boca con palabras como “intervencionismo europeo”, comete un grave error. Esta clase de afirmaciones simplistas dan por hecho que las decisiones tomadas por los nuevos gobiernos posteriores al golpe no existen, regresándose a las dinámicas coloniales donde la decisión de Europa es la ley, y papel mojado lo que decidan los africanos. En el caso de Níger, son los mismos nigerinos quienes expresaron desde un primer momento su deseo de dar la espalda a Europa. Algo que no ha sucedido en Gabón.
La situación en la región también es relevante. Los países anexos a Gabón, que son Camerún, Guinea Ecuatorial y República del Congo están igualmente gobernados por autoritarismos desde hace décadas. Tras unos pocos días plagados de incógnitas, cuando comprobaron que el golpe en Gabón era continuista y no suponía un riesgo para las dinámicas dictatoriales de la región, aceptaron lo sucedido y la vida continuó.
Paul Biya, presidente de Camerún desde el siglo pasado, se reunió con Nguema el 6 de diciembre con el fin de intensificar las relaciones comerciales entre ambos países; el Banco Africano para el Desarrollo levantó en noviembre las sanciones impuestas a Gabón tras el golpe; sólo se mantienen las sanciones de la Comunidad Económica de los Estados Centroafricanos (CEEAC) que se prevé que concluirán pronto. Nguema y el presidente de la CEEAC, Gilberto Da Piedade Verissimo, se reunieron en octubre para acercar posturas y la oficina del presidente gabonés emitió al término del encuentro un comunicado donde expresaba que “la institución regional ha expresado su apoyo a Gabón en esta fase de restauración de las instituciones iniciada por el CTRI y tiene intención de continuar la colaboración existente”.
A la hora de responder por qué blanquea Europa el autoritarismo en Gabón y no en Níger, dejando de lado la dudosa condición moral de tales acciones, debe considerarse por tanto y de manera objetiva el interés de las naciones implicadas a la hora de relacionarse con Europa (con Francia a la cabeza), el desarrollo eventual de los intereses europeos (militares o comerciales) y la situación democrática de las regiones tratadas con el consiguiente interés de las naciones vecinas por enfrentarse a los golpes de Estado.
Es lógico, aunque no sea del gusto de todos, que la Unión Europea no es una ONG que beneficie a sus detractores mientras perjudica a sus aliados en el contexto de un conflicto global. La (in)comprensible situación que sufre Gaza es hoy una dolorosa prueba de ello. Y nadie, desde Moscú hasta Washington, pasando por Pretoria y Cairo, escapa a la hipocresía del mundo que estamos construyendo.
✕
Accede a tu cuenta para comentar