Elecciones en Estados Unidos
¿Se volverá a unir el país?
Millones de americanos estuvieron pegados durante la noche del 8 de noviembre a la televisión, a la radio y a Internet, esperando con ansiedad los resultados de las elecciones presidenciales. Durante semanas, los eruditos y expertos habían reconocido que las elecciones tendrían un resultado ajustado, y los candidatos y su maquinaria de campaña habían estado recorriendo el país sin parar, poniendo especial atención en los estados bisagra y en aquellos que pudiesen cambiar su tendencia de voto a su favor. Puede que los simpatizantes de Donald Trump esperasen y creyesen que el republicano podía ganar, pero los de Hillary no sólo es que pensaran que una victoria del magnate era poco probable, sino que la consideraban inconcebible. A medida que la noche continuó y los resultados iban apareciendo a cuentagotas, el «shock» se hacía real. Trump iba a convertirse en presidente. Y así fue.
Aunque el desglose del voto aún está siendo tabulado, la campaña presidencial de 2016 y los resultados de las elecciones han mostrado, sin duda, a un país dividido por la geografía, el estatus socioeconómico, el género, la raza y la etnia. Mientras que la ex secretaria de Estado mantuvo el eslogan de «Stronger Together», una visión impregnada con la idea de que los individuos, las comunidades y el país prosperarían a través de la unidad, Trump ha utilizado tanto explícita como implícitamente mensajes de división. Esto ha dejado, tras su triunfo, una América desgarrada, irascible, dividida y rota, que debe reconstruirse a partir de ahora.
En su primer discurso como presidente electo, Trump habló sobre la unidad, prometiendo ser un presidente para todos los americanos. Manifestó un tono conciliador al tiempo que reconocía públicamente el esfuerzo de su rival, la demócrata Clinton. También utilizó su manido mensaje sobre que «cada americano tiene la oportunidad de descubrir su potencial». Sin embargo, esto no será una tarea sencilla. ¿Cómo podrá el nuevo presidente de Estados Unidos cerrar la brecha entre sus simpatizantes y los de Clinton? Se trata de una herida abierta que él no ha hecho más que potenciar con su discurso divisorio y violento.
La pregunta que ahora surge es si el nuevo mandatario será capaz de demostrar a través de palabras y acciones que realmente (como ha asegurado a lo largo de carrera presidencial, obviando sus cuatro bancarrotas) que tiene el talento y las habilidades suficientes como negociador para llegar a consensos.
Con la altura y el prestigio que se le presupone al cargo de presidente electo, es el momento de que Trump cambie de velocidad abruptamente, incluso de marcha, y emplee cada gota de sentido común que tiene para tender puentes. En primer lugar, dentro de su partido, con quien ha tenido duros enfrentamientos. En segundo, con los líderes y representantes del Partido Demócrata. Y en tercer lugar, debe mezclarse con comunidades y medios de comunicación más diversos para (literal y figurativamente) darle la mano a aquellos que le han plantado cara durante la campaña y han votado en contra suya en las elecciones. Esta reconstrucción será compleja y la herida tardará en cicatrizar.
El modo que el empresario tiene para congraciar a su sector más agresivo y amargo es enfatizar una y otra vez su compromiso para unificar el país y para darles más y mejores oportunidades a los americanos. A todos los estadounidenses, no sólo a los que votaron por él. Para muchos, esto podría verse como una medida insuficiente y que llega tarde. Y no les quito la razón porque puede que así sea. Sin embargo, puede que la mejor y única manera de deshacer el cisma entre la población americana. Además, tiene otro reto no menos sencillo y que es dar a todos aquellos que le dieron la victoria lo que les prometió durante los últimos 17 meses: trabajo, prosperidad y mejores condiciones laborales y salarios. No es tarea sencilla y corre el riesgo de que, en caso de no cumplirse, su votantes sean los primeros que salgan a las calles pidiendo su cabeza.
Esto no ha hecho más que comenzar; ahora, a los norteamericanos, a Estados Unidos, nos espera un camino nunca antes transitado. Con sus riesgos potenciales, sus miedos e incertidumbres. Un cambio fruto de nuevos deseos sociales que quizá, dentro de unos años, lleve a pensar aquello de «más valía lo malo conocido».
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