Internacional
Ser judío sigue siendo peligroso
En los últimos años ha habido un aumento de los actos antisemitas en Europa, también en España. Ni las consecuencias del Holocausto han servido para que la comunidad. judía se sienta protegida
En los últimos años ha habido un aumento de los actos antisemitas en Europa, también en España. Ni las consecuencias del Holocausto han servido para que la comunidad
judía se sienta protegida.
A pesar de la enorme cantidad de literatura –ensayos, estudios históricos, novelas, recopilación de testimonios, documentales y películas– sobre el nazismo y lo que supuso para el pueblo judío, sigue habiendo quien niega que la máxima creación de aquel monstruo, el Holocausto, existió. Son personas y grupos minoritarios de exóticas ideologías que siguen leyendo «Los protocolos de los sabios de Sión» (1902), un libelo que justifica los progromos contra los judíos. Más llamativo resulta que, por ejemplo, en España, un 66% de los encuestados –dentro de un estudio del Eurobarómetro de enero de este año– considera que negar el Holocausto no tiene que suponer ningún problema.
Sólo un 18% sabe que el Código Penal (reforma de julio de 2015) castiga a quienes «públicamente nieguen, trivialicen gravemente o enaltezcan los delitos de genocidio» (art.510.1). No se especifica abiertamente el caso del Holocausto, regulado sólo por nueve países de la UE: Francia, Alemania, Austria, Bélgica, Polonia, Eslovaquia, República Checa, Lituania y Rumanía. El negacionismo no es la conclusión de un hallazgo histórico, sino dar rienda suelta a una forma de odio. En el caso de España, con una comunidad judía de 45.000 miembros (el 0,1% del total), cuesta entender que exista una actitud de rechazo al judaísmo, incluso invocando razones seculares o su expulsión hace más de quinientos años.
En Francia, donde ha habido un avance del antisemitismo con expresiones violentas terribles –como el asesinato, hace un año, de una superviviente del Holocausto de 85 años–, se ha añadido el factor del islamismo radical y el yihadismo como forma más brutal, contemporánea o nihilista. Explica la historiadora Elisabeth Roudinesco («A vueltas con la cuestión judía»), que en Francia era impensable que entre 1949 y 1966 se pudiera negar el genocidio de los judíos y «nadie se atrevía a declararse antisemita públicamente». Hay un cambio significativo: la izquierda hizo bandera contra el estado de Israel a raíz de la guerra del 67 y a favor de la causa palestina. Pasados los años, el resultado es que la extrema derecha –con algunos nostálgicos del régimen colaboracionista de Vichy o tribus neonazis–, extrema izquierda y yihadismo eligen a los judíos como enemigo principal.
El nazismo fue una gran maquinaria de propaganda y, a pesar de protagonizar una de las matanzas más sistemáticas realizadas en la Europa del siglo XX, disfruta todavía de una fascinación mágica, que demuestra un gran desconocimiento de lo que supuso o frivolización.
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