Egipto
Shawkan, cuatro años en prisión preventiva por sacar fotografías en Egipto
Fue detenido en agosto de 20013 mientras fotografiaba el episodio más sangriento de los días posteriores al golpe de Estado
La habitación del fotógrafo Mahmud Abdelshakur Abu Zeid, alias Shawkan, en su casa de El Cairo permanece vacía desde que fue detenido cuando trabajaba el 14 de agosto de 2013.
La habitación del fotógrafo Mahmud Abdelshakur Abu Zeid, alias Shawkan, en su casa de El Cairo permanece vacía desde que fue detenido cuando trabajaba el 14 de agosto de 2013; su cámara está en una caja y sus cosas, empaquetadas, a la espera de que sea juzgado o puesto en libertad.
Su madre, Reda, de 61 años, muestra a Efe algunas fotos y pósteres que todavía cuelgan de la pared, entre ellos uno de la revolución egipcia de 2011 y un panfleto de las manifestaciones de los días previos al derrocamiento del presidente islamista Mohamed Mursi en junio de 2013.
Shawkan fue arrestado dos meses después, mientras fotografiaba el episodio más sangriento de los días posteriores al golpe de Estado, el desalojo de la acampada de la plaza cairota de Rabaa al Adauiya, día en el que las fuerzas de seguridad mataron a al menos 800 seguidores de Mursi.
El fotógrafo, arrestado junto a cientos de personas, fue acusado de pertenecer a los Hermanos Musulmanes, grupo de Mursi que actualmente está considerado terrorista por las autoridades egipcias.
Su padre, Abdelshakur, de 69 años, relata a Efe que fue detenido ese día junto a un periodista estadounidense y uno francés que habían acudido con él a cubrir el desalojo de los islamistas.
Los extranjeros quedaron en libertad poco después, mientras que Mahmud sigue detenido pasados cuatro años, a pesar de que el periodo máximo legal de prisión preventiva en Egipto es de 24 meses.
«Después de cuatro años en la cárcel su salud está cada día más deteriorada. Presentamos informes del hospital que indican que tiene anemia del Mediterráneo y también hepatitis C», esta última contraída en prisión.
En este tiempo también le han aparecido ampollas y ronchas en la piel, explica el progenitor.
Sin embargo, según su relato, el informe médico de la cárcel estableció que Shawkan «está bien» a pesar de que el propio médico de la institución señaló que necesitaba transfusiones de sangre.
Reda asegura que su hijo no sufre torturas, pero «la cárcel es cárcel» y está en una celda con otros catorce presos.
«No tengo esperanza de que vaya a salir (pronto), porque estoy viendo que mucha gente que no merece salir de la cárcel, sale, pero Mahmud sigue preso», comenta la mujer, vestida de negro de la cabeza a los pies, con la típica túnica que cubre todo el cuerpo y el velo islámico que deja al descubierto sólo su rostro luchador.
Los progenitores visitan al fotógrafo cada dos semanas en la prisión de Tora, en el sureste de El Cairo, donde tienen que hacer largas colas, esperar horas y pasar exhaustivos controles para citas de 60 minutos.
Suelen llevarle comida, un cuaderno y un bolígrafo, con los que el joven, que cumplirá 30 años el próximo octubre, escribe su vida diaria entre rejas y sus pensamientos.
Cada vez que le visitan está «más decepcionado», porque hay gente que está saliendo y él sigue retenido, explica con indignación su madre, la cual asegura que «él intenta resistir esta decepción», que no le ha alejado de su vocación a pesar de que sus padres intentan persuadirle para que cambie de oficio.
«Mi hijo echa de menos la cámara, insiste en seguir trabajando como fotógrafo a pesar de lo que ha sufrido», dice mostrando un retrato de Shawkan, en el que su hijo aparece sujetando una cámara invisible en sus manos durante una sesión del juicio, que todavía está pendiente de sentencia.
Su padre asevera con resignación que su hijo no abandonaría la fotografía aunque «le cortaran la cabeza», tras explicar que dejó la facultad de Letras para estudiar Periodismo en una academia privada del diario gubernamental «Ajbar al Youm».
El hombre, vestido con una simple túnica blanca y menos optimista que su esposa, reflexiona sobre las dificultades a las que se enfrentan los periodistas en Egipto, donde hay 24 informadores encarcelados, más de la mitad a la espera de juicio, como Shawkan.
«El trabajo periodístico en estas circunstancias es trágico y duro, porque el periodista no tiene libertad para poder hablar y transmitir lo que está pasando; hay muchas restricciones», subraya Abdelshakur, el cual asegura que su hijo ha sido «castigado» sólo por sacar fotos.
Amnistía Internacional considera a Shawkan un «prisionero de conciencia», que está detenido «únicamente por ejercer su derecho a la libertad de expresión» y ha lanzado varias campañas para pedir su liberación, al igual que otras ONG, pero las autoridades egipcias han hecho oídos sordos hasta el momento. EFE
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