Colombia
La historia de Lesly, la heroína que sobrevivió junto con tres niños en la selva durante 40 días
La mayor de los niños perdidos en Colombia supo alimentar al bebé de un año con frutos y semillas no venenosos de la selva
«¡Milagro! ¡milagro!», gritaban los indígenas que llevaban semanas buscándolos cuando por fin dieron con los cuatro niños desaparecidos en la selva del Departamento colombiano del Guaviare. Encontrarlos se había encontrado en una obsesión para toda Colombia. Habían pasado 40 días desde que se había estrellado la avioneta Cessna 206 en la que viajaban junto a su madre, que murió en el accidente, por lo que las esperanzas de encontrarlos vivos habían menguado. Pero muchos no contaban con la habilidad y el coraje de Lesly, de 13 años, la mayor de los cuatro, que fue capaz de liderarlos y mantenerlos con vida en uno de los entornos naturales más extremos del planeta, en una odisea que conmovió al mundo.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, lo calificó como «un esfuerzo de supervivencia total que quedará para la historia». Y parece que esta vez Petro no exagera. Según relatan sus familiares a la prensa de todo el mundo que se han interesado por su historia, los pequeños permanecieron junto a su madre en el lugar del accidente mientras ella agonizaba hasta que les dijo que se marcharan a buscar ayuda. La partida de pequeños, con edades comprendidas entre los trece años de Lesly y los once meses del más pequeño, avanzaba por la selva, siempre bajo la dirección de la hermana mayor. En cada parada, Lesly levantaba refugios que improvisaba con ramas y sus gomas para recogerse el cabello.
Edwin Paki, uno de los líderes indígenas que participó en el operativo de búsqueda, explicó que los niños se alimentaron al principio con una harina de yuca que recuperaron de entre los restos de la avioneta. Cuando se acabó la harina, empezaron a recurrir a semillas y frutos de la selva.
En ese ambiente abundan los que son venenosos, pero los niños de la familia Mucutuy supieron diferenciarlos bien gracias a lo familiarizados que están con la selva y sus secretos. Uno de sus aliados fue un fruto conocido como avichure, similar al maracuyá. «Estuvieron buscando semillas para comer en un árbol de avichure que había a un kilómetro y medio de donde se estrelló el avión», explicó Paki. Los frutos del árbol del avichure son ricos en azúcares y se pueden masticar como el chicle.Los indígenas huitoto aprenden a cazas, pescar y recolectar desde muy temprana edad y Lesly ya ha aprendido como manejarse en la selva, a la que su pueblo ve más como un ente protector que como una amenaza. Damarys Macutuy, tía de los pequeños, declaró que la familia jugaba con frecuencia un «juego de supervivencia» con los niños. «En nuestro juego establecíamos pequeños campamentos», afirmó. Sobre Lesly, dijo qué «sabía qué frutos no podía comer» y «cómo cuidar de un bebé».
La bebé, la más pequeña del grupo, cumplió un año perdida en la selva mientras el Ejército colombiano y distintas comunidades indígenas los buscaban desesperadamente. Una búsqueda que comenzó cuando restos de frutos mordisqueados, pañales y otras pistas indicaron a los equipos de rescate que llegaron al lugar donde cayó la avioneta que los menores podían haber sobrevivido.
Pero alimentarse no fue el único desafío. Los pequeños también tuvieron que beber agua, que obtuvieron de un río cercano, pero tuvieron que filtrarla. Pudieron utilizar algunas hojas para hacerlo, pero de nuevo, hubieron de poner cuidado para no usar alguna de las muchas venenosas que hay en la zona. Se trata de una de las zonas de selva más espesas e impenetrables del planeta. Los árboles son tan altos y frondosos, que ni siquiera desde los helicópteros con los que se les buscaba había seguridad de que se pudiera avistar a los pequeños. Por eso los militares reproducían desde el aire una y otra vez mensajes grabados en español y en su lengua nativa indicándoles que permanecieran en la ribera del río, donde sería más fácil ubicarlos.
El general Pedro Sánchez, al mando de la búsqueda, explicó que la mayor dificultad estribaba en que los menores no permanecían inmóviles en un mismo punto. «Eran un blanco en movimiento», afirmó antes de hallarlos.
Pero Lesly sabía que quedarse inmóvil en un mismo punto podía ser fatal para ellos en una jungla en la que abundan depredadores como el jaguar, la anaconda y la serpiente verrugosas, una de las más grandes y venenosas del continente americano. Su instinto y la perseverancia de los mayores que los buscaban les salvó la vida.
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