Oriente Próximo
«No tenemos que hablar con Hizbulá, tenemos que disparar»
Al frente de una patrulla vecinal al norte de Israel, Gideon Harari cree que Hamás se adelantó el 7-O
Cuando se cumplen 80 días desde que Hamás perpetrara su ataque contra el sur israelí y la comunidad internacional mira hacia el mar Rojo, en el frente norte está la gran amenaza para Israel: Hizbulá. La tensión es máxima y nadie quiere cometer un error de cálculo. En las poblaciones vecinas al sur de Líbano, sus habitantes apenas tienen siete segundos para guarecerse desde que suenan las alarmas hasta que caen los proyectiles. El arsenal de este hostil vecino, con línea directa con Irán, y sus capacidades militares son mucho más potentes que las de Hamás. «La gente estaba acostumbrada a vivir bajo los cohetes, el miedo ahora es que se produzca una invasión como en el sur, como la de Hamás», explica Gideon Harari, de 66 años.
Tras pasar 25 años en la inteligencia israelí –en la unidad 504–, Harari dedica su tiempo ahora a la seguridad de su comunidad. Patrulla en el moshav Shear Yeshuv, donde apenas quedan 120 personas, la mayoría ancianos y agricultores. El resto (vivían unos 700 vecinos) han sido evacuados por el Gobierno. «La mayoría de jóvenes y familias se marcharon. Es normal. Aunque tras más de dos meses en un hotel en Tiberíades, no quieren estar ahí. Muchos vienen a diario a pasar el día». Y como resume: «Todos quieren volver, pero quieren seguridad». Lo cierto es que Shear Yeshuv es prácticamente un pueblo fantasma. El gimnasio, la lechería... Todo está cerrado. Las hojas caídas cubren las puertas y el silencio reina en esta comunidad.
Además de su patrulla vecinal, que cuenta «con todo tipo de armamento y siempre hay alguien en guardia». Harari explica que hay miles de efectivos del Ejército desplegados en esta región. «Estamos todos en alerta desde el 7-O», una matanza que en su opinión no debería haber ocurrido, pues la Inteligencia israelí tenía todos los datos en frente, pero no los supieron leer.
Harari lleva 32 años teniendo a Hizbulá como vecino. Antes había vivido en Argentina, durante la dictadura militar. Defiende que su residencia sea esta: «Si no se vive en las fronteras del país, no forman parte del país. Yo no nací en esta parte, sino cerca de Tel Aviv, pero me enamoré de este lugar. Es uno de los más bonitos de Israel, con estos paisajes tan verdes y gente tan buena». Pero a tan solo 10 km, todas las lanzaderas del «Partido de Dios», apuntan hacia aquí. Es más, dos civiles israelíes resultaron heridos este miércoles por un misil anticarro lanzado desde el sur de Líbano. Estas escenas se repiten casi a diario. «Duermo muy bien, me da más miedo una dictadura», reconoce.
«Hizbulá no se creó a raíz de la guerra del 82», rechaza Gideon. «Eso es una fábula». Recuerda que el único país árabe de mayoría chíi es Líbano, de ahí que «fuera el país más fácil para explotar la revolución islámica. Es un país muy débil, con luchas continuas entre cristianos, drusos, musulmanes... Muchos jóvenes chíies se fueron a estudiar el islam allí y al crearse un vínculo tan fuerte, Irán llegó a Líbano».
«Los iraníes están preparados para luchar hasta ‘el último árabe’», bromea Gideon, recordando que son persas. «Están usando organizaciones como Hamás, Yihad Islámico, Hizbulá o los hutíes en Yemen... como ‘proxies’ para adelantar los intereses iraníes en Oriente Medio. Nosotros, como judíos, les molestamos mucho», añade. El problema es que «Hamás no compartió con Irán el plan del 7-O, porque a Teherán y a Hizbulá no les viene bien ahora una guerra con Israel. Hamás se les adelantó». Eso sí, Gideon asevera que ambos se suman a la solidaridad con los palestinos, de cara a la galería, no pueden quedarse de brazos cruzados mientras dura la intervención terrestre en Gaza. De ahí que advierta que «lo que hay aquí es una guerra de baja, media intensidad. Pero puede cambiar en tan sólo cinco minutos». En cuanto uno de los proyectiles causara una matanza de civiles israelíes o viceversa, todo escalaría muy rápidamente. «A Irán no le interesaba en este preciso instante hacer un 7-O, les era más importante desarrollar su plan nuclear».
Lior Haiat, portavoz del ministerio de Exteriores de Israel, indicó en un encuentro con periodistas hispanos que «desde el 7-O, Hizbulá, brazo armado del régimen terrorista de Irán, ataca desde el sur de Líbano, a soldados y a ciudadanos israelíes». Haiat explicó que «Israel no quiere abrir otro frente de guerra, pero no vamos a dejar que estos ataques terminen sin responder». Es más, «si la comunidad internacional quiere evitar una guerra en Líbano similar a la de Gaza, tiene que hacer todo lo posible para que se cumpla la resolución 1701» de 2006.
En la misma línea, Gideon resalta que no se fían de la ONU. «No nos ayudó en el año 67, ni en el 73, ni tampoco la fuerza de Unifil» que se estableció en el 77. Y ahora que existe la resolución 1701, tampoco la cumplen. «Vivimos en un barrio muy feo, a nuestros vecinos no les gusta que estemos aquí». De ahí que Gideon no crea que haya una solución diplomática. En su opinión, «nosotros hablamos yiddish con los árabes en lugar de hablarles en árabe, pero a los árabes hay que hablarles en árabe: es decir, con mucho fuego».
Cree que los israelíes «tenemos una oportunidad única. La razón está en nuestro lado. Tenemos que hacer una guerra, no contra Líbano, si no para que Hizbulá se aleje 20 o 25 km de la frontera y que comprenda que no vale la pena pelearse con este vecino». Lamentablemente, «habrá muchos muertos en ambas partes, pero es necesario». No hay otra «solución» y recuerda que él no es político y por eso puede decir lo que piensa. «No tenemos que hablar, tenemos que disparar. Ellos tienen que entender que tenemos fuerza y somos poderosos».
Gideon no cree que sea importante acabar con el líder del «Partido de Dios», Hasan Nasrala. «Si él muere vendrá otro. Hizbulá no es Hasan Nasrala. Seguirá sin él. En el año 92 matamos a Abas al Musawi y vino Nasrala, que es peor y mucho más inteligente», expone. «No es esa la tarea más grande que tenemos».
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