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Geopolítica

Trump sacude Oriente Medio: quiere recuperar esta base que EE UU perdió en 2021 por su cercanía a China

Trump quiere recuperar el control de la base aérea de Bagram, en Afganistán, por su cercanía geográfica al programa atómico chino

Donald Trump Evan VucciAP

Donald Trump ha vuelto a señalar un objetivo que sacude el tablero geopolítico de Asia Central: la base aérea de Bagram, en Afganistán. El presidente de Estados Unidos ha vuelto a insistir en su intención de recuperar este enclave estratégico, abandonado por las tropas norteamericanas en 2021, con una finalidad muy concreta: su proximidad a las instalaciones donde China desarrolla su programa de armas nucleares. Este enclave, en su momento de máximo apogeo, fue una pieza clave en la red global de defensa estadounidense, donde se encuentran algunas de las bases militares más poderosas del mundo.

En concreto, el argumento es puramente geográfico y estratégico. Según ha afirmado el propio Trump, la base se encuentra a tan solo "una hora de distancia" de los centros de producción del arsenal atómico chino. Esta privilegiada posición la convertiría, a ojos del mandatario, en un puesto de vigilancia de un valor incalculable para Washington, permitiendo un control directo y cercano sobre uno de sus mayores rivales en la escena mundial.

No obstante, la realidad actual de Bagram dista mucho de la que conoció durante los veinte años de ocupación estadounidense. Tras la caótica retirada de las fuerzas internacionales hace tres años, la imponente instalación militar quedó bajo el control del gobierno talibán, que es quien actualmente gestiona sus operaciones. La propuesta de recuperarla abriría, por tanto, un complejo escenario diplomático y militar en una región ya de por sí sumamente inestable.

La pugna por el control de un enclave estratégico

Además, las declaraciones del exmandatario norteamericano han avivado la controversia al asegurar que la base ya está, en la práctica, controlada por China. Esta afirmación ha sido desmentida de forma categórica por las autoridades de Kabul, que niegan cualquier presencia de Pekín en la instalación, de acuerdo con la información recogida por Businessinsider. Este cruce de versiones añade una capa de incertidumbre sobre el verdadero estatus del antiguo bastión estadounidense.

Por otro lado, la preocupación por la creciente capacidad militar china encuentra un sólido eco en los informes de la inteligencia norteamericana. El Pentágono estima que Pekín ya disponía de 600 ojivas nucleares operativas a mediados de este 2024 y que está construyendo activamente nuevos silos para misiles balísticos en su vasta región occidental. Las proyecciones del departamento de Defensa son aún más alarmantes y elevan la cifra. Este desarrollo nuclear se complementa con avances significativos en su aviación militar, pues recientemente China ha hecho despegar su avión de combate más moderno utilizando tecnología de punta.

De hecho, los análisis estratégicos estadounidenses apuntan a que el arsenal nuclear del gigante asiático podría alcanzar las 1.000 ojivas para el año 2030, un aumento considerable que explica el interés de Washington en vigilar de cerca sus movimientos. Este notable desarrollo armamentístico es, en última instancia, el motor que impulsa las ambiciones de figuras como Trump por recuperar posiciones que se creían perdidas en el gran juego de la geopolítica global.