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Una española en la corte de los belgas
Adiós a la única reina española del siglo XX
Fabiola de Mora y Aragón falleció ayer a los 86 años en el palacio de Stuyvenberg, donde se había recluido tras empeorar su salud. Vivió tres décadas de amor con el rey Balduino I hasta que éste falleció en 1993
Fabiola de Mora y Aragón, quien fuera la reina de Bélgica por más de tres décadas por su matrimonio con Balduino, murió ayer a los 86 años de edad. Con un breve comunicado de apenas tres líneas la casa real belga anunciaba su fallecimiento. «Sus majestades el rey y la reina y los miembros de la familia real anuncian con una gran tristeza el fallecimiento de su majestad la reina Fabiola, que tuvo lugar en el castillo de Stuyvenberg en Bruselas». La noticia ha pillado por sorpresa al país, aunque la reina española ya tenía una salud muy débil que la había llevado a alejarse de la vida pública y a retirarse al que se conoce como «palacio de las viudas». Una neumonía le provocaba problemas respiratorios desde hacía al menos cinco años. El cansancio continuado y las botellas de oxígeno se convertían poco a poco en algo cotidiano en su vida.
Últimamente apenas se la veía. Apareció en la misa de recuerdo a su marido en el verano del año pasado, cuando se conmemoraban 20 años de su fallecimiento. También en esa época, julio de 2013, aparecía luciendo una bonita chaqueta fucsia el día de la coronación del rey Felipe de Bélgica tras la abdicación de su padre, el rey Alberto. Las fotos oficiales de la coronación mostraban la familia real al completo, con las tres reinas consortes en el país, la actual Matilde y las dos anteriores, Paola y nuestra Fabiola, que seguían manteniendo su título.
Una reina que siempre supo dónde mantenerse. Más que plurilingüe, Fabiola se expresaba en su español natal, así como en francés, inglés y alemán. Nació en el Madrid de 1928, en el seno de una buena familia de aristócratas españoles. Amante de la música, era una experta de la guitarra y el piano. También le encantaba la pintura y la escritura y disfrutaba esbozando pequeños cuentos para sus sobrinos. Pero si hubiera que elegir una imagen de Fabiola que recordaremos siempre sería sin duda la de su peinado. Le ha acompañado a lo largo de los años, desde que los belgas la conocieran como reina hasta sus últimos días. Una marca de identidad que nos vendrá a la mente acompañada de su alegre cara y sus pequeños ojos vivos.
Las reacciones en la clase política de Bélgica se sucedían minutos después del comunicado real. El primer ministro del país, en nombre del Gobierno federal, Charles Michel, destacaba el compromiso de la reina con su país «en el plano social y cultural». «Bélgica ha perdido una gran reina que ha llevado la imagen de nuestra nación a través del mundo entero. Guardaremos el recuerdo de una gran dama que hace historia en nuestro país», señalaba. La Comisión de Presupuesto y Finanzas de la Cámara de Diputados belga, que recibió la noticia de la muerte en plena reunión, guardó en ese momento un minuto de silencio antes de continuar la sesión en un tono más «sobrio», según informó la agencia de noticias belga.
El viceprimer ministro belga, Didier Reynders, aseguraba que un día como el viernes 5 de diciembre «es un duelo para todos los belgas». En declaraciones a la cadena RTL presentaba sus condolencias a la familia real. «Una mujer que siempre ha sabido estar al lado de su marido, el rey Balduino, de manera discreta. Y que ha sabido continuar su actividad después de la muerte de su esposo, siempre a su manera», señalaba. La reina Fabiola decidió dedicarse a los más desfavorecidos del país, asumiendo la presidencia de honor de la fundación que llevaba el nombre de su esposo. Por su parte, el ministro-presidente valón, Paul Magnette, reconocía la labor y presencia constante de la reina «en un largo e importante periodo en la historia del país». «Es una página que se pasa con su desaparición», añadió. Los presidentes de los distintos partidos políticos belgas también han dado su pésame a la familia real, reconociendo el servicio al país y el compromiso que siempre ha manifestado la reina Fabiola.
Los ciudadanos belgas la tenían en gran estima y como bien destaca la Prensa local, conquistó de verdad el corazón del entonces rey belga, «acabando con su tristeza». «Un matrimonio de amor», titulaba algún rotativo aquel 15 de diciembre de 1960 cuando celebraban su boda real. Una gran relación que no tuvo hijos, a pesar de los intentos, y la corona belga tuvo que pasar a manos del hermano del rey.
Sin duda éste es uno de los episodios más duros para Fabiola. No haber podido tener descendencia marcó su vida. Después de varios abortos espontáneos en años consecutivos, una operación en 1968 le hacía ser consciente de una realidad difícil de afrontar para una apasionada de los niños. Un drama personal que no aparecía en su vida pública salvo en un famoso discurso del rey, donde reconocía el sufrimiento que la pareja había vivido por este motivo. «Poco a poco fuimos comprendiendo que no tener hijos hacía que nuestro corazón estuviera más libre para amar a todos los niños, absolutamente a todos», afirmaba, según recoge «Le Soir».
Pero a pesar de no haber logrado lo que era uno de sus sueños, ser madre, el amor por Balduino perdurará siempre, como bien afirmaba Fabiola. Más allá del amor, ella sentía por su marido una gran admiración. Todo el mundo que la conoció de cerca ha oído alguna frase llena de alabanzas hacia quien fuera el hombre de su vida. Le adoraba. «Reencontrarme con Balduino será sin duda un día de felicidad», llegó a afirmar.
La española falleció en la tierra de su marido para poner el contrapunto al lugar donde su esposo pasó sus últimos días, quien fue a Motril, Granada, a decir su último adiós. Ayer se hacía en parte la voluntad de Fabiola y el día triste que vivió Bélgica bien podría ser para ella la liberación necesaria para volver a encontrarse con su «bien amado». Para la reina española, Balduino seguía siendo «único hoy, mañana y siempre».
CONDOLENCIAS DE «ROYAL» A «ROYAL»
Tanto Don Felipe y Doña Letizia como Don Juan Carlos y Doña Sofía expresaron sus condolencias a la familia real belga, según informó un portavoz de Zarzuela, y enviaron sendos telegramas y coronas de flores. Y es que ambas casas reales mantenían una estrecha relación: de hecho, su madrina de bautismo fue la reina Victoria Eugenia de Battenberg, esposa de Alfonso XIII. Mariano Rajoy trasladó su «más sentido pésame» y destacó «el medio siglo» de legado de la reina Fabiola al servicio de «una gran nación».
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