Brexit

Los unionistas torpedean un acuerdo entre Londres y la UE

El DUP exige que las mercancías que llegan a Irlanda del Norte respeten las normas británicas y no las europeas

El "premier" británico Rishi Sunak
El "premier" británico Rishi SunakEuropa Press

Un primer ministro contra las cuerdas. Un partido dividido ante las relaciones con Bruselas. Rumores de dimisiones en el Gabinete. Y un grupo de apenas ocho diputados unionistas norirlandeses dictando las pautas al Ejecutivo conservador. Estamos en 2023, pero parece que el reloj de Westminster se haya quedado congelado porque, pese a que Reino Unido abandonó el bloque comunitario en enero de 2020, el Brexit sigue dominando la agenda política británica y determinando el futuro del inquilino de turno del número 10 de Downing Street.

Tras semanas de rumores estaba previsto que el «premier» Rishi Sunak anunciara ayer el esperado nuevo acuerdo con la UE respecto a la polémica del Protocolo de Irlanda del Norte por los nuevos controles aduaneros que hay que aplicar ahora a la provincia británica. Sin embargo, anoche, no había atisbo de fumata blanca para las interminables negociaciones entre Londres y Bruselas.

Si el anuncio no tiene lugar este miércoles se antoja improbable que pueda haber ya algún avance esta semana porque ni Londres ni Bruselas quieren quitar protagonismo al primer aniversario de la guerra de Ucrania. Por lo tanto, las negociaciones se volverían a extender «sine die» debilitando aún más la posición del primer ministro y alargando la crisis que se vive en Belfast, donde hace ya más de un año que no existe Gobierno de coalición entre unionistas protestantes y republicanos católicos.

Según los medios británicos, Sunak ya habría alcanzado el ansiado pacto con la UE. Sin embargo, a fin de no correr la misma suerte que Theresa May, el actual primer ministro quiere tener todo bien atado antes de anunciar cualquier cosa que sea rechazada luego en casa. Ese siempre ha sido el gran «quid» de la cuestión para el inquilino de turno del Número 10 desde que comenzara la larga telenovela de un histórico divorcio que a día de hoy se sigue reescribiendo. Lo difícil no era cerrar acuerdo con Bruselas. La misión más complicada siempre fue venderlo luego en Reino Unido.

Lo que estaría impidiendo ahora anunciar la fumata blanca serían las demandas del Partido Democrático del Ulster (DUP). Los unionistas norirlandeses apenas tienen ocho diputados en Westminster. Pero su papel es clave porque se niegan a formar un Gobierno de coalición en Belfast a menos de que se cumplan unos requisitos. Y sinceramente son difíciles de conseguir.

A fin de respetar el acuerdo de paz del Viernes Santo que trajo la paz entre católicos y protestantes, tras el Brexit no puede haber una frontera dura entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte. Pero eso quiere decir que la provincia británica queda ahora en un estatus distinto al del resto de Reino Unido. Y pese a que el DUP votó a favor del Brexit es algo que ahora se niega a reconocer.

Según la prensa británica, el nuevo acuerdo que Sunak habría pactado con la UE permitiría un sistema de dos carriles para que los nuevos controles aduaneros solo se tengan que aplicar a los productos que van desde Gran Bretaña hasta Irlanda del Norte, pero tienen como último destino la República de Irlanda, que es miembro del mercado único europeo. Los unionistas estarían complacidos con esto.

Sin embargo, el acuerdo no aborda su otra preocupación: quiere que los bienes y productos fabricados y vendidos en Irlanda del Norte cumplan con las reglas del mercado británico en lugar de las de UE. El DUP teme que si se aleja cada vez más de la legislación de Londres y se acerca a la normativa de Dublín (mercado único) se incrementarían las posibilidades de un futuro referéndum de reunificación de la isla de Irlanda, la gran demanda de los católicos del Sinn Fein, quienes en la últimas elecciones regionales quedaron, por primera vez en la historia, como la formación más votada.

Por otra parte, al DUP también le preocupa que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea sea el árbitro efectivo de última instancia ante posibles enfrentamientos comerciales. Sunak estuvo la semana pasada en Belfast intentando acercar posturas. Pero se vino con las manos vacías.

Y es consciente de que, además de los unionistas norirlandeses, también tiene que convencer al núcleo duro de los «tories» euroescépticos de sus propias filas, los mismos que en su día forzaron la caída de la ex «premier» Theresa May. Si los «brexiters» consideran que se han hecho demasiadas concesiones a Bruselas, amenazan con una gran rebelión contra Sunak en el Parlamento.

En el propio Gabinete conservador hay rumores de posibles dimisiones, entre ellas la de la ministra del Interior, Suella Braverman. La representante del núcleo duro de euroescépticos ha dicho que sería «un error» deshacerse del proyecto de ley presentado en su día por Boris Johnson para que Londres pueda violar de manera unilateral lo pactado con la UE. En la actualidad, la pieza legislativa se encuentra congelada en la Cámara de los Lores. Sunak detuvo su tramitación parlamentaria cuando se convirtió en primer ministro el pasado otoño a fin de mostrar a Bruselas su buena voluntad en las nuevas negociaciones. Pero las presiones en casa son cada vez mayores.