Entrevista

Mary Lou McDonald: «Es la década para el referéndum de reunificación»

Ante el 25º aniversario de los Acuerdos del Viernes Santo, la líder del Sinn Fein insta a los unionistas a cumplir las reglas: «No hay otra alternativa que no sea compartir el poder»

Vote counting following Ireland general elections
Presidenta de Sinn Féin, Mary Lou McDonald, en DublínAIDAN CRAWLEYAgencia EFE

El Sinn Féin, el que fuera brazo político del ya inactivo IRA, hizo historia en las últimas elecciones de mayo en Irlanda del Norte al convertirse, por primera vez, en el partido más votado desde la partición de la isla en 1921. El Acuerdo de Viernes Santo de 1998 que selló la paz entre católicos y protestantes -el mismo que este año cumbre su 25 aniversario- dictamina que ambas comunidades deben gobernar en coalición. Sin embargo, los unionistas del DUP se han negado de nuevo esta semana a mover ficha alargando la parálisis institucional de Belfast. Los protestantes no están dispuestos a hacer nada hasta que no se cambie el Protocolo de Irlanda, pieza clave del acuerdo del Brexit. Londres y Bruselas están inmersos en nuevas negociaciones para relajar los nuevos controles aduaneros que hay que aplicar en la región. En cualquier caso, el divorcio europeo ha dejado a la provincia británica con un estatus diferente al del resto del Reino Unido lo que da impulso al objetivo histórico que siempre han tenido los nacionalistas: un referéndum para la reunificación de la isla. La líder del Sinn Fein, Mary Lou McDonald (Dublín, 1969), analiza este momento histórico.

¿Qué fue lo primero que se le pasó por la cabeza en las últimas elecciones norirlandesas de mayo cuando supo que el Sinn Fein se había convertido por primera vez en la historia en el partido más votado?

Bueno, pensé para mis adentros, wow, esto es todo un logro. Estaba increíblemente contenta. Pero lo que está pasando en Irlanda es mucho más grande que cualquier partido político y es más grande que el Sinn Fein. Lo que hay ahora es una dinámica y una oportunidad real para tratar de arreglar, sanar, reconstruir. No todos los países tienen esa oportunidad. Creo que, como irlandeses, no debemos obviar el hecho de que, de alguna manera, somos privilegiados de tener la oportunidad de no solo mirar hacia el pasado y lidiar con eso, sino construir colectivamente hacia el futuro. Así que el día que supimos los resultados fue muy emocionante. Aunque ya entonces tuve la preocupación ante si los unionistas serían capaces de formar un gobierno de coalición liderado por un ministro principal republicano. Y esa pregunta aún no ha sido respondida.

[Los unionistas del DUP se niegan a formar gobierno de coalición hasta que no haya cambios en el Protocolo de Irlanda. (La frontera entre la República de Irlanda (miembro de la UE) y la provincia británica de Irlanda del Norte fue el principal desafío de las arduas e interminables negociaciones del Brexit. Por una parte, había que respetar el Acuerdo de Viernes Santo de 1998 que selló la paz entre católicos y protestantes y que determina que no puede haber frontera dura. Pero por otra, había que proteger al mercado único. Finalmente Boris Johnson apostó por `mover´ la frontera al mar de Irlanda, pero eso deja a la provincia británica de Irlanda del Norte con un estatus distinto al del resto de Reino Unido que obliga a realizar controles a los bienes que llegan desde Gran Bretaña (Escocia, Inglaterra, Gales)]

El Brexit fue desastroso para Irlanda. Sabíamos que iba a causar los tipos de problemas que hemos visto. El protocolo es una consecuencia del Brexit. Es una intervención necesaria para apoyar el proceso de paz y evitar que no haya una frontera dura en la isla de Irlanda. Y hay que recordar que aunque algunos quieran transmitir la idea de que la mayoría está en contra del protocolo esto no es el caso. En las elecciones de mayo, al igual que en el anterior mandato de la asamblea de Belfast, la mayoría de los representantes electos del pueblo del norte de Irlanda apoyaban el protocolo. Los empresarios en el norte de Irlanda reconocen que hay cosas que podrían mejorar para que los trámites fueran más fáciles, pero aseguran que el protocolo es necesario. Por lo tanto, no es justo ni aceptable que solo un partido, el DUP, esté obstruyendo el funcionamiento de las instituciones. Han habido unas elecciones, los ciudadanos han expresado su punto de vista democrático y aquí estamos atrapados en este limbo.

Por primera vez existe ahora optimismo en las nuevas negociaciones que Londres y Bruselas mantienen de nuevo respecto al protocolo para suavizar los controles. Pero, aunque alcancen un acuerdo, ¿cree que el DUP va a aceptar cualquier solución que deje a Irlanda del Norte con un estatus diferente al del resto del Reino Unido?

Lo cierto es que el DUP, en muchas otras cuestiones, se ha mostrado feliz y de hecho ha sido bastante insistente para que el norte de Irlanda tenga una posición radicalmente diferente a la de Gran Bretaña. Podríamos citar numerosos casos de derechos civiles y derechos humanos, la integridad física de las mujeres [ley aborto] y el derecho al matrimonio para el colectivo LGBT. En esos casos, para el DUP no ningún problema en tener una posición diferente. Por lo tanto, lo que están haciendo ahora es una artimaña. La realidad es que el DUP abogó en su día por un Brexit duro. Esa es la verdad. Se les dijo repetidamente lo que significaría ese resultado para Irlanda y los problemas que conllevaría para nuestra pequeña nación insular a medida que construimos la paz y la democracia. Y ahora, lamentablemente, tenemos la absoluta ironía de que quienes abogaron con más vehemencia por el Brexit lloran por las consecuencias que ha traído, que es el protocolo. Todos tenemos que ser adultos y asumir las consecuencias de nuestras decisiones.

Londres ya ha dicho que, de momento, no convocará nuevas elecciones anticipadas por lo que la parálisis parece que va para largo. A lo largo de la historia, cuando católicos y protestantes no han conseguido formar gobierno de coalición, se ha suspendido autonomía y los norirlandeses han pasado a ser gobernados por el Gobierno del Reino Unido, la conocida como `direct rule´. Pero si la parálisis continúa, lo que plantea ahora el Sinn Fein es crear una `autoridad conjunta´ formada por Londres y Dublín.

Nuestra mejor opción es que las instituciones vuelvan a funcionar. Eso es lo que queremos que suceda. Pero si esto no ocurre, por supuesto, Dublín tiene que tener un papel en la gestión de los asuntos del norte de Irlanda. Ese es uno de los principios fundamentales del Acuerdo del Viernes Santo y tendría que prevalecer. Somos una sola isla. Trabajamos juntos. Esa es la única manera.

La parálisis en Belfast coincide con un momento muy simbólico. En abril se cumplen 25 años del Acuerdo de Viernes Santo. Hay voces que consideran que ha llegado el momento de revisar el acuerdo y cambiar el principio de poder compartido.

El éxito en Irlanda ha consistido en salir del pasado para pasar a un proceso democrático de paz y poder compartido. No hay otra alternativa en la isla de Irlanda que no sea el compartir el poder. La democracia moderna tiene que ver con la colaboración, la participación de las partes interesadas, la participación de la ciudadanía, la participación del pueblo. Hay quienes desean ahora hacer retroceder el reloj. Pero no lo van a conseguir. Para aquellos a quienes no les gustan los resultados democráticos de las elecciones o que añoran una época en la que algunas personas eran menos que otras, nuestro mensaje es claro: esos días han terminado. El dilema no debe ser sobre cómo cambiamos el Acuerdo del Viernes Santo. Nuestro dilema democrático ahora es cómo nos aseguramos de que todos realmente cumplan con las reglas. Y espero que esto suceda más temprano que tarde.

¿El Brexit está acelerando su plan para unificar Irlanda?

El Brexit fue un desastre desde el principio, una mala idea. Esa es nuestra opinión. El pueblo británico tomó su decisión. La gente del norte de Irlanda votó para quedarse. Y el Brexit ha causado problemas reales para Irlanda. Por eso tenemos el protocolo. El protocolo mitiga y atiende el peor de esos problemas, no todos, pero sí el peor de ellos. Así que el protocolo tiene que quedarse. Entonces, ¿el Brexit aceleró, profundizó la conversación sobre la frontera, sobre la partición, sobre la unidad irlandesa? Sí. Ha tenido ese efecto. Pero si pudiera desear que las cosas desaparecieran, desearía que el Brexit desapareciera. Desafortunadamente, no soy un hada madrina. No tengo varita mágica, así que no puedo hacer eso.

¿Para cuándo entonces un referéndum de reunificación de la isla?

Esta es la década donde ocurrirá el cambio. Con ese fin, somos muy conscientes de que debe haber una preparación. Así que el gobierno de Dublín tiene una responsabilidad muy particular de no enterrar la cabeza en la arena, de no fingir que el cambio no se está produciendo. Lo más responsable que debe hacer cualquier gobierno es crear el espacio democrático para las conversaciones, para que cuando tengamos un cambio constitucional, se haga de manera ordenada, pacífica y totalmente democrática. Ese es el momento en el que nos encontramos cuando se cumplen 25 años del Acuerdo de Viernes Santo. ¿Cuál es el próximo capítulo? ¿Cuál es el capítulo final? Es el camino hacia la plena reconciliación y reunificación. Y lo podemos conseguir. Va a tomar trabajo. No somos ingenuos, pero ciertamente podemos conseguirlo.